Estela: el pueblo bonaerense en el que viven solo dos personas

En su momento de máximo apogeo, cuando pasaba el tren, esta locación bonaerense llegó a tener 90 habitantes. Hoy conserva solo dos: María y Jorge.

En su momento de máximo apogeo, cuando pasaba el tren, esta locación bonaerense llegó a tener 90 habitantes. Hoy conserva solo dos: María y Jorge.

“Imaginate un pueblo en el que vivan solamente dos personas: un hombre y una mujer. Solos, en medio del campo: menos gente que en tus grupos de whatsapp”, relató un usuario en Twitter generando intriga acerca de un fenómeno que, aunque desconocido por gran parte de los habitantes del país, existe y es posible de ser comprobado en primera persona en territorio bonaerense.

¿Dónde? De seguro habrá condiciones similares en varios puntos geográficos del país, sin embargo este suceso tiene lugar ni más ni menos que en la provincia de Buenos Aires.

Se trata de Estela, una locación que se presta para el realismo mágico en pleno territorio bonaerense. Comprende, además, parte de esos lugares, rincones, historias a las que solo llega un periodista, no por solo portar tal profesión sino por su cualidad de investigación y por su inevitable curiosidad. O un periodistán, como en este caso. Fernando Duclos se hizo conocido bajo ese nombre al publicar en su cuenta de Twitter, y en formato de hilos narrativos, algunas de sus travesías por el Medio Oriente.

Además de la pasión por escribir y dar a conocer este tipo de curiosidades, Fernando goza de un amor empedernido con el mundo, reflejado en sus constantes viajes a lo largo y ancho del mapamundi. Según ha revelado en entrevistas, recorrió el sur del continente americano durante al menos nueve meses logrando así explorar desde Argentina a Nicaragua; también hizo lo suyo en África, donde conoció desde Etiopía a Sudáfrica.

Finalmente, el viaje que acabó por lanzarlo al mundo viral fue la Ruta de la Seda, debido al sinfín de experiencias vividas en la porción geográfica. Y es que no cualquiera atraviesa a fondo destinos como Uzbekistán, Turquía, Irán, el Cáucaso ruso, los Balcanes. Lo que no hubiéramos imaginado es que, de haber estado en semejantes paisajes y estudiando de cerca prácticas milenarias, de pronto le llamara la atención una locación remota en Argentina. Pero quizás sea eso lo que hace que con cada nueva travesía reafirme su gusto por el periodismo y el especial tratamiento sobre ciertas noticias e historias.

Todo empezó con un viaje de amigos en Puán, localidad ubicada en el interior de la Provincia de Buenos Aires, más exactamente en el suroeste, y cabecera del partido homónimo.

Fernando es periodista, nacido de la generación de los que buscamos información en Wikipedia para informarnos en una primera línea y ver desde allí hacia dónde se puede disparar el conjunto de palabras que den sentido a contar una historia. Así es como descubrió que el partido, que está ubicado entre Santa Rosa y Bahía Blanca, está conformado por 13 poblaciones: Azopardo, Bordenave, Darregueira, Estela, Felipe Solá, López Lecube, Puán, San Germán, Tres Cuervos, Víboras, Villa Castelar, Villa Durcudoy y Villa Iris.

Al hacer clic sobre cada una de ellas, llegó entonces a Estela, destino que se llevó todas las miradas. ¿El motivo? En la tabla de información básica sobre el municipio, el ítem de Habitantes estaba acompañado por un número 2, indicando así que solo dos personas vivían allí.

“Lo que uno ve al llegar a Estela es -inequívocamente- abandono. Por aquí pasaba el tren, pero el desguace de los ferrocarriles argentinos en la década del ’90 extinguió a muchos pueblos que se ubicaban cerca de las vías”, registró Fernando, quien una vez encontrado semejante enigma se dispuso a patearlo junto a sus amigos. El nombre de Estela se debe por ser el nombre de la hija del hacendado que donó las tierras para dar vida a la localidad.

Esto último indica también el notable descenso de población que Estela había marcado con el paso de los años. El último censo realizado por el INDEC en 2010 indicaba dos personas, versus un total de alrededor de 25 personas habitando el lugar durante el recuento anterior en 2001. En su momento de máximo apogeo, cuando pasaba el tren, Estela llegó a tener 90 habitantes.

“En las dos manzanas de Estela, pudimos ver el club de fútbol del lugar, ya cerrado. También silos abandonados, casas derruidas, los cardos venciendo al cemento”, siguió Fernando. Tanta desolación hacían perder la esperanza a los presentes de poder encontrar a los famosos dos residentes de la zona.

Pero también había rastros de presencia, con lo cual, como dice la canción, no todo estaba perdido: “Vacas muy bien alimentadas, marcas de neumáticos en el ripio, ¡Un molino andando!”.

Tal como siguió el relato de Fernando, a los pocos minutos comprobaron que Wikipedia tenía información actualizada sobre el tema: “En un bellísimo patio y bajo una higuera, los 4 visitantes estábamos charlando con María, muy felices. Ella nos recibió con muchísima calidez, la de la gente simple. «Desde hace 30 años, sólo somos dos personas en Estela: mi marido, Jorge, y yo».

Si bien Jorge en ese entonces dormía la siesta, Fernando se dio el gusto de entrevistar y de conocer de primera mano lo que tendría para decir el 50% de la población de Estela de la mano de María. “¿Cómo es vivir desde hace tanto tiempo sólo junto a su marido?”, atinó a consultar.

«Somos gente de campo; es decir, tampoco hay mucha diferencia. Yo soy de Jacinto Aráuz, Jorge es de Daireaux. Estamos muy bien acá: hay mucha tranquilidad, mucha paz. Además, nos visitan varios amigos», expresó María mientras, debido a las pocas posibilidades de establecer contacto estrecho en el lugar, los barbijos eran parte de un decorado lejano a sus caras.

Fuente: InfoCielo