El alza de los alquileres también se ensaña con los restaurantes rosarinos
19/10/2014 ECONOMÍAEn lo que va del año, por lo menos cuatro tradicionales locales del centro de Rosario bajaron sus persianas por los aumentos pretendidos por los propietarios de inmuebles.
En diez días, el restaurante Sara de O servirá su última cena. El emprendimiento que abrió hace dos años en un petit hotel de Oroño 1425 sucumbió por no poder afrontar la suba del contrato de alquiler del local, según explicó su dueña. En una coyuntura recesiva e inflacionaria, otros locales del rubro gastronómico siguieron la misma suerte: sólo en el macrocentro tres negocios tradicionales también bajaron sus persianas este año. Desde la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica consideraron «desmedidos» los aumentos pretendidos por los propietarios.
La noticia del cierre del restó de Oroño llegó apenas una semana después de que en el Concejo se desarrollara una audiencia pública para abordar la problemática de los alquileres. Concejales, representantes de las cámaras inmobiliarias, de organizaciones de consumidores y de la Oficina del Consumidor acordaron entonces formar una mesa de trabajo con el objetivo de abordar los distintos problemas que deben afrontar los inquilinos, tanto de viviendas como de locales (ver aparte).
La dueña de Sara de O, Susana Santiago, fue la encargada de explicar la decisión de cerrar el comercio. «Nos triplicaron el precio del alquiler», sostuvo y apuntó que sólo para poder pagar la renta del local deberían recaudar 1.500 pesos por día. «Eso sin contar personal, ni cargas sociales, ni servicios, ni materia prima. ¿Qué restaurante puede hacer eso en Rosario?», se preguntó la mujer que junto a otros dos socios se puso al frente de la rehabilitación de la antigua casona hace tres años.
Hace un mes, un restó de Pichincha había tenido la misma suerte. La Vie en Rose también debió cerrar sus puertas. El titular del emprendimiento, Beltrán Ruiz, sostuvo que fue imposible afrontar el aumento de casi el 50 por ciento que los propietarios pretendían por el local de Güemes y Alvear.
Fueron varios los propietarios del rubro que advirtieron la existencia de situaciones cada vez más conflictivas al renovar contratos. Y apuntaron que esa situación originó el cierre por lo menos de otros dos locales en el centro.
Desde hace algunas semanas, las ventanas de Compañía de Especias están tapadas por diarios. Después de intentar rediscutir contrato, sus dueños habrían decidido mudarse del local que ocupaban desde hace años en Wheelwright al 1300.
En la esquina de San Lorenzo y España, Oh Carol cerró durante el verano. Los vecinos del local, que todavía permanece con las persianas bajas, aseguran que sus dueños pretendían aumentar más del 50 por ciento el alquiler.
«De 16 mil que pagaban les pedían 25 mil, una locura», estimó otro comerciante.
En la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica, el cierre de locales empieza a preocupar. «No podemos decir que sea masivo, pero es notable», apuntó el presidente, Carlos Mellano, y dijo que «los precios de los alquileres pasaron a ser un tema fundamental» en el planteo del negocio gastronómico. Advirtió que esta realidad se agudiza «en un contexto en que la rentabilidad se está cayendo a pedazos». Para ponerlo en cifras, explicó que si bien tradicionalmente los gastos de alquiler representaron entre el 15 y el 20 por ciento de las erogaciones de un local de comidas, actualmente pueden alcanzar hasta el 40 por ciento de los egresos.
«Hemos planteado este tema ante la Secretaría de la Producción, pero entendemos que requiere una discusión nacional y una regulación para poner equilibrio en las renovaciones de los contratos de alquiler», destacó el dirigente hotelero gastronómico.