Florencio Aceñolaza, el geólogo que agrandó los límites de la patria

Logro decisivo. El entrerriano lideró la investigación que amplió un 35 por ciento la frontera marítima argentina. Nuevos argumentos para el reclamo por Malvinas.

Florencio Aceñolaza, el geólogo que agrandó los límites de la patria

Trascendente. La labor liderada por Aceñolaza permitió extender en un 35% el territorio nacional

 

Muchos hablan de agrandar la patria. Otros trabajan veinte años en silencio y logran, efectivamente, agrandar los límites de la patria. Es el caso del geólogo entrerriano Florencio Aceñolaza, uno de los responsables del estudio sobre límites marítimos argentinos que Naciones Unidas convalidó hace pocos días atrás y que significa en la práctica al menos un 35% más de superficie para el país, además de un nuevo argumento de peso en la disputa con Gran Bretaña por la posesión de las islas Malvinas.

Aceñolaza, quien es profesor de la Universidad Nacional de Tucumán e investigador superior del Conicet, destacó que se trata de la concreción de una política de Estado “que no puede atribuirse a un sólo gobierno, ya que empezó en los 90 y llegó hasta ahora”.

En ese entonces Aceñolaza era diputado nacional por el justicialismo, y junto a la entonces diputada radical Elsa Kelly presentaron el proyecto para que Argentina delimitara sus límites marítimos y los presentara ante Naciones Unidas, cuyo dictamen favorable se conoció a principios de esta semana.

La extensión de la plataforma marina argentina abre enormes posibilidades económicas al extender el área de explotación pesquera y de eventual exploración petrolera.

Además, agrega un elemento de peso al reclamo por Malvinas ya que la ONU acepta que existe un conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, algo que Londres niega.

“Pasado el impacto de la noticia, precisamos que la terminación de este conjunto de estudios técnicos se transforme en definiciones políticas”, dijo el experto.

—¿Cómo comenzó esta historia?

—Es una historia larga que empezó en los años 80, cuando Naciones Unidas determinó que los países con frentes marítimos podían establecer sus límites según ciertas pautas jurídicas, lo que se llamó la Convención de los derechos del mar. Fue un organismo técnico el que definió esto a nivel de Naciones Unidas. Argentina adhirió a eso en 1994. Yo en ese momento era diputado nacional por el justicialismo y presidía la Comisión de Relaciones Exteriores, y junto con la diputada radical Elsa Kelly, que es experta en temas oceánicos, llegamos a un acuerdo para sacar adelante el tema.

—Lo plantearon como política de Estado y no como algo partidario.

—-Exactamente, la idea fue sacar el tema del debate partidario y que fuera presentado por los dos partidos, para ser así tomado como política de Estado. Elsa estaba convencida de que eso iba a seguir adelante, ella hoy es representante argentina ante la Organización Internacional del Mar. Salió como ley en el 97, y allí se creó la comisión para el estudio de la definición del límite, un organismo técnico que estaba bajo la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores y del cual formaba parte el Servicio Geológico, la Marina y varias universidades.

—Es raro ver que triunfe la idea de política de Estado…

—En este caso, es así. Por eso digo que no es el logro de ningún gobierno, porque empezó con Menem, siguió con De la Rua, con los Kirchner y ahora termina con Macri, fue planteado de esa forma y afortunadamente vimos que se pudo llevar adelante una cuestión que le interesa al país más allá de las banderías políticas.

—Se daba en usted el caso de ser geólogo, además de político.

—Claro, yo tenía a cargo la cátedra de geología argentina en la universidad de Tucumán y uno de los temas que planteaba era el de la plataforma marítima. También participaron expertos de la UBA, de la Universidad de La Plata y de varias instituciones más. Cuando comenzamos a trabajar el Conicet puso a disposición un barco, el único que tenía, que se llamaba Puerto Deseado, y también se contrataron barcos alemanes para colaborar. Eran buques oceanográficos, no eran ni de carga ni de guerra, capaces de obtener información del subsuelo y de trabajar con sistemas satelitales, barcos muy completos.

—Allí comienza la investigación.

—Se comenzó a trabajar en el sector del borde de la plataforma, sabíamos que eran 350 millas desde la línea de costa. Se barrió el fondo del mar durante 11 años, fue un trabajo a largo plazo con interrupciones lógicas por contingencias de clima. Por ejemplo, tomar los datos en invierno se hacía muy difícil. Fuimos recopilando toda la información, que se iba discutiendo en la sede de la comisión. Era un trabajo con mucho detalle, porque así como están los límites en la Cordillera de los Andes, se trataba de fijar con precisión los puntos de la frontera marítima, y fue un trabajo bien hecho técnicamente.

—¿Qué pasos siguieron una vez terminada la investigación?

—En 2009 se presentaron las carpetas a Naciones Unidas. Hay que decir que entre 1998 y 2009 el trabajo tenía una clasificación de confidencialidad, no era público porque sabíamos que Inglaterra iba a presentar dificultades y no queríamos que estuvieran al tanto. Eso pudo respetarse y fue importante. Una vez presentado ante la ONU 21 expertos tomaron los casos, que eran muchos ya que otros 158 países llevaron sus propias interpretaciones sobre límites marinos. Pasaron varios años y lo que conocimos ahora es el dictamen de esos expertos, que da razón a Argentina en cuanto a sus límites.

—¿Cómo afecta esto al reclamo por la soberanía de Malvinas?

—Primero hay que decir que Malvinas también presentó su propia interpretación de los derechos del mar. Entonces, el dictamen de Naciones Unidas tiene dos partes: por un lado pudo fijarse con claridad el límite entre la boca del río de la Plata y la latitud del norte de Santa Cruz, donde no existía polémica. Pero en el sur chocamos con la pretensión británica, y ahí aparece algo favorable para Argentina, ya que la ONU reconoce que hay un conflicto con Gran Bretaña, algo que desde ese país vienen sosteniendo que no es así. Recordemos que hace unos años ya la Unión Europea, por presión británica, decide darle un estatus especial a Malvinas ya que según ese país tenían plena soberanía sobre las islas. Esta definición de la ONU dice que no, que existe un conflicto, lo que vuelve atrás el planteo británico. Hemos agregado datos científicos a la discusión histórica, ya que en su momento los británicos decían que Malvinas era un fragmento de Africa, algo que ahora queda totalmente descartado.

—¿Qué significa desde lo económico la extensión de la plataforma marina?

—Significa que esa plataforma tiene potencialmente recursos que pueden ser utilizados. Por un lado está lo de la zona económica exclusiva y la explotación de la pesca, que es muy fuerte, y por otra parte hay que ver lo que haya en el subsuelo. En la plataforma la profundidad del agua varía entre 85 y 200 metros, y luego viene una caída de profundidad que llega hasta los 5.000 metros. Brasil, por ejemplo, está explorando el borde del talud y pueden ir hasta aguas profundas, o sea que se abre una oportunidad. Espero que salgamos del impacto que esto ha generado tras 20 años de trabajo y hagamos algo con esto.

—Ahora les toca actuar a los políticos.

—Claro, esto no sólo es una linda noticia, ahora hay que hacer algo con esto. Para cuidar la plataforma la Prefectura, que es el órgano que hace de policía, sólo tiene tres barcos. Yo creo que ahora hay que tomar medidas políticas dándole mayor injerencia a la Prefectura, porque con tres barcos no va a poder cuidar eso, se agrega casi un 35% más de territorio y falta agregar lo que queda en disputa. La terminación de un conjunto de estudios técnicos tiene que transformarse en definiciones políticas ahora. Quiero destacar que la coordinadora de esta comisión es una rosarina, Frida Armas Pfirter, quien está en Cancillería y es abogada en derecho marítimo internacional.

Fuente: La Capital de Rosario