Elecciones y después…

Como parte del escenario generado por los resultados electorales, pero con la vista puesta más allá de la coyuntura, es necesario ponerse a reflexionar sobre los pasos que la sociedad argentina tiene que dar hacia el futuro.

Como parte del escenario generado por los resultados electorales, pero con la vista puesta más allá de la coyuntura, es necesario ponerse a reflexionar sobre los pasos que la sociedad argentina tiene que dar hacia el futuro. Y eso solo se puede hacer utilizando los sueños, los deseos y la imaginación (nada de esto contrapuesto con la rigurosidad científica y técnica) y los datos que emergen de la experiencia vivida por los ciudadanos y las ciudadanas en los años recientes.

Algunas referencias que pueden ayudar para apuntalar una reflexión en este sentido.

El sujeto político existe. Aunque tantas veces lo hayamos puesto en duda los resultados de la PASO ponen en evidencia que aquellas y aquellos ciudadanas y ciudadanos a quienes en algún momento consideramos «retirados» de la escena pública y recluidos -por los motivos que fueran- en lo privado decidieron trascender ese ámbito y reinstalarse en lo público. No es antojadizo decir que el voto por el Frente de Todos (FdT) puede ser leído no solamente como un rechazo al oficialismo y sus políticas, sino como una manifestación de quienes, además de pensar en su propia situación, quieren aportar a la construcción de mejor escenario para el conjunto.

El sentido crítico persiste. Ni la mentira reiterada ni el bombardeo comunicacional por diferentes vías lograron anular la capacidad reflexiva y de construir conclusiones propias. Sigue vigente la responsabilidad ciudadana para tomar decisiones como protagonistas y constructores de nuestro futuro. Puede decirse que aquellas matrices políticas y socioculturales que marcaron a generaciones en la Argentina y se plasmaron en años todavía recientes en un sentido colectivo que reivindicaba integralidad de derechos, por una parte, y participación en la vida pública, por otra, siguen vigentes en la subjetividad de muchas personas que, en medio del acoso de las circunstancias, se refugiaron en el espacio de lo íntimo o de lo privado. Hubo muchas otras y muchos otros que mantuvieron, a pesar de las adversidades de todo tipo, una actitud de militancia y activismo permanente. Hay memoria colectiva que elude el engaño y sabe esperar.

Las elecciones como emergente. Porque permitieron el reencuentro de los resistentes silenciosos con aquellos que sostuvieron la protesta. Surge así una realidad nueva, inédita, con una complejidad diferente a todas las conocidas y que habrá que ir experimentando y reconociendo con el tiempo. Por analogía sucedió lo mismo en el proceso de constitución del frente político electoral opositor.

Nuevas experiencias y otras prácticas. Hay ahora nuevas redes de solidaridad que están funcionando. Existen porque las protagonizaron diferentes actores (movimientos, organizaciones, iniciativas, grupos y personas) a lo largo de estos años. Porque promovieron acciones, porque generaron nuevas propuestas en condiciones adversas y, en fin, porque nunca dejaron de creer en la posibilidad de volver a recuperar derechos. En un tejido social dañado por el desastre económico y social, se generaron y fortalecieron fuertes lazos engendrados en la adversidad y transformados en motores que alimentan la lucha y la solidaridad. Porque quienes padecieron también demostraron capacidad de aprender y fortalecerse en medio de situaciones desfavorables.

Sin perder de vista que es necesario dedicar las mayores energías para concretar en la elección definitiva lo que ya se avizoró en las primarias, tampoco queda fuera de lugar comenzar a adelantar algunas ideas y propuestas para lo que vendría.

En democracia: gestionar con políticas públicas participativas. En ese sentido -también teniendo en cuenta la importancia de la diversidad de miradas- resulta de suma importancia valorar y recuperar las políticas públicas en todas sus dimensiones y alcances, como un instrumento indispensable para la construcción social. Porque son la más importante y fundamental herramienta de gestión en democracia y porque tienen que constituirse como un espacio de concertación plural, multisectorial y multiactoral para la restitución de derechos. Por esencia las políticas públicas no pueden ser un mecanismo discrecional de los gobiernos aunque éstos sean los ejecutores responsables de las mismas. Tienen que ser un ámbito de construcción colectiva, de escucha atenta de los actores en el territorio tanto para captar demandas y necesidades como para atender propuestas y eventuales soluciones. Las políticas públicas en democracia son, necesariamente, un ámbito insoslayable de cooperación entre Estado-Gobierno y Sociedad Civil. Para ello se necesita también restaurar la alianza entre un Estado con sentido abierto a la participación y la Sociedad Civil a través de sus organizaciones y representantes, considerados como coautores responsables de bienestar para el conjunto de la ciudadanía.

Por Washington Uranga

Fuente: Página 12