Efectos de la pandemia sobre la recaudación

Uno de los efectos de la pandemia de coronavirus es la evidente caída de los principales componentes de la actividad económica: producción y consumo, comercio exterior, entre otros.

Uno de los efectos de la pandemia de coronavirus es la evidente caída de los principales componentes de la actividad económica: producción y consumo, comercio exterior, entre otros. En nuestro país, la asociación entre medios dominantes, corriente económica ortodoxa y oposición cambiemita han intentado instalar que esos efectos se debían al largo confinamiento de la población, principalmente en la zona del Área Metropolitana de Buenos Aires.

Lo que en realidad está probado es que el aislamiento social, preventivo y obligatorio se ha revelado como una medida especialmente efectiva para nuestro cuidado mutuo, al restringir la circulación de personas. Pese a ello, la oposición política, aun reconociendo el acierto de la política sanitaria, sostiene que es la “cuarentena”, y no la pandemia, lo que perjudica a la actividad económica.

La relación causa-efecto entre la pandemia y sus consecuencias económicas puede observarse, indirectamente, comparando datos de la recaudación tributaria entre los países que han adoptado diferentes estrategias sanitarias para cuidar a su población.

Un reciente informe del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT): Reporte de Recaudación COVID-19, releva el comportamiento de la recaudación nacional en términos reales (neto de inflación) para 16 países, principalmente americanos y europeos, evidenciando que:

a) La recaudación para el conjunto de países, contra el mismo mes del año anterior, cayó un 3,3 por ciento en marzo, un 27,7 por ciento en abril y un 24,8 por ciento en mayo.

b) Argentina, en abril de 2020, con un retroceso del 23,3 por ciento de la recaudación nacional (contra el 27,7 por ciento del promedio de países), fue el quinto país de menor caída entre los quince con datos para ese mes.

c) En mayo de 2020, en Argentina la recaudación cayó un 20,1 por ciento (versus 24,8 por ciento de la media de países relevados), similar a los valores de Perú y Uruguay y mucho menor que el derrumbe en Ecuador (35,3 por ciento), España (26,9) y Estados Unidos (25,1 por ciento).

Algunos de los países con mayor baja de la recaudación son, precisamente, los que fueron menos estrictos para enfrentar la pandemia, con menores restricciones de actividades, suponiendo que eso podía evitar la caída económica. El comportamiento de su recaudación prueba que la realidad fue diametralmente opuesta.

Este comportamiento en todos los países, no niega las debilidades del sistema tributario argentino, que se agudizan por el deterioro de la recaudación tributaria en tiempos de crisis. La Argentina, lamentablemente, depende en muy gran medida del cobro de impuestos procíclicos; se recauda más cuando hay expansión y mucho menos cuando hay retracción, sobre todo del consumo. De ahí la necesidad de modificar la forma en que se recauda.

Despejado el horizonte de corto y mediano plazo por el acuerdo en materia de deuda con los acreedores privados que implica una menor carga de servicios e intereses, es tiempo de poner en agenda la necesaria y postergada reforma tributaria que le dé, una vez por todas, una mayor relevancia recaudatoria al impuesto a las Ganancias, con una fuerte progresividad, y al conjunto de impuestos a la riqueza (Bienes Personales, inmobiliarios, automóviles y a la herencia), además del demorado y urgente debate sobre un tributo a las grandes fortunas. Es ahora, más que nunca.

Por Alejandro López Accotto, Carlos Martínez, Martín Mangas y Ricardo Paparás (*)

(*) Investigadores-docentes de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

Fuente: Página 12