El desafío de abordar dos epidemias que se manifiestan con un síntoma en común

Aunque no llega a los niveles de 2016 -el brote más grande hasta ahora- el número de casos de dengue es muy superior a 2018 y 2019. La importancia de las medidas sanitarias sostenidas en el tiempo y el contexto regional. 

Aunque no llega a los niveles de 2016 -el brote más grande hasta ahora- el número de casos de dengue es muy superior a 2018 y 2019. La importancia de las medidas sanitarias sostenidas en el tiempo y el contexto regional.

Con menos impacto en la opinión pública, pero alarmante en las estadísticas médicas, la “otra epidemia” sigue sumando casos en todo el país, en niveles mucho más altos que en los dos últimos años. Con el agravante de que el dengue, además, comparte en su etapa inicial el síntoma febril del Covid-19. Dos epidemias simultáneas -a las que en Buenos Aires se suma el pico de sarampión- que trazan, a la vez, un mapa de la brecha social y federal.

Así lo advierte Pía Machuca, infectóloga, Coordinadora de la Comisión de Emergentes y Enfermedades Endémicas de la Sociedad Argentina de Infectología. Una santafesina que hace más de 10 años acudió a formarse en Buenos Aires, y acabó radicándose allí. Y que accedió a un diálogo de fondo con El Litoral.

– ¿Cómo evalúan la situación del dengue en el país en cuanto a cantidad de casos? ¿Es muy distinta a la de años anteriores?

– Tenemos un gran número de casos, comparativamente con los veranos previos. Para hacer una evaluación se cotejan los mismos períodos año a año: el período entre la última semana de julio de 2019 hasta la última semana de marzo de este año, ya lleva 14 mil casos confirmados o probables de dengue, distribuidos en 17 provincias. En las últimas tres semanas el promedio fue de 4000 casos sospechosos que, según lo que refiere el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, es casi diez veces el promedio de ese mismo período de las temporadas 2018 y 2019. Esto marca que hay un gran aumento del número de casos, si bien no es lo que sucedió en 2016 cuando Argentina cursó el brote más grande de su historia, con 40 mil casos confirmados. En definitiva, no es el brote de 2016 pero hay un aumento comparativo con los últimos dos períodos.

– ¿Estamos atravesando el pico de la epidemia?

– No lo sabemos; es muy difícil predecir cuándo va a ser el pico de una epidemia. Lo estamos viendo con coronavirus: más allá de que se están utilizando muchos modelos matemáticos y predictores, según las estrategias que se vayan utilizando ese pico esperado se puede ir modificando. Con respecto a dengue, no sabemos cómo va a ser la dinámica, pero sí es verdad que el tema de que se mantengan las temperaturas altas es un factor que ayuda a que se perpetúe la circulación de los mosquitos. Eso y el contexto de que haya personas virémicas son los dos factores que necesitamos para que siga habiendo ciclos de contagio. Es decir, una persona enferma más la presencia del mosquito vector, que es el aedes aegypti.

– ¿Considera que se relajaron las medidas de prevención del dengue frente a la pandemia por coronavirus?

– En realidad convivimos con dengue desde hace muchos años y me parece que el tema pasa por tratar de tener políticas sanitarias sostenidas en el tiempo, durante todo el año y no solo cuando llega el verano y tenemos la convivencia con este mosquito que, además, vive en el domicilio. También es necesario generar actividades para que la población colabore y esté atenta a los lugares donde pueden depositarse las larvas, mantener la limpieza, hacer campañas de fumigación; si bien sabemos que no es el método más efectivo, porque lo que hace es eliminar a los mosquitos adultos y no llega a los lugares pequeños de la casa, donde se acumula agua. Los platos debajo de las macetas, tapas de gaseosas, algún neumático en el fondo del jardín, son pequeños lugares donde la acción de la fumigación no llega y tenemos que actuar, como población, para eliminar esos focos donde se perpetúa la presencia de mosquitos.

– ¿Cómo se ubica la Argentina con respecto a la región?

– Este tema se relaciona con el anterior, entendiendo que sería bueno que hubiera políticas sanitarias sostenidas a lo largo del tiempo y viendo la situación regional con dengue en las Américas. Desde el año pasado, Brasil y Paraguay, que son países vecinos y en muchos casos destinos de las vacaciones de argentinos, están atravesando el brote de dengue más grande de su historia. Si se entiende que esto no es algo que empezó en los primeros días de este verano sino que viene sucediendo, se preveía que nos iba a ocurrir a nosotros cuando aumentaran las temperaturas y el flujo de circulación de personas. Lo que quiero decir es que lo que sucede en la Argentina no es un hecho aislado, sino que está relacionado con el escenario epidemiológico de la región.

– ¿Es inédito que coexistan dos epidemias en el país? ¿Esto supone un desafío particular para los equipos de salud?

– No es inédito. Ya en el año 2009, cuando hubo un brote de dengue -pequeño, si se lo compara con el de 2016 y el actual- fue el primer episodio donde empezamos a entender la dinámica de esta enfermedad viral y a habituarnos al tipo de pacientes. Aquel brote se dio para esta época del año, cerca de Semana Santa, y en el último período convivió con los primeros casos de la pandemia de influenza (H1N1). Hubo una convivencia entre ambas. Lo que ocurre ahora es que tenemos dengue con la pandemia de coronavirus y la realidad es que, más allá de que estamos en un estado de alerta y preparándonos, adoptando las distintas políticas, aprendiendo y leyendo todos los días, observando si las lecciones aprendidas por otros países son aplicables a nuestra realidad, al menos en el sistema público estamos atendiendo a muchas más personas con dengue.

Y en Buenos Aires estamos conviviendo con una tercera situación, que es el brote de sarampión: hasta las primeras semanas de abril llevamos 152 casos confirmados. Estas cosas pueden suceder y la realidad es que son un desafío para los equipos de salud, principalmente porque de inicio la forma de presentación clínica es muy inespecífica. A veces es solamente fiebre: cuando viene a consultar una persona con fiebre es muy importante recabar todos los datos que nos pueden orientar a un diagnóstico. Se activa el protocolo de sospecha de coronavirus, se observa en la evolución que algunos parámetros empiezan a modificarse y cuadran más para dengue, siempre teniendo en cuenta que sean personas con el calendario de vacunas completo, porque de lo contrario se modifica el manejo. Es un desafío y todo paciente implica sentarse a pensarlo y redefinir pautas para decidir si va a quedar internado o irá a su casa, cuáles son las pautas de alarma. Es una situación muy especial la que estamos viviendo.

Una observación compartida por colegas es que en el contexto de cuarentena, que limita la circulación de las personas y con la habilitación de los teléfonos para consultas iniciales, muchas personas que empiezan con fiebre hacen la consulta, se les dan las pautas por teléfono y como el cuadro progresa, cuando hacen la consulta personalmente ya están cursando el día 4 o 5 de la enfermedad. Que para dengue es el momento clave, cuando pueden aparecer los signos de alarma. Si bien el manejo de dengue es muy sencillo, es importante dar pautas claras a la persona para evitar complicaciones y que haya buena evolución de la enfermedad. En ese contexto, lo que nos está pasando es que, en la mayoría de los casos, vemos consultas tardías.

Un “síntoma” de la brecha social
– ¿Hay similitudes o diferencias en los grupos afectados por una u otra epidemia?

– Hace unos días leí un artículo escrito por el equipo de Salud Colectiva de la Universidad de Lanús que decía “Virus con y sin corona”. Me parece que hay diferencias en los grupos afectados; si en 2016 hacíamos una georeferenciación, la mayoría de los casos de dengue coincidían con las zonas más precarias de las grandes urbes donde había asentamientos y faltaban servicios básicos. Parecería -todavía no está analizado- que en este momento esa regla se vuelve a presentar. Si bien los casos están distribuidos también en otros lugares, probablemente el resultado vuelva a coincidir con aquella conclusión.

Con respecto a coronavirus, si bien no aparecieron gran cantidad de casos de circulación comunitaria ni en barrios con mayor cantidad de habitantes, se observa que la mayor cantidad está contenida en el sistema privado y son los menos los que se encuentran en el sistema público. En cambio, en la consulta al sector público de salud, llega más cantidad de casos de dengue. De alguna manera, eso habla del acceso a las distintas opciones del sistema de salud y de las desigualdades.

Notificados vs. confirmados

El último boletín epidemiológico nacional reporta desde la semana 31 de 2019 hasta la semana 14 de 2020 un total de 39.573 casos con sospecha de dengue u otros arbovirus. De ese total, 14.237 resultaron confirmados o probables y están distribuidos en 17 provincias; la mayoría de los casos no tienen registro de antecedentes de viaje.

Fuente: El Litoral