Dos pueblos cordobeses apuestan a generar biogás con sus residuos

Huinca Renancó. Vertedero regional de residuos, vecino a la planta.

Huinca Renancó. Vertedero regional de residuos, vecino a la planta.

Uno es Coronel Baigorria,con una pequeña planta ya en funcionamiento. El otro es Huinca Renancó, que construye un sistema más sofisticado.

Por Fernando Colautti

 

El destino y tratamiento final de los residuos urbanos sigue siendo un problema complejo y creciente para la mayoría de los municipios. En este marco, entre las búsquedas de soluciones más innovadoras en municipios cordobeses, aparecen dos intentos para que la basura termine alimentando plantas de producción de biogás, que generan a la vez energía y fertilizantes, con menor impacto ambiental que otros modelos de gestión.

Un caso, más artesanal y reducido, está en marcha desde hace más de un año en Coronel Baigorria (departamento Río Cuarto). El otro, con mayor alcance e infraestructura, se desarrolla en Huinca Renancó (departamento General Roca), donde las obras llevan un 30 por ciento de avance y prevén habilitar la planta a fin de año.

En ambas localidades del sur cordobés señalan que no habría experiencias municipales similares en esta provincia. En el país, una decena de ciudades avanzan en esta línea.

El sistema básico consiste en el uso de un biodigestor (un recinto cerrado, sin oxígeno), donde se colocan residuos orgánicos, desechos vegetales o forestales y hasta estiércol, para que bacterias anaeróbicas se alimenten de la materia y la descompongan, lo que produce gas metano y, a la vez, fertilizantes naturales ricos en nitrógeno, fósforo y potasio.

De cómo transformar desechos en recursos

No hay mejor modo de mitigar el impacto de los residuos que reducir el volumen que se entierra. Pero, además, a la basura enterrada se le quita todo valor. Y varias experiencias muestran que lo tiene.

Como ocurre con el reciclado de los residuos con algún valor de reventa, la generación de biogás y biofertilizantes con los desechos orgánicos implica un cambio de paradigma, porque lo que se consideraba simple y molesta basura pasa a ser transformado en un nuevo recurso. Esa combinación, además, implica el menor impacto sobre el ambiente en comparación con los otros procedimientos conocidos para el tratamiento final de los residuos urbanos.

De los sistemas en discusión, esa doble modalidad es la mejor vista desde los sectores más ligados a la protección del ambiente.

Lejos está, aunque suene parecido, de las propuestas de incineración, término que en Córdoba remite a la recordada controversia que generó el ensayo de desembarco, en 2010, de una ignota compañía norteamericana bautizada Innviron. Aquel intento de quemar los residuos de la Capital, Río Cuarto y Villa María, planteado como negocio y no como salida ambiental, quedó en la nada.

La incineración de desechos genera muchos más cuestionamientos que apoyos en términos ambientales y está en retroceso en el mundo. La diferencia es básica: la quema suma riesgos de emisiones de alto riesgo contaminante y no resuelve el destino de las cenizas resultantes, mientras que el biogás es un proceso natural de descomposición, sin emisiones de humo riesgoso para la salud, y cuyo remanente es, además, también utilizable como abono fertilizante.

En realidad, toda acumulación de basura genera gas metano. De hecho, los basurales son grandes productores de ese gas, de fuerte impacto para el efecto invernadero que provoca el calentamiento global. Con biodigestores, lo que se intenta es aprovecharlo como un recurso.

Ningún municipio que imagine esta alternativa lo puede vislumbrar como negocio, por la acotada generación eléctrica o térmica que pueda lograr. En realidad, todos los sistemas de tratamiento de basura tienen costo económico y ecológico, pero en este caso la apuesta es a reducir ambos a la vez.

Fuente: La Voz