Entre el estudio y la asistencia: Cómo es el día a día de las escuelas públicas en Santa Fe

La pandemia no afectó a todos por igual. Establecimientos escolares abren sus puertas para dar atender dos demandas urgentes: distribuir material impreso y sostener la ayuda alimentaria

La pandemia no afectó a todos por igual. Establecimientos escolares abren sus puertas para dar atender dos demandas urgentes: distribuir material impreso y sostener la ayuda alimentaria. Los directivos, a cargo de las entregas, advierten que ambas necesidades se multiplican con el paso de las semanas.

Una vez más, las escuelas tienden una mano en los momentos de crisis. Pese a la cuarentena obligatoria, muchos establecimientos abrieron sus puertas para contener necesidades. Lo hicieron bajo dos urgencias: entregar cuadernillos escolares, para los alumnos que no tienen internet, y continuar la asistencia alimentaria, para aquellas familias donde alcanza para comer.

Tres secundarias de distintos puntos de la ciudad comentaron a El Litoral cómo perciben el día a día y de qué manera llevan adelante este doble trabajo en momentos de emergencias múltiples. “Como se puede”, “con mucho esfuerzo”, “con responsabilidad”, fueron algunas de las respuestas que dieron las escuelas 331 Almirante Brown de barrio San José, 262 República Argentina de Guadalupe Oeste y 564 Alfredo Bravo de Santa Rosa de Lima.

La entrega de material didáctico fue en aumento con el correr de las semanas. En la República Argentina, de 800 estudiantes necesitaron cuadernillos 511; en Almirante Brown, entregaron más de 200 a 900 alumnos; y en la Alfredo Bravo, fueron casi todos los que usaron material impreso aunque utilizan whatsapp para mandar las tareas.

La situación es más compleja en cuanto a la asistencia social. Hubo mayor crecimiento en la demanda de kit alimentario. En la 262 buscaron 25 kits en la primer semana, 50 en la segunda y hay lista de espera para la próxima; en la 331 iniciaron con 120, se elevaron a 212 y calcula trescientos cincuenta para los próximos días; mientras en la 564 no llevan un conteo, pero comentan que es palpable el aumento diario.

Con entrega cada quince días, se procura que los kits contengan: leche, azúcar, masitas o alfajor, dulce de leche, fideos o arroz.

Realidades y organización

Viviana Albornoz, directora de la República Argentina: “Una vez que se suspendieron las clases, nos comunicamos a través del grupo de facebook de la escuela, los preceptores armaron grupos de whatsapp por cada curso y los profesores de informática armaron un drive y classroom para subir trabajos. Así pudimos mandar, bastante rápido, los primeros trabajos a los chicos. Después llegaron cuadernillos de Nación que los necesitábamos porque muchos chicos no pueden bajar los contenidos ni subir los trabajos prácticos. Las familias nos comentaban que eran muchas materias y no les alcanza la plata para poder estar tanto tiempo conectados”.

Nanci Cazeneuve, directora de la Alfredo Bravo: “Estamos conviviendo con una mezcla de metodologías. Todo es ensayo y error. Al principio subimos las actividades al facebook de la institución, pero rápidamente nos dimos cuenta que eran muchos los chicos que no tenían acceso a Internet. Así que armamos grupos de WhatsApp, porque con unos pocos pesos pueden cargan el celular y tener para todo el mes. Hasta el día de hoy, no llegamos a localizar a todos los alumnos porque no tienen un teléfono en la casa; y si hay alguno, generalmente lo comparten con toda la familia. Además, fuimos acercando material en soporte papel preparado por los docentes hasta las casas de los estudiantes”.

Fabián Cataudella, director de la Almirante Brown: “Nos vamos adaptando a los cambios permanentes que nos mandan desde el ministerio de Educación por circulares o resoluciones. Nos comunicamos por whatsapp y el blog educativo con todos los que estudiantes que podemos, buscamos mantener vivo el vínculo pedagógico. Pero se hace difícil en este contexto. El aprendizaje queda relegado porque hay una necesidad real que es la de la alimentación”.

Entregas y necesidades

Albornoz: “Notamos más urgencia económica. Desde el ministerio nos mandan las partidas para mantener la copa de leche de la escuela, pero cada vez son más los que necesitan. Tenemos que tratar de equilibrar los gastos para que alcance a dos entregas por mes, sin descuidar el contenido alimentario del kit. Las familias nos plantean que no les alcanza, nosotros resolver todo lo posible y explicar con paciencia. También hay una gran necesidad de sentirse escuchado”.

Cazeneuve: “En Santa Rosa de Lima ha crecido mucho la cantidad de familias que vienen a buscar una ración para comer. Compartimos el comedor con la escuela primaria 809 y el jardín 173, que estamos en la misma cuadra. Afortunadamente, tenemos una red barrial de hace muchos años que cocina y hace entregas. Muchos de los vecinos eran empleados en negro, monotributistas o informales que en este momento donde no podemos salir a la calle se quedaron sin poder ganarse el día a día. Cataudella: “El número de estudiantes con necesidades crece todos los días. En esta semana se anotaron casi 60.

Seguimos un listado de nuestros alumnos, pero también hacemos la entrega a algunas escuelas primarias de la zona. La búsqueda de precios, compras, organización y distribución corre por cuenta nuestra. Las hacemos en conjunto entre el equipo directivo y los asistentes escolares. Ahora vamos a usar el gimnasio para hacer las entregas, respetando las medidas de higiene, porque hay días que llovió y la gente hacía la cola abajo del agua para llevarse los kit. Y así también podemos hacer un mantenimiento mínimo en el edificio para que no se deteriore”.

Déjà vu de crisis

En cada momento crítico, las escuelas (sus establecimientos y sus integrantes) dieron más que una mano a la población. La experiencia acumulada se refleja hoy en un nuevo contexto de incertidumbre.
“A Santa Rosa de Lima le costó muchísimo levantarse después de las inundaciones. Pero eso nos dejó una gran organización barrial en la que colaboran una enorme cantidad de personas muy comprometidas en lo social. Incluso, ahora se conformó un comité de emergencia para tratar las situaciones. Algunas de las instituciones que participan son las escolares, religiosas, centro de salud, el MTL, servicio de educación popular, radio FM popular, Asociación Mujeres en Lucha, Vecinales”, dijo Cazeneuve.

“En el Almirante nos tocó trabajar en todas las emergencias que tuvo la provincia. Siempre lo hacemos con guardias mínimas, porque en las escuelas hay muchos elementos de valor. Trabajamos en días y horarios rotativos, generalmente tres horas. Es muy importante la tarea que hacen las ecónomas y los auxiliares de comedor que no están siendo reconocidas. También el personal docente que trabaja muchísimo en adaptar las propuestas de enseñanza en los contextos críticos a nivel socioeconómico”, agregó Cataudella.

Fuente: El Litoral