Este jueves el Congreso peruano decide la continuidad de los ministros de Pedro Castillo

Los ministros, encabezados por Guido Bellido, jefe de Gabinete del primer Gobierno de izquierda en el Perú moderno, podrían verse obligados a renunciar si la mayoría de los 130 congresistas no vota a su favor.

Los ministros, encabezados por Guido Bellido, jefe de Gabinete del primer Gobierno de izquierda en el Perú moderno, podrían verse obligados a renunciar si la mayoría de los 130 congresistas no vota a su favor.

Rumores, especulaciones, discrepancias, tensiones y destapes dominaban el escenario político en Perú, en la víspera de que el gabinete ministerial del presidente Pedro Castillo pida, por mandato constitucional, el voto de confianza de un Congreso dominado por la oposición.

Este jueves, los ministros, encabezados por Guido Bellido, jefe de Gabinete del primer Gobierno de izquierda en el Perú moderno, podrían verse obligados a renunciar si la mayoría de los 130 congresistas no vota a su favor.

Pero también podría ser que, pese a la tensión, logren pasar y se puedan dedicar a buscar soluciones para problemas urgentes, como la crisis económica o la tercera ola de la pandemia de coronavirus.

«El pueblo en este momento no está pensando en la confianza», dijo Castillo al solicitar responsabilidad y de paso confirmar que el gabinete se presentará mañana, precisión que desmiente rumores de que Bellido sería removido, pues eso suspendería el acto y le daría al sucesor 30 días más para cumplir con la diligencia.

Castillo señaló, durante un acto público en la selva, que si los cambios son necesarios se harán, pero en su momento, porque «ahora necesitamos trabajar».

El escenario, ya muy complejo, empeoró en las últimas horas, cuando la oposición de derecha se jugó otra carta: la revelación de dos informes de la Policía, de hace 40 y 39 años, que presentan como sospechoso «no habido» de ataques del grupo guerrillero Sendero Luminoso al hoy ministro de Trabajo, Íver Maraví.

«No podemos tolerar que el gabinete sea encabezado por un investigado por apología al terrorismo (Bellido) y conformado por algunos ministros que hasta se habrían alzado en armas», reaccionó la más notoria líder de oposición, Keiko Fujimori, que apenas horas antes reconoció a Castillo como presidente, pues se negaba a hacerlo por un supuesto fraude electoral del que nunca hubo pruebas.

Por su parte, uno de los principales referentes de la oposición «dura» en el Congreso, Jorge Montoya, señaló: «No toleraremos más ministros impresentables con pasado subversivo».

Maraví, hoy con 60 años y larga trayectoria como abogado, profesor, cantante y actor, dice que fue investigado pero no se le probó nada y que lo demuestra el que nunca fue detenido y llevó una vida abierta. De paso, descartó renunciar, porque «sería darle gusto a la ultraderecha».

Antes, la tensión, que no se ha detenido desde que Castillo asumió la presidencia el 28 de julio, o desde antes, cuando enfrentó y venció en una cerrada segunda vuelta a Fujimori, se centró en el ahora excanciller Héctor Béjar, al final forzado a renunciar porque en el pasado culpó a la Marina de actos extremistas en los años 70.

Béjar, intelectual marxista que fue guerrillero hace seis décadas, no tuvo apoyo de Castillo ni Bellido.

El jefe del partido oficialista Perú Libre (PL), el exgobernador de Junín Vladimir Cerrón, no disimuló su enojo por ese aislamiento y por la designación como reemplazo de un diplomático de carrera, Óscar Maúrtua.

«El nuevo Canciller no representa el sentir de PL. Nuestro partido apuesta por una Latinoamérica unida e independiente, rechazando cualquier política injerencista o servil», escribió en las redes Cerrón, de quien la oposición asegura que es el poder detrás del trono.

Ante un aparente distanciamiento, hubo especulaciones de que Castillo podría abandonar el PL y declararse independiente.

El primer mes para Castillo ha sido muy difícil por la intransigencia de una oposición que, coinciden analistas independientes, quiere derribarlo mucho antes de que complete sus cinco años.

«El partido y el Gobierno están sitiados por los poderes fácticos y en estas circunstancias cualquier disidencia es una traición», advirtió entonces Cerrón, cuya locuacidad contrasta con los silencios del presidente.

El primer mes para Castillo ha sido muy difícil por la intransigencia de una oposición que, coinciden analistas independientes, quiere derribarlo mucho antes de que complete sus cinco años, y por «errores no forzados» que lo alejan de potenciales aliados, como la designación de Bellido, a quien desde otros bandos se percibe como radical y muy obediente a Cerrón.

Desde PL se estima que el partido ganó las elecciones y debe marcar la pauta. «Defraudar las expectativas del pueblo sería hacer de este Gobierno un segundo humalismo», señaló Cerrón en referencia al expresidente Ollanta Humala, que surgió en la izquierda pero hizo una gestión liberal-conservadora (2011-2016).

Los analistas coinciden en que el reto para Castillo es complicado.

El académico Ramiro Escobar, por ejemplo, recordó en diálogo con Télam que tendría que hacer una gestión que no olvide que más del 80% del electorado no voto por él en primera vuelta, pero que al mismo tiempo recuerde que sectores eternamente postergados lo ven como promesa de cambio.

Para este jueves se descuenta que el debate se prolongará por horas y será tenso en extremo.

Según las cuentas, el «sí» podría partir con 42 votos, todos de izquierda, y el «no» con 43, todos de derecha, por lo que la palabra final quedaría en 45 legisladores de centroderecha y centro, de los que 36 ya han tenido alianzas con el fujimorismo para controlar el Congreso.

Fuente: Telam