Economía a dos tiempos: por qué artistas y shows premium agotan entradas y vuela la gastronomía a pesar de la inflación
Empresarios, dirigentes sectoriales y especialistas analizan en diálogo el fenómeno en diálogo con Página/12. Una por una, las hipótesis detrás del "verano de consumo" en un contexto de alta inflación.
17/06/2022 El PaísEmpresarios, dirigentes sectoriales y especialistas analizan en diálogo el fenómeno en diálogo con Página/12. Una por una, las hipótesis detrás del «verano de consumo» en un contexto de alta inflación.
Entradas que se agotan en 30 minutos. Colas eternas para conseguir una mesa en restaurantes. Cada vez más funciones teatrales en cartelera. Cinco recitales de Coldplay en River, seis, siete, diez. El anuncio de un quinto Movistar Arena de Fito Paez.
El panorama coincide con un escenario de alta inflación que en los últimos 12 meses acumula más de un 60 por ciento y es la más alta en 30 años y con la caída de los salarios que, si bien superan al índice de precios, permanecen en valores bajos. ¿Hay una economía a dos tiempos?
“La gente está dispuesta a pasarla bien”, “el verano se extendió unos meses”, “es el desahogo a tanta presión”, “se abrió un dique que estuvo muchos meses cerrado”, “la emoción pesa más que la razón”, son algunas de las respuestas de empresarios, dirigentes gremiales y especialistas en consumo consultados sobre este fenómeno del superconsumo.
De Fito Páez a Coldplay, por qué se agotan las entradas en minutos
Uno de los fenómenos más visibles de esta economía a dos tiempos tiene que ver con los mega recitales. Artistas premium, como Coldplay, rompen por estas horas récord de audiencia en el país. Lo hace con entradas que arrancan en los 8 mil pesos, un quinto del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Pero también llenan artistas locales, como Duki, que anunció cuarto estadios de Vélez o Fito Páez, que ya va por su quinto Movistar Arena (unas 60 mil personas) y parece no tener un tope claro a tanta demanda.
Este fenómeno a Daniel Grinbank lo hace pensar en una canción de Bunbury. La recita: “Nos quedan las canciones que llenen los corazones”. Explica también que “hay una tendencia mundial de alto consumo de recitales, no sólo en Argentina”.
El icónico productor de espectáculos, que trabajó junto a las bandas más importantes del mundo y que ahora produce la gira por los 30 años de El amor después del amor, asegura que este fenómeno “tiene mucho que ver con la pandemia”.
“Es como un desahogo ante tanta tensión», define Grinbank ante Página/12. «Con 50 por ciento de pobreza no podemos hablar de recuperación, pero hay sectores a los que les está yendo mejor que a otros. Esos sectores se vuelcan a este tipo de consumos culturales. Hay una necesidad de salida que se está dando mucho en los conciertos”, explica.
“En el teatro y el cine hay más competencia con las plataformas. Los recitales son experiencias mucho más abarcativas desde lo afectivo y emocional”, dice. Y agrega un tercer factor: “Nunca se consumió tanta música como ahora. Caminás por la calle y ves gente con auriculares escuchando música. Lo digital generó un mayor consumo de música”.
Para Grinbank es un buen momento para los productores de espectáculos. Sin embargo, aclara que no para todos. Que no todo es lo que parece: “Toman notoriedad todos los eventos a los que les va bien. No es que a todos les vaya bien. Hay muchos que están fracasando. Pero llama la atención los que andan muy bien. Y los que andan muy bien, andan muy muy bien. Superan las expectativas”.
Butacas repletas: el teatro recupera los números de la prepandemia
El teatro vive una situación similar. En abril recuperó los números de la prepandemia. Su efecto, quizás, no fue tan sorpresivo. Así lo comenta el reconocido productor y dueño de la mayor empresa de salas teatrales de Argentina y presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales, Carlos Rottemberg: “Empezamos con el 30 por ciento del aforo, después del 50, el 70 y el 100 por ciento. Fue despacito, paulatino”.
“Se abrió una especie de dique de contención que estuvo cerrado durante muchos meses. Está dentro de las contradicciones de la Argentina. Por un lado, tenemos una crisis, pero la gente está concurriendo al teatro. En el mundo sabíamos que en algún momento iba a recuperarse el consumo”, explica Rottembreg consultado por la economía dos tiempos.
Y añade otro factor: “Tenemos una desvalorazión del peso argentino. La gente consume más porque vale menos. Hay un sector de la ciudadanía que tiene dinero y que se volcó a este consumo”.
A comer, pero con reserva: los restaurantes, en un «boom de consumo»
La economía a dos tiempos tiene una tercera pata, la salida a los restaurantes. Es cada vez más una postal de la ciudad ver los comercios llenos de personas y largos minutos de espera. Las reservas hay que hacerlas con algunos días de anticipación y si es por orden de llegada estar bien temprano para evitar los momentos de mayor concurrencia.
“El verano se extendió unos meses en tanto al boom de consumo. Son hipótesis. Creo que, por un lado, está la sensación de continuación de la pospandemia. La gente tiene muchas ganas de reconectar con otra gente, con cuestiones en vivo, con el disfrute, los placeres. La gastronomía en parte satisface eso”, Martín Auzmendi explica el socio fundador de los bares La Fuerza y Roma.
Y agrega: “También hay un factor local, que vivimos en un país con un 50 por ciento de pobreza, pero donde la gente que tiene plata, por la inflación, decide gastarla. Esto se ve sobre todo en cierto sector de gente joven. También la gastronomía se llenó de propuestas. Hay mucha renovación. Mucha gente joven. Esas propuestas generacionalmente conectan mucho más con el consumidor y generan una alquimia importante”.
Una mirada similar tiene Carlos Yanelli, dueño de Estilo Campo y presidente de la Cámara de Restaurantes nacional: “Es una opinión personal, pero la inflación te come los bolsillos y nos hace vivir una situación que ya hemos pasado. La gente decidió gastar más plata”.
Sin embargo, desde su posición, aclara que “no es permanente la convocatoria”. Dice que el alto consumo se da los fines de semana. Y que la “gastronomía de alto voltaje”, los establecimientos de alta gama, no llegaron a la afluencia que tenía antes de la pandemia, que se encuentran todavía en un 30 por ciento abajo que a comienzos del 2020.
“Hoy en día tenés los polos gastronómicos de los distintos barrios que trabajan muy, pero muy bien. Esto es algo que no ocurrió a través de los años en los que trabajé en el rubro. También tenemos que poner en la balanza y hacer un análisis profundo de lo que venimos de pasar. Se produce como un destape después de la pandemia. La gente quiere reunirse. Estar juntos. Festejar”, agrega.
Por qué vuela el consumo a pesar de la inflación
En este contexto, el CEO de Consultora W, especializada en consumo, Guillermo Oliveto explica que para comprender el fenómeno de la economía a dos tiempos “hay que entender que hay una conjunción de factores”.
“No es una única cosa. Hay un impacto central de la pandemia y lo que implicaron los dos años de una situación muy dura de procesar. Hubo muchos meses de encierro, mucho tiempo obligatorio y también por miedo. Lo que vemos acá es la contracara de eso, la pulsión de vida. Estamos viendo la revancha de la vida”, analiza en primer lugar.
Para Oliveto, “no casualmente hay muchos espectáculos en vivo”. “Creo que hay una necesidad de volver a sentir. Volver a estimular la líbido, conectarse con el placer, buscar el bienestar al menos un rato. En un entorno complicado, donde hay mucha incertidumbre. La sociedad está buscando burbujas de bienestar. Salir de esos entornos que abruman, que cansan”, dice.
“Más allá de que puede haber excepciones, el consumo está motorizado por el 30 por ciento de la población que tiene con qué y es la que está saliendo más fuerte a dar esta revancha. Hay excepciones, gente que gasta lo que no tiene para ir a ver a su artista favorito. Porque hay una fibra humana. La sociedad se puso más posmoderna que nunca, más vivir el hoy que nunca. Porque no sabemos si hay mañana”, comenta.
Esto hace, para el especialista, que “aquellos que tienen pesos lo vuelquen al deseo que tienen”. “Los dólares que pueden comprar son pocos. En lugar de ahorrar 100 dólares, prefieren ir a un recital. Es tal la distorsión de precios relativos que ante tanto deseo estos tickets les resultan razonables. Pesa mucho más la emoción que la razón”, concluye.