Economistas aseguran que el aumento del gasto público no es generador de inflación
01/04/2014 ECONOMÍA , El PaísLa emisión de dinero para financiar el gasto público no es generadora de inflación, sostiene un informe del Grupo de Estudios de Economía Nacional y Popular (GEENaP), en el que se puntualiza tambien que «no hay evidencia empírica de eso que plantean los economistas ortodoxos».
«Las visiones heterodoxas de la economía suelen asociar la inflación a factores estructurales de las economías periféricas, tales como el precio de los alimentos exportables, los mercados oligopólicos y la puja distributiva», afirma el trabajo del GEENaP.
En cambio, remarca que «los economistas ortodoxos y opositores, sólo parecen señalar a un culpable del fenómeno inflacionario: la emisión para financiar el excesivo gasto público».
Asimismo, el GEENaP puntualizó que estos mismos analistas «a partir de la difusión de escenarios sombríos sobre el devenir de la economía nacional, y mediante dudosas metodologías para medir la variación de precios, buscan generar expectativas negativas en la población, incentivando los comportamientos especulativos».
Sin embargo, subraya que «al analizar la evolución de las variables monetarias y fiscales en relación a los índices de precios, incluyendo los de consultoras privadas, la evidencia empírica no se corresponde con las explicaciones ortodoxas».
De esta manera, advierte que «las medidas de ajuste planteadas desde el establishment para combatir la inflación, al orientarse hacia variables que no guardan una correlación con la variación de precios, solo pueden traer como resultado una reducción del crecimiento, el empleo y el consumo de los argentinos».
«La ortodoxia económica propone contraer la emisión monetaria mediante una reducción del `excesivo gasto del Gobierno`», afirma el análisis.
No obstante, y al relevar, por ejemplo, el impacto de los adelantos del Banco Central en el nivel de precios, sostiene que «no existe relación entre ambas variables, inclusive tomando datos privados».
Así concluye que «la evidencia empírica no avala la relación entre los adelantos del BCRA al Tesoro y la variación de precios».
Al respecto, puso de relieve que «no hay correlación entre ambas variables», y precisó que «en 2009, 2010, 2011, 2012 y 2013, el crecimiento de los adelantos transitorios no siguió la dirección de los precios».
En ese sentido, de acuerdo a la comparación realizada por el informe, mientras en 2009, la variación del IPC que elabora la consultora del economista Miguel Bein, fue de 15,5 por ciento anual, los adelantos transitorios al Tesoro crecieron 37 por ciento; y al año siguiente esas variaciones fueron 36 y 22,9 por ciento, respectivamente.
Asimismo, en 2011, el dinero girado por el BCRA se incrementó 22 por ciento, al tiempo que el IPC-Bein, lo hizo en un 22,5; en 2012, la masa de dinero al Tesoro trepó 71 por ciento, y sin embargo, la inflación según esa consultora fue de 23,8.
En tanto, el año pasado, con un aumento de 73 por ciento de los adelantos, la variación de precios, según Bein, fue de 25,5.
El GEENaP remarca que «a partir de este diagnóstico, que no se sustenta con los datos de la realidad, el establishment económico plantea como solución una profunda reducción del gasto público». Explicó que «mediante esta política, al conseguir resultados positivos en las cuentas públicas, se haría innecesario el financiamiento del Central al sector publico y, por tanto, se reduciría la inflación».
Sin embargo, indica que «las cuentas públicas argentinas se encuentran en línea con los números regionales y, en perspectiva histórica, denotan un escenario de sustentabilidad fiscal».
Al respecto, precisa que «el déficit fiscal argentino para 2013 fue de 2,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), similar al promedio de la región e inferior al exhibido por países como México, Brasil y Colombia».
Por otro lado, señala que «si se compara el resultado primario y el fiscal promedio argentinos para el periodo 1992-2001 en relación con el promedio 2003-2013, los resultados obtenidos durante la última década exhiben una mejora sustancial de las cuentas públicas mostrando la sustentabilidad intertemporal de la política fiscal del gobierno nacional».
Indica que «si para el primer periodo, el resultado primario promedio fue de apenas 0,9 por ciento del PIB, incluyendo los ingresos por privatizaciones; el resultado primario promedio de la última década fue del orden de 2 puntos del Producto».
En cuanto al resultado fiscal, después del pago de intereses de la deuda, el informe subraya que «mientras que en los `90 se registró un déficit promedio de 1,3 por ciento del PIB, para 2003-2013, el resultado fiscal fue equilibrado, siendo de 0,2 del Producto».