En Córdoba lograron regular la actividad de los cuidacoches

Identificados. Uno de los proyectos en Rosario incluye la colocación de pecheras reflectantes.

Identificados. Uno de los proyectos en Rosario incluye la colocación de pecheras reflectantes.

No obstante, hay un accionar paralelo que aún no pueden encauzar. En Rosario se habló de prohibir el rubro y se encendió el debate.

 

Por Silvia Carafa / La Capital

 

Cuidacoches, trapitos o naranjitas. De más a menos cordialidad en el nombre, el tema en su complejidad social está presente en las grandes ciudades que buscan regular la actividad con medidas creativas. A la cabeza está Córdoba, que desde la década del 90 organizó el rubro a través de cooperativas y les proveyó de una pechera de color naranja, de donde tomaron el mote con el que hoy se los conoce allí: naranjitas. En el resto, sólo son intentos.

Entre las más contundentes está la solución propuesta ayer por el concejal Rodrigo López Molina (PRO), que busca prohibir la actividad. El debate arrancó en la comisión de Obras Públicas y dividió aguas entre finalizar con el conflictivo rubro o regularlo. En esta última posición se ubica el radical Jorge Boasso, quien ya lleva presentados dos proyectos sobre el tema que aún no encontraron eco en el Palacio Vasallo.

«Se cree que una realidad social como la de los cuidacoches se resuelve con represión. Es falso», escribió Boasso como un mojón en las redes sociales. Y dijo que no se puede prohibir una actividad por su base informal, tal como los malabaristas, limpiavidrios, músicos callejeros o quienes se ofrecen a cuidar el coche con una franela o un palito en la mano. «Es una caza de brujas, hay gente que se gana el sustento sin molestar a nadie», señaló.

Pero para el radical, el asunto pasa a castaño oscuro si en lugar de una contribución voluntaria hay una demanda extorsiva. ¿Cómo hago para sancionar al que se excedió?, interrogó Boasso y fue en busca de una respuesta irónica.
«No me imagino a (Sergio) Berni (secretario de Seguridad de la Nación) ni a la Gendarmería descuidando a los narcocriminales para perseguir cuidacoches», enfatizó. Y citó las dos iniciativas suyas que llevan 14 años en el Concejo.

Se trata de la identificación de los cuidacoches con pecheras reflectantes, con foto, nombre y apellido atrás y adelante, un número visible y con la frase contribución voluntaria, que funcionaría casi como un acuerdo tácito. Además, propone crear el rubro Cuidacoches Solidarios, que ejercerían su función para una ONG. Si fuera de esto quedan algunos extorsionando o sin querer identificarse, será el residual delictivo frente al cual deberá actuar la policía con denuncia de por medio o sin ella.

Rubro interdicto

Para López Molina el problema no se resuelve con la regulación, que sin duda es el primer paso que intentan dar los grandes centros urbanos cuando la acción de los cuidacoches se complejiza. Y dejó sentado que se debe prohibir el rubro cuando lo toman «bandas delictivas y organizadas que extorsionan con tarifas altas y obligatorias», aunque dejó a salvo a los cuidacoches de buena voluntad, a los que habrá que incluir en programas de capacitación y reinsertar en el mercado formal.

«Boasso dijo que era una cacería de brujas, confundiendo el reclamo por la completa vigencia del estado de derecho en el espacio público, esto significa que cualquiera no puede hacer lo que le venga en gana, porque el lugar es de todos», respondió el portavoz del PRO. Y reconoció que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la cuestión se «desmadró con mafias denunciadas por recaudar 12 millones de pesos por mes y sin respuesta de la Legislatura porteña al reiterado proyecto de prohibición», relató.

«Reconozco la buena intención de quienes piensan regular en lugar de prohibir, identificar a los cuidacoches no va impedir que los vecinos sigan siendo apretados en la calle, son soluciones falsas y temerosas, porque son ineficaces y porque quedan a mitad de camino», detalló y se quebró una lanza a favor de una salida «clara y contundente».

La experiencia cordobesa. Según explicó a LaCapital el subsecretario de Desarrollo Social de la ciudad de Córdoba, Walter Ferreira, en la década del 90 se puso al menos un cascabel al gato. La salida fue impulsar cooperativas de cuidacoches con pecheras naranjas, a las que el Concejo les adjudica un área y una tarifa diurna de 4 pesos la hora. El sistema tiene unos dos mil cuidacoches, contando los «ilegales» a los que se intenta incluir, dijo Ferreira y dejó sentado que la salida cordobesa, única en su tipo, no fue sencilla y todavía busca perfeccionarse.

Intentos

En la búsqueda de organizar la actividad de los cuidacoches también se anotan Mar de Plata y Mendoza, con proyectos que esperan respuestas. En lo concreto la delantera la lleva Uruguay y en Miraflores (Perú) conviven legales y no tanto. En Rosario el tema volverá a debatirse dentro de 15 días en el Palacio Vasallo. Al menos, hay agenda.

Fuente: La Capital de Rosario