El empleo genuino pierde por goleada contra el informal y no hay perspectivas de mejora

El trabajo genuino y formal está atado al crecimiento de la economía; algo que no sucede de manera orgánica desde hace más de diez años. El salto en los niveles de informalidad, el costo de las contrataciones y un panorama poco alentador en el mediano plazo.

El trabajo genuino y formal está atado al crecimiento de la economía; algo que no sucede de manera orgánica desde hace más de diez años. El salto en los niveles de informalidad, el costo de las contrataciones y un panorama poco alentador en el mediano plazo.

Es casi una obviedad decir que cuando le economía crece, mejoran los niveles de consumo y de empleo. El trabajo genuino o registrado en el sector privado es la consecuencia del presente pero, sobre todo, del futuro ya que hay que evaluar si se justifica o no la creación de determinada posición dentro de una empresa. En los últimos diez años no se genera trabajo formal a la par del crecimiento demográfico debido a que, básicamente, la economía no mejora.

Del otro lado, sí hubo un incremento en los niveles de informalidad que hoy pueden superar ampliamente el  50%. También hay más monotributistas y creció la cantidad de empleados públicos. Los niveles de actividad, según un informe del Consejo Empresario Mendocino (CEM), se mantuvieron casi sin cambios entre 2011 a 2022.

De acuerdo con esta publicación, durante ese lapso el trabajo registrado en Argentina aumentó 16%, entre asalariados (10%) e independientes (42%), mientras que el empleo público creció 27%. Mientras, el monotributo social subió 193% y los monotributistas lo hicieron 36%. En este marco, el trabajo genuino o privado registrado subió 2%, muy por debajo de la tasa de crecimiento poblacional. Todas, cifras que pueden haberse acentuado en los últimos meses a partir del freno observado en el segundo semestre de 2022.

Indicadores que preocupan
“La economía dejó de crecer en 2012 y, al estancarse, no es posible renovar la plantilla de trabajadores”, resumió Jorge Day, economista del Ieral de Fundación Mediterránea. Este estancamiento se dio hasta 2017 y, aunque se registraron subas, no fueron constantes por lo no movieron el aguja. A las recesiones de fines de 2018 y 2019 se sumó la pandemia de 2020 y su recuperación en 2021 y 2022; año que registró un freno en el segundo semestre seguido de un 2023 en el que ya se anticipa una caída en medio de la altísima inflación y un dólar inestable.

En este punto, el informe de coyuntura del Ieral mostró que pocas actividades tuvieron un comportamiento positivo el año pasado y, en el contexto actual, son menos aun las que proyectan buenas perspectivas para este. La baja en sectores clave como petróleo y vitivinicultura explicaron parte de esa caída. El economista Raúl Mercau, director de la carrera de Economía de la UNCuyo, mencionó que un dato preocupante es la caída del ingreso per cápita tanto en Mendoza como en el país.

Sigue complicada la generación de empleo

Al respecto, los números del CEM explicitaron que el ingreso por habitante –indicador de bienestar- se redujo 11% en Argentina y 9% en Mendoza entre 2011 y 2022. “Una inflación crónicamente alta y creciente reduce el horizonte de planificación y afecta las decisiones de inversión”, precisó el análisis mencionado. Agregó que esto tiene un impacto directo en el poder adquisitivo de los ingresos familiares y, con ello, en los niveles de pobreza.

José Vargas, economista de la consultora Evaluecon, explicó que la futura creación de empleo genuino no es alentadora debido a que las empresas observan no solo los altos niveles de inflación y la caída en las ventas sino también la incertidumbre que traen las elecciones. “Lo que sí creció es la búsqueda de ingresos alternativos para poder llegar a fin de mes ya que con un solo trabajo no alcanza”, precisó Vargas.

En un contexto de incertidumbre no es probable que aumente el trabajo privado registrado debido a que se cae la posibilidad de proyectar. Esto favorece las tasas de empleo informal debido a que tiene menores costos de ingreso, salida y _por supuesto_ manutención. “El trabajo informal se crea y se destruye rápidamente”, graficó Mercau debido a que los puestos en blanco demoran más en ajustarse a la situación económica.

El costo del trabajo
La tasa de empleo refleja el comportamiento de la demanda de trabajo y es el cociente entre la cantidad de personas ocupadas y la población total. El trabajo del CEM muestra que entre 2012 y 2022 tanto los números de actividad como de empleo y desempleo se han mantenido sin cambios. Los especialistas consultados destacaron en este punto la importancia de que haya crecimiento económico para que se genere empleo genuino.

Sin embargo, también hay un aspecto que muchos destacaron y que tiene que ver con lo que cuesta el trabajo en blanco; lo que dificulta aún más las contrataciones en épocas inciertas. Es que el crecimiento del primer semestre del año pasado fue opacado por la inflación y los cambios en las reglas del juego como factor macro que atenta con los puestos laborales. A esto se suma la carga fiscal sobre la producción y el trabajo.

El informe del CEM mencionó que la carga tributaria de nuestro país es una de las más elevadas de América Latina. En el período 2004-2020 Argentina incrementó la presión tributaria más que el promedio LATAM y el país se ubicó en los últimos lugares del ranking de competitividad (139 de 141 países) en cuanto a estabilidad macroeconómica.

En relación con la competitividad laboral, Argentina califica 117 entre 141 países en el ranking de competitividad laboral y está entre los primeros países de LATAM en términos de cuña fiscal sobre el salario. Para mejorar su competitividad, según el CEM, el país “enfrenta el desafío de disminuir la carga tributaria sobre el trabajo y aumentar la formalización laboral a la vez que promueve el aumento de la productividad”.

Fuente: MDZ