Flexibilización laboral, mal negocio para las pymes

Aunque parecía una discusión superada en estos años, se ha vuelto a instalar en diferentes espacios económicos y hasta productivos el tema de la flexibilización laboral. Sobre todo desde que el Gobierno puso sobre la mesa la discusión de los convenios laborales

Aunque parecía una discusión superada en estos años, se ha vuelto a instalar en diferentes espacios económicos y hasta productivos el tema de la flexibilización laboral. Sobre todo desde que el Gobierno puso sobre la mesa la discusión de los convenios laborales, su supuesta antigüedad y a partir de ello, la imposibilidad de ganar mercados externos y ser competitivos en un mundo cada día más tecnológico.

La realidad indica que en estos años se han renovado los convenios de muchas ramas laborales, y al mismo tiempo los trabajadores recuperaron derechos que les habían sido arrebatados en 1976 con el inicio del “industricidio” y su recaída democrática en la década del 90.

También fueron creciendo las pequeñas y medianas empresas en ese círculo virtuoso que genera el trabajo, la producción y el consumo del mercado interno. Para citar un ejemplo, la cámara de las manufacturas del cuero en los 90 no discutió una sola paritaria. Sin embargo, al finalizar la década, no quedaban más de 60 o 70 empresas de nuestro sector.

Para finales de 2015, con años de discusiones entre cámara y sindicato llegaron a ser más de 400 las empresas en actividad. Esto pasó en casi todos los sectores productivos, y eso explica la creación en estos años de 200.000 pymes, llegando a un total de casi 800.000 en todo el país, las cuales generan el 80 por ciento del empleo en Argentina.

Quienes somos empresarios pymes no debemos caer en la trampa de pensar que bajando los costos laborales ganamos en competitividad. En primer lugar, porque esa competitividad se piensa hacia mercados internacionales que hoy es muy difícil ganar. No solo por temas que tienen que ver con los costos internos, sino porque nos encontramos con un mundo más vendedor que comprador. A la mayoría de los países les están sobrando mercaderías, y por supuesto, van a entrar a los países que más decidan abrir sus fronteras.

En segundo lugar, porque muchos países están apostando a fortalecer su mercado interno, y en ese contexto, es fundamental tomar decisiones políticas para que nuestro mercado interno vuelva a crecer, y no es justamente bajando los salarios o quitando derechos a los trabajadores como vamos a recuperar el consumo.

Más allá de tratar el tema de la flexibilización laboral en términos de inclusión de derechos y de crecimiento colectivo, es una cuestión de supervivencia para nuestras pequeñas y medianas empresas, que en su gran mayoría viven del mercado interno. Si los trabajadores siguen perdiendo poder de compra, van a ir cerrando cada vez más empresas que se sumarán a las poco más de 2000 pymes y a los más de 6000 comercios que cerraron durante este año.

Por supuesto hay que discutir competitividad y ahí tenemos que hablar, por citar un ejemplo, de la tremenda carga tributaria que tienen las empresas. También de los costos financieros y de logística. En el valor final de un producto, el costo de producción en muchos sectores llega a ser del 20 al 25 por ciento. Ni los trabajadores, ni las pymes son formadores de precios.

La pérdida de poder adquisitivo o de derechos de los trabajadores puede ser una buena noticia para algunas empresas en lo individual pero una muy mala noticia para el conjunto de las pymes. Discutir redistribución del ingreso es lo que nos hizo crecer en estos años. No caigamos en la trampa de creer que la flexibilización laboral nos hará más competitivos. Ya conocimos esa receta y fue la peor etapa para las pymes.

Por Ariel Aguilar *

* Presidente CIMA. Dirigente de la Cgera.

Fuente: Página 12