El Banco Genético de Abuelas como modelo para reunificar familias migrantes separadas

La médica alcortense Verónica Svetaz impulsa en Estados Unidos, junto a un grupo interdisciplinario, la creación de un banco de datos genéticos como el de Abuelas de Plaza de Mayo para reunir a las familias separadas en la frontera.

La médica alcortense Verónica Svetaz impulsa en Estados Unidos, junto a un grupo interdisciplinario, la creación de un banco de datos genéticos como el de Abuelas de Plaza de Mayo para reunir a las familias separadas en la frontera.

Verónica Svetaz nació en Alcorta, en el sur de la provincia de Santa Fe, y estudió Medicina en la Universidad Nacional de Rosario. En 1996 aplicó a una residencia en Estados Unidos y desde entonces vive en Minneapolis. Trabaja en uno de los pocos centros de atención pública de ese país, Whittier Clinic-Hennepin Healthcare, e integra la Sociedad de Medicina de Adolescentes donde es titular del Comité de Diversidad e Inclusión.

Desde 2020, junto con un grupo interdisciplinario de médicos, académicos de derechos humanos, abogados de inmigración y expertos en genética, impulsa un sistema para identificar coincidencias genéticas para reunificar a cientos de familias migrantes que fueron separadas en la frontera de Estados Unidos. El proyecto -que contempla la protección de la privacidad de las personas y propone apoyo y contención para las víctimas- llegó a la revista “Science”, donde describe a Abuelas de Plaza de Mayo como “las pioneras en el uso del ADN para localizar a los niños desaparecidos durante la dictadura militar argentina de 1976-1983”.

En Argentina, a mediados de la década del ’80, en conjunto con varios organismos gubernamentales, Abuelas elaboró un proyecto de ley para la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) de familiares de chicos desaparecidos, que en mayo de 1987 se convirtió en la ley N° 23.511. En 2009, el funcionamiento del BNDG fue jerarquizado por la ley Nº 26.548 que determinó su ámbito de actuación como organismo autónomo y autárquico, bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Es desde entonces un archivo público y sistemático de material genético y muestras biológicas de familiares de personas secuestradas y desaparecidas durante la dictadura.

En diálogo con El Litoral, Verónica Svetaz detalló cómo funciona el proyecto que busca reparar las consecuencias de una dura política inmigratoria que terminó con la separación de familias en manos del Estado.

– ¿Cuáles fueron los grandes problemas migratorios con el gobierno de Donald Trump?

– La mayoría de estas separaciones fueron producto de la política de “tolerancia cero” del gobierno de Trump para enjuiciar a todos los que cruzan la frontera indocumentados, implementada oficialmente en abril de 2018 y precedida por separaciones de rutina a partir de 2017. Las separaciones familiares también están en curso en muchas regiones del mundo y es probable que aumenten en el futuro. La dispersión de los miembros de la familia ocurre a menudo con la migración.

– ¿Qué cambios hubo en términos de política migratoria con la actual gestión de Joe Biden?

– Poco después de asumir el cargo, el presidente Biden denunció la política de “tolerancia cero” como una “vergüenza moral y nacional” y estableció un grupo de trabajo interinstitucional para ayudar a reunir a las familias. Aunque el compromiso es un paso positivo, no está claro si tales esfuerzos serán suficientes para reunir a todas las familias afectadas por esa política. Con los desafíos migratorios en curso, los planes para rastrear las nuevas separaciones son esenciales. Dados los daños que genera la separación familiar, es fundamental garantizar el uso oportuno y adecuado de la tecnología del ADN para vincular familias a través de la genética. Reconocemos que ninguna tecnología, incluido el análisis de ADN, es capaz de reunir a todas las familias; sin embargo, esta limitación inherente no puede ni debe servir como justificación para evitar la aplicación de herramientas científicas para apoyar la pronta reunión de padres e hijos cuyo paradero se desconoce.

Hasta donde sabemos, las prácticas de separación persisten, y aunque se intenta ubicar a esos niños con la mayor celeridad posible, se continúa separándolos de su familia.

Como el proceso de asilo se detuvo durante la época de Trump y las condiciones fueron muy duras durante la pandemia, apenas el presidente Biden asumió, el gobierno de Estados Unidos ha visto un nuevo aumento en unidades familiares y de jóvenes migrantes no acompañados, con más de 70.000 unidades familiares y 45.000 menores no acompañados que cruzaron la frontera entre octubre de 2020 y marzo de 2021.

– ¿Qué pasa con estos niños y niñas que ahora están en suelo estadounidense?

– La mayoría de los niños, niñas y adolescentes fueron reunidos con sus padres o familiares en Estados Unidos. Sin embargo, hay un grupo que desconoce el paradero de los padres; muchos de ellos fueron deportados a sus países y no se sabe cómo contactarlos. Es por ello que resulta imperativo que los legisladores, los científicos y los profesionales de la salud colaboren en el desarrollo y la implementación de herramientas basadas en la ciencia, que apoyen la reunificación familiar rápida y segura.

La falta de herramientas para conectar a las familias y la incapacidad de verificar las relaciones genéticas, cuando corresponda, no deberían ser barreras. El ADN es una herramienta para restaurar la identidad familiar de los niños y brindar a las familias la oportunidad de reunirse, con la asistencia de lo que llamamos “agencias de apoyo”.

– Contanos un poco acerca de tu propuesta para reunir a los niñas y niños separados de sus padres en la frontera.

– El proyecto busca reparar las consecuencias de una de las políticas más desgarradoras de esta época: la separación de familias que venían legítimamente a entregarse en la frontera como refugiados, a empezar un proceso legal de asilo. Estas familias que entraban por el sur de Estados Unidos venían en general desde Centroamérica, escapando del hambre causada por los cambios climáticos y la violencia de sus países, muchas veces agravada por la política internacional de EE.UU. Pero la frontera es puerta de entrada de familias que venían migrando desde diferentes partes del mundo.

Tres años después de la entrada en vigor de la política de “tolerancia cero”, alrededor de 600 niños permanecen separados de sus familias desde abril de 2021 y más de 400 niños son privados del contacto con sus familias. Estas separaciones se deben, en gran parte, a la falta de identificación y seguimiento de las familias separadas por parte de los funcionarios de inmigración estadounidenses. Varias organizaciones no gubernamentales están intentando localizar y volver a conectar a estos niños con sus padres, muchos de los cuales han sido deportados desde Estados Unidos. Algunos niños fueron adoptados o colocados en hogares de guarda. Una parte de los niños había memorizado números de teléfono o tenía conexiones a través de familiares en EE. UU., lo que les permitió mantenerse en contacto discretamente con sus padres. Aun así, muchos niños eran demasiado pequeños para recordar su viaje migratorio o entender por qué habían sido separados de sus familiares. En el caso de muchos de ellos, el trauma inicial de ser separados de su familia (particularmente después del viaje migratorio) y de haber sufrido los factores estresantes que impulsaron la migración se ve agravado por un período prolongado de separación.

Ahora tenemos la ciencia, tenemos los protocolos éticos para los enfoques de consentimiento basados en el trauma y tenemos organizaciones que saben cómo implementar responsablemente este enfoque basado en el ADN para reconectar a las familias. Para avanzar, queremos que la Administración de Biden y el Grupo de Trabajo de Reunificación Familiar sean conscientes del potencial del ADN para reunificar a las familias migrantes. Si se desarrolla adecuadamente, con enfoques informados sobre el trauma y protecciones a nivel internacional para datos genéticos sensibles, el enfoque que se describe aquí puede ayudar a acortar las separaciones familiares, disminuyendo los años de angustia por las pérdidas, para que pueda comenzar la curación.

Fuente: El Litoral