Hilvanando el futuro: un taller de costura capacita a mujeres mendocinas de bajo recursos
Desde hace 16 años, Adriana Gómez (59) enseña su oficio a jóvenes humildes del barrio La Favorita, en la capital provincial, con su taller, "Soles de Piedemonte".
10/08/2020 MUNICIPIOSDesde hace 16 años, Adriana Gómez (59) enseña su oficio a jóvenes humildes del barrio La Favorita, en la capital provincial, con su taller, «Soles de Piedemonte».
Una emprendedora mendocina construyó junto a otras mujeres un taller de costura en el que capacita y ofrece herramientas a adolescentes en estado de vulnerabilidad social del barrio La Favorita que confeccionan y venden prendas para estudiantes de colegios, para la comunidad e incluso para causas como la lucha por la diversidad para la que realizaron una bandera a pedido de la municipalidad de Mendoza.
«Hace 16 años que apuesto por este emprendimiento y es una satisfacción enorme ver cómo ha crecido y que mis alumnas aprendan mucho», contó a Télam Adriana Gómez, de 59 años, quien es persona de riesgo porque tiene una cirugía de corazón.
Gómez rememoró con añoranza aquel primer momento: «Recuerdo que mi primer experiencia como costurera fue durante el mundial de fútbol de 1978, como operaria en la fábrica de Adidas».
La mujer trabajó en el servicio doméstico cuando estudiaba corte y confección, capacitación que no pudo concluir, y hace 16 años comenzó como emprendedora social para crear el taller de costura «Soles del Piedemonte» por el cual pasaron y aprendieron más de 100 mujeres adolescentes y adultas del barrio La Favorita, un lugar de bajos recursos ubicado al pie de la montaña al Oeste de la ciudad.
Mientras «Doña Adriana», como le dicen sus alumnas, contaba con orgullo la historia y proyectos del taller durante la entrevista, en un sector, en una mesa se podían observar los diseños de las remeras, abrigos para mascotas y barbijos confeccionados por sus alumnas en diferentes colores y tamaños en un salón que cuenta con nueve máquinas de coser y varios armarios de telas e hilos.
La emprendedora, de mirada cálida y voz suave, tomó aire e hizo una pausa para mostrar una prenda y fijó sus ojos en una de las máquinas de coser y recordó junto a Télam el comienzo del taller en un momento en el cual solo tenían pocas máquinas y unas agujas.
El taller tiene unos 45 metros cuadrados, está ubicado al fondo de la casa de Gómez, y se accede por un pasillo angosto y de tierra desde la entrada de la vivienda. Es ese rincón el que comenzó a funcionar como sustento familiar cuando la hija de la mujer a cargo del emprendimiento quedó embarazada a los 14 años.
Compraron ladrillos, bolsas de cementos, maderas y Gómez junto a sus alumnas construyeron poco a poco el salón de costura y lo ampliaron a puro a pulmón, apenas con ayuda de algunas instituciones mendocinas.
Sobre los inicios, «Doña Adriana» buscó entre sus recuerdos y dijo: «Comencé con el reciclado y la confección de manteles navideños y delantales, esa labor nos llevó poco a poco al desafío de invitar y aconsejar mujeres que no tenían posibilidades de aprendizaje laboral o académico».
Con este saber hacer, las mujeres que recibían un subsidio usaban un porcentaje de ese dinero y compraban telas nuevas para luego vender prendas, como guardapolvos, y así continuaron con el desarrollo del taller.
Asimismo, ese conocimiento transformó a la propia Gómez en una referente de muchas jóvenes, que asisten al taller para invertir y reutilizar el dinero obtenido como lo hacen las 17 alumnas que se capacitan en distintos grupos y turnos.
En este sentido, la emprendedora contó a Télam que la situación social actual por la falta de trabajo que causó la pandemia empujó a varios hombres a pedirle un espacio para trabajar en el lugar, por lo cual no descarta en el futuro la apertura de un cupo masculino en el taller.
Algunas de las prendas que confeccionan las alumnas -que tienen entre 14 y 30 años- son vestidos y trajes de alta costura, buzos de egresados, camisas del coro de la Universidad Nacional de Cuyo (UnCuyo) y, en 2016, diseñaron la bandera de la diversidad para la intendencia de la ciudad de Mendoza.
Gómez valorizó este espacio de inclusión para jóvenes en estado de vulnerabilidad y resaltó que se le otorga esta herramienta para poder progresar, como les pasó a Ayelen Butafoco y Patricia Camargo, que viven en Buenos Aires y Ushuaia respectivamente: «Fueron alumnas mías, ambas tenían 16 años cuando vinieron al taller por primera vez y ahora enseñan y venden sus prendas», recordó con orgullo la emprendedora.
«Soles del Piedemonte» fue reconocido en el 2018 y 2019 en la Legislatura de Mendoza por ser un ejemplo como desarrollo de la economía social y la hacedora de este proyecto dio una charla sobre su emprendimiento, que además cuenta con el apoyo de la Municipalidad de la Capital que les donó dos máquinas de coser.
Gómez, en esta etapa de pandemia, capacita y trabaja bajo protocolo con solo siete alumnas por vez y anhela el pronto regreso de la normalidad. Además, no pierde la esperanza de conseguir, con ayuda de todos, un cortador de tela industrial y las maquinas bordadoras para completar su taller.
«Que se animen, el aprender no está de más», dejó como mensaje «Doña Adriana» a todas las jóvenes.