El Caputazo de la megadevaluación de Milei

No hay registro estadístico en los últimos 50 años de un aumento deliberado del tipo de cambio oficial de casi 120 por ciento en un solo día. Es de una brutalidad impactante no sólo por la dimensión del ajuste

No hay registro estadístico en los últimos 50 años de un aumento deliberado del tipo de cambio oficial de casi 120 por ciento en un solo día. Es de una brutalidad impactante no sólo por la dimensión del ajuste, sino porque no ha habido ni una sola medida compensatoria para trabajadores y jubilados. El ancla antiinflacionaria elegida por Milei es la destrucción del poder adquisitivo asociada a una recesión.

La megadevaluación de Milei es la más impresionante de los últimos 50 años. No hay registro estadístico en este período de un aumento deliberado del tipo de cambio oficial de casi 120 por ciento en un solo día. Es de una brutalidad impactante en la administración de la cuestión económica no sólo por la magnitud del ajuste cambiario, sino porque no ha habido ni una sola medida compensatoria para los ingresos de la población.

En el ranking elaborado por la Celag se colocan dos hiperajustes cambiarios diarios más elevados, en abril de 1989, pero en ambas ocasiones fueron porque en esos meses de hiperinflación no hubo una decisión autónoma del Banco Central de devaluar, puesto que el mercado la hizo en la práctica porque no pudieron realizarse operaciones en el mercado de cambio oficial.

La dupla Luis Caputo-Santiago Bausili, con el indudable aval del presidente Javier Milei, confesaron que colocaron la paridad oficial en 800 pesos, bastante por encima de lo que correspondía para generar un «colchón». En la jerga de los economistas se denomina «overshooting» (sobrerreacción). De este modo lo precisó Caputo en la entrevista en el canal TN del Grupo Clarín.

Esta sobrerreacción tiene una correspondencia directa en la sobrelicuación de los ingresos de la mayoría de la población. Esto implica que ajustar de más la paridad cambiaria significa un golpe demoledor al presupuesto de los hogares.

La verdadera ancla antiinflacionaria de Milei son el salario y las jubilaciones
Con mensajes místicos haciendo referencia a la noche y el día, a velas en la oscuridad, Milei inauguró el gobierno neoliberal libertario con uno de los asaltos más violentos a los ingresos de los sectores populares de la historia local de las últimas décadas.

No es el ancla fiscal con ajuste por licuación del gasto público, tampoco es el ancla monetaria por reducción de la emisión de dinero ni es el ancla tarifaria porque habrá un fuerte aumento por la quita de subsidios. El ancla antiinflacionaria elegida por Milei es la salarial (ingresos de trabajadores y jubilados).

El camino indicado por Caputo tiene la siguiente secuencia: megadevaluación, shock inflacionario, caída del nivel de actividad y pérdida impresionante del poder adquisitivo de la mayoría de la población. La recesión inducida de este modo actuaría como mecanismo de contención de precios.

La inflación bajaría desde niveles elevados de dos dígitos mensuales por el ancla salarial. La suspensión de la movilidad jubilatoria con aumentos definidos por decreto forma parte esencial del ancla antiinflacionaria por el lado de los ingresos.

El riesgo que corre esta estrategia regresiva es que los salarios en negociaciones paritarias recuperen todo o gran parte de lo perdido en el primer bimestre del año que está por comenzar. La inercia de la indexación no frenaría y entonces la tasa de inflación continuaría en dos dígitos elevados. Y así comenzaría otra vuelta (devaluación) del ajuste neoliberal libertario.

Precios arrastrados a las puertas de la hiperinflación
No es un misterio que en la economía argentina, bimonetaria con una tasa de inflación alta e inercial, las devaluaciones se trasladan cada vez más rápido a precios. Es lo que sucedió el día después de las PASO con el ajuste cambiario sorpresivo del 22 por ciento de la gestión de Sergio Massa y es lo que está ocurriendo en estos días con la megadevaluacion de Milei.

El fogonazo inflacionario no tiene nada que ver con la salida del esquema de control de precios anterior y, por lo tanto, con la presencia de una inflación reprimida. El argumento expuesto por muchos acerca de que lo que está sucediendo es el sinceramiento de los precios resulta una trampa narrativa para justificar la fenomenal transferencia de ingresos.

Esta idea es fácil de interpelar: los salarios con una pérdida promedio del 20 por ciento en términos reales desde hace ocho años, lo que constituye el núcleo de la crisis de ingresos de estos años, ¿también tenían que sincerarse con otra caída del poder adquisitivo?

Llevar los precios hasta las puertas de la híper ha sido una decisión intencional porque no era necesaria una devaluación de semejante magnitud en relación a la competitividad del tipo de cambio real.

El relato oficial se está construyendo a partir de una falsedad sobre el escenario inflacionario heredado, para lanzar de este modo la economía a una hiperinflación provocada, como una suerte de purgatorio para purificar a una sociedad sumergida en el pecado de confiar en la protección del Estado vía el gasto público.

El ajuste es tan desproporcionado que para encontrar un tipo de cambio oficial semejante a los 800 pesos, en valores constantes, hay que remontarse al peor momento del estallido de la convertibilidad. Caputo-Bausili reconocieron que lo hicieron a propósito para tener mayor margen financiero y buscar recomponer reservas en estos meses. El riesgo es la convocatoria a una hiperinflación.

La farsa del 15.000 por ciento
El impacto de una devaluación, en este caso mega, es conocido: transferencia de ingresos de los sectores de ingresos fijos hacia los sectores exportadores (agropecuario, energía, minería, siderurgia y aluminio).

La información proporcionada por la Bolsa de Cereales es elocuente: «una suba de 3 puntos de derechos de exportación en trigo y maíz se encuentra sobrecompensada por la mejora en el tipo de cambio. Esto se traduce en incrementos en el poder de compra de la tonelada de soja de 40 dólares, 17 dólares para el maíz y 19 dólares para el trigo. Es decir, se observa una mejora de 14% (trigo y maíz) y de 18% (soja)».

La impresionante transferencia de ingresos la admiten los propios protagonistas. La megadevaluación de Milei deriva en unos pocos y poderosos ganadores y en muchos perdedores.

La aceleración de los precios hasta niveles que sorprenden hasta a los participantes de los diferentes canales de comercialización al público se explica casi en forma exclusiva por la fortísima devaluación. El castigo al presupuesto de gran parte de los hogares, en el mes de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, ha sido innecesario e injusto.

El relato oficial justificando semejante ajuste es una sucesión de falacias, siendo la más burda la que indica que en la economía se ha plantado el riesgo de una hiperinflación de 15.000 por ciento. Evitarla al provocar en forma deliberada una híper de, por ejemplo, 2000 o 3000 por ciento sería «un éxito» en esta farsa ofrecida como sedante a la sociedad.

Asalto a los ingresos de los sectores populares
Se sabe que los precios de los alimentos y bebidas y gran parte de los artículos de limpieza y tocador estaban en línea con el tipo de cambio oficial de 365 pesos. Definir la paridad en 800 provoca aumentos de por lo menos el ciento por ciento, e incluso más porque se produce una respuesta preventiva por eventuales ajustes posteriores si fracasa este primer ensayo económico de Caputo.

Los precios en los supermercados no suben porque se han alineado con los de los comercios de proximidad, al culminar el programa Precios Justos. Esta es la trampa narrativa del oficialismo que busca culpar una estrategia de control moderada para eludir la propia responsabilidad por la estampida.

Los precios suben por la megadevaluación y el desborde se está produciendo en todas las líneas de las góndolas como así también en los almacenes y autoservicios

Habrá subas de precios de primera vuelta (ajuste cambiario), de segunda (combustibles que se trasladan al resto de la cadena de formación de precios) y de tercera (quita de subsidios y tarifazos de servicios públicos). Secuencia que no viene acompañada de una política de ingresos consistente, puesto que los precios están sin ninguna referencia y los salarios han quedado a merced de la exclusiva capacidad negociadora de los sindicatos.

Caputo es experto en bicicletas financieras
No existe en la literatura económica, ortodoxa o heterodoxa, que se ignore el sistema de precios y salarios en un plan de estabilización de un régimen de alta inflación. El ministro Caputo sabe mucho de bicicletas financieras y muy poco del diseño de planes de estabilización macroeconómicos. Parece que el economista Milei tampoco aprendió mucho del tema.

Determinar un cuasicongelamiento de la paridad cambiaria en 800 pesos con un ajuste mensual del 2% y tasas del 10% (plazos fijos) al 15% (próximas Letras del Tesoro a 30 días) es la invitación a vender dólares (suma reservas en el Banco Central) para subirse a la bicicleta en pesos con el objetivo de obtener una renta en dólares extraordinaria. Es lo que se conoce como carry trade, lo mismo que hizo Caputo como funcionario del gobierno de Macri, con el saldo desastroso conocido.

En la economía bimonetaria, a esta altura, no hay dudas de que existe cada vez más influencia de la cotización del dólar en la formación de los precios domésticos. No era ignorado que en la estructura de precios los alimentos y bebidas estaban en línea con la cotización del tipo de cambio oficial. Por lo tanto, una megadevaluación iba a provocar una estampida de estos bienes esenciales de los hogares.

También en las tarifas de servicios públicos. La fuerte devaluación deriva en aumentos de los combustibles y en un mayor ajuste tarifario para bajar los subsidios. Por caso, el precio del gas que paga el Estado a las productoras que, de acuerdo al Plan Gas, está atado al tipo de cambio oficial, implica un mayor aumento de las tarifas de servicios públicos energéticos (luz y gas).

Los precios de Alimentos y Bebidas están en línea al tipo de cambio oficial
La consultora PxQ de Emmanuel Álvarez Agis ilustró en un informe de mediados de este año que, por los crecientes controles cambiarios y por el efecto sobre las expectativas en el mercado informal, el impacto en precios de las subas de los dólares (oficial y paralelo) dependía del tipo de productos.

El informe de PxQ determinó que los precios de los bienes transables estaban fijados al tipo de cambio oficial y a los paralelos. Realizó una comparación entre el precio de diferentes bienes en Argentina medidos en dólar oficial y en dólar paralelo versus el precio de esos mismos bienes en otros países. Relevaron precios de Brasil, Chile, Uruguay, México y Estados Unidos. En base a esta comparación, identificaron tres tipos de casos:

Un conjunto de bienes cuyo precio medido al dólar oficial estaba en línea con el observado en el resto de los países analizados, o incluso por debajo. Dentro de este conjunto de bienes estaban los alimentos y bebidas. Salvo algunas excepciones, el precio de los alimentos era similar al de otros comparables y aún en los casos en que el precio local supera al internacional, la diferencia era baja.

En el otro extremo estaban la indumentaria y el calzado, cuyo precio medido al paralelo era similar al del promedio de los otros países elegidos, al igual que algunos productos de tecnología y los autos de gama alta.

En un escalón intermedio estaban celulares que se ensamblan localmente y autos de gama baja, los cuales si bien estaban por encima del precio comparable medido al oficial, tampoco estaban al paralelo.

Cómo se construye la narrativa del Caputazo
El ajuste es de una magnitud innecesaria e injusta. A lo largo de estos años, el discurso dominante ha ido construyendo una realidad económica distorsionada respecto a los desequilibrios que tiene la economía.

En relación al sistema previsional ha insistido en que es insustentable por la cantidad de personas que se han jubilado sin los aportes correspondientes. Pero ellos no dejaron de hacerlos porque querían, sino porque el empleador no realizaba esos aportes. Señalaron además que las amas de casas no son trabajadoras y, por lo tanto, no merecen una jubilación por moratoria.

La insistencia sobre la fragilidad fiscal de un régimen previsional inclusivo facilita el mensaje acerca de la necesidad de limitar los aumentos de las jubilaciones suspendiendo la movilidad. En realidad, esta medida es un histórico reclamo de la tecnoburocracia del Fondo Monetario Internacional.

Así también se identificó los subsidios a los servicios públicos como una herramienta injusta; se sentenció que el dólar «verdadero» es el que cotiza en los mercados paralelos; se señaló que el gasto público es ineficiente, entre otros mensajes que han preparado el terreno para este ajuste monumental.

Es cierto que la economía dejada por el gobierno de Alberto Fernández enfrentaba desafíos importantes en el frente fiscal, cambiario y monetario pero se podían abordar sin hacer recaer toda la carga del ajuste sobre los sectores populares, que incluye a las clases medias.

Como se señaló aquí el mismo día del primer discurso de Milei Presidente, la exageración de la herencia que convoca a la consiga «Ah… pero los K» será una constante en estos meses de ajuste permanente que, si bien se registran muchos años de arrastre de deterioro del bienestar general, interpelará la idea fantasiosa acerca de que no se podía estar peor. Esta primera semana del nuevo gobierno está demostrando que sí se puede.

Fuente: Página 12