Historias de barro y tradición: la increíble “Ruta del Adobe” de Catamarca

Te contamos un recorrido fundamental de la provincia, con paisajes únicos y sorprendentes unidos por construcciones de adobe que resisten el paso del tiempo.

Te contamos un recorrido fundamental de la provincia, con paisajes únicos y sorprendentes unidos por construcciones de adobe que resisten el paso del tiempo.

Hay una Catamarca que todos deberíamos conocer: paisajes que parecen sacados de otro planeta, rutas escenográficas para hacer road trips, piletas naturales y calientes en la montaña, volcanes entre dunas de arena y valles.

Una provincia que tiene mucho potencial para descubrir. Te recomendamos emprender este viaje en otoño o primavera, que es cuando el clima es más ameno y agradable. Esta nota va, especialmente, dedicada a esa ruta donde el adobe es la estrella principal.

ADOBE CON HISTORIA EN CATAMARCA
La “Ruta del Adobe” es un tramo de la espectacular ruta nacional 60. Durante unos 50 kilómetros que separan a Tinogasta de Fiambalá, historia y arquitectura hacen sinergia creando un camino catamarqueño imperdible.

La idea es que empieces este tour rutero con mate en mano, nueces confitadas rellenas de dulce de leche –algo muy típico de la provincia- y la playlist en Spotify de la reconocida banda folklórica catamarqueña “Carafea” a todo volumen.

En el camino verás muchas construcciones de adobe, como capillas, casonas y oratorios, algunas con 300 años de antigüedad. Este material rojizo se hacía en aquella época con arcilla y greda, una tierra que sale de la orilla de los ríos, se le agregaba paja y agua y se secaba al sol.

La ventaja, en estas tierras áridas y calurosas, es que el adobe es un aislante térmico, que naturalmente ventila por dentro trayendo bocanadas de aire “acondicionado” cuando afuera pueden marcar unos 40 grados.

EL COMIENZO DEL CAMINO
Todo comienza en Tinogasta, una ciudad a las orillas del río Abaucán y a 276 kilómetros de la capital, San Fernando del Valle de Catamarca. Su nombre significa en lengua cacán “junta o reunión de los pueblos”. Acá ya comienza al recorrido por el Hotel de Adobe Casagrande, una casona tradicional del año 1897 que hasta hoy se mantiene de pie.

Acá se instaló en esa época el Comando del Batallón “Cazadores de los Andes”, cuando teníamos diferencias limítrofes con Chile – al estar tan cerca del Paso San Francisco-. En el año 1904 fue adquirida por la familia Orella y hoy funciona como hotel colonial y restaurante de comida casera. Cerquita está el Centro Cultural Tinogasta, de 1898, donde funcionó un hospital público, hoy está en reforma y no se puede acceder. Tiene en su interior una biblioteca y el Museo Arqueológico Tulio Robaudi.

La tercera parada de este corredor turístico y cultural está ubicada dentro de la pequeña localidad de El Puesto. Entrar por sus callecitas es perderse en el tiempo. Acá se visita el Oratorio de los Orquera: una capillita muy pintoresca construida a principios del siglo XVIII, construida en adobe y tapias de barro, su nave interior tiene vigas de algarrobo curvas que es algo típico de la región.

En su interior se conserva la imagen de la Virgen de Nuestra Señora del Rosario. A su lado, hay un Museo Familiar con fotos en blanco y negro, vajilla y carteras y más objetos de época. Este lugar es privado y piden un significativo bono contribución para ingresar de $100 por grupo familiar. El complejo es pequeño pero encantador.

Andando un poco más al norte, nos encontramos con la cuarta parada y el spot más fotografiable de esta ruta: la Iglesia de Andacollo. A unos metros de desvío de la ruta, ella imponente da la bienvenida a un predio donde la rodea una belleza natural, de fondo las montañas le dan el marco final.

La fachada original tiene dos torres en línea y se ingresa a través de un arco con pilares. Durante la primera mitad del siglo XIX se construyó este edificio religioso con una arquitectura poscolonial, los años la fue deteriorando hasta que en 2004 se llevó a cabo un excelente trabajo de recuperación.

Hoy, impecable, forma parte del Patrimonio Histórico Cultural de la Provincia de Catamarca. Una buena idea es ir a verla al atardecer y quedarte hasta cuando prendan las luces. Un lugar mágico para sacar muchas fotos.

UN DESVÍO IMPERDIBLE
En Anillaco, hay dos joyitas escondidas que tenés que marcar en tu mapa. Se trata de uno de los principales asentamientos del siglo XVIII. La primera es la iglesia más antigua de Catamarca, construida, por supuesto, en adobe. Del año 1712, esta Capilla Nuestra Señora del Rosario atrae curiosos de la arquitectura, de la historia y de la cultura. Es una nave larga y angosta, su altar fue construido totalmente con barro instaurando una de las expresiones estéticas del arte sacro popular. Y a su lado, están las ruinas del Mayorazgo de Anillaco, construido aproximadamente en 1687 por Don Gregorio Bazán de Pedraza, lugar donde se realizaban actividades agropecuarias, sociales y religiosas. Se puede caminar entre escombros de paredes de adobe e imaginarse cómo habría sido la vida por aquellos años.

LLEGANDO A FIAMBALÁ
Antes de ingresar a la localidad de Fiambalá, a mano derecha e izquierda yacen ruinas arqueológicas conocidas como las Ruinas de Watungasta. Esta parada es la única que no está señalizada en la ruta ni puesta en valor, un paisaje con restos de construcciones de adobe bajo la tierra que aún no fueron excavados.

Fiambalá también viene de la lengua cacán que significa “casa del viento”. Una localidad del 1701 que tiene bellezas naturales, hitos históricos pero también tiene a un gran protagonista: el viento que corre fuerte por sus calles.

Entrando ya se puede visitar la penúltima parada de la ruta del adobe: la Iglesia de San Pedro, una capilla del blanco más puro que puedas imaginar con paredes de adobe con un metro de espesor.

Construida en 1770 por mandato del capitán español Domingo Carrizo. Se dice que su historia trae una leyenda: cuando Carrizo descubrió la imagen del Santo en Bolivia tuvo un sueño en el que San Pedro le pedía que lo llevara hasta otras tierras para reinar, se lo llevó sin autorización del cura y perseguidos por la denuncia de robo entraron por Antofagasta de la Sierra donde un viento zona borró los rastros y escaparon, y cuando se detuvo el carro que transportaba al santo fue el lugar elegido para construir su iglesia.

La última parada es la Comandancia de Armas, un conjunto arquitectónico del año 1745 donde se desarrollaban actividades militares. Casitas de adobe y un museo donde se exhiben objetos encontrados en la restauración. Y acá finaliza la tan conocida ruta del adobe catamarqueño con estos nueve puntos para visitar pero también verás muchas más construcciones con este material que es un denominador común en la zona.

DOS LUGARES PARA VISITAR EN FIAMBALÁ
Hay 14 piletas en pendiente que sus aguas son curativas y llegan turistas de todas partes para sumergirse en ellas: las Termas de Fiambalá.

Las temperaturas van ascendiendo desde los 30 hasta los 45 grados, recomendando empezar con las más frías primero para ir aclimatando el cuerpo. Estas termas contienen minerales como calcio, bicarbonato de sodio y azufre y quedan a unos 15 kilómetros de Fiambalá.

El lugar es ideal para dedicarle algunas horas y podés llevar comida y bebida para  sentarte a disfrutar en una de las muchas mesas de picnic que hay en el predio. Te recomendamos sacar la entrada con anticipación al WhatsApp 3837-401815.

La organización de las visitas son en tres turnos: 8 a 13 hs 15 a 20 hs y de 20:30 a 23:30 hs. El precio para ingresar es de $300 (argentinos), los extranjeros pagan $450, provincial $250 y jubilados $150. Personas con discapacidad y menores de hasta 6 años tienen acceso gratuito.

Hay lugares que quedan para siempre en uno y las Duna Mágica de Saujil es una. Una montaña de arena de 90 metros de altura a 14 kilómetros de Fiambalá. En este lugar se puede hacer sandboard, te deslizás por la pendiente con una tabla. Un plan para los que les gusta la adrenalina.

Siempre es recomendable ir por la mañana debido al extremo calor y a los fuertes vientos; se recomiendo llevar ropa deportiva de colores blancos, gorra, protector solar y agua. Hay otras dunas para visitar ahí cerquita como la más alta del mundo Federico Kirbus, Medanitos y Tatón

MÁS SOBRE CATAMARCA INCREÍBLE
Si podés dedicarle más días a esta provincia hay otros lugares para descubrir como la Capital – pasear por su plaza 25 de mayo, entrar a la Catedral Nuestra Señora del Valle, visitar el Dique El Jumeal, Pueblo Perdido de la Quebrada y la Virgen del Valle; llegar desde Fiambalá hasta el Paso San Francisco – limite con Chile- recorriendo la famosa Ruta de los Seismiles; ir hasta el Balcón del Pissis y llegar hasta el Campo de Piedra Pómez; visitar las ciudades de Belén y Antofagasta de la Sierra. El salar de Antofalla y la reserva de la Biósfera Laguna Blanca se suman al listado.

INFORMACIÓN ÚTIL
Cómo llegar. En colectivo, la empresa Sierras de Córdoba viaja desde Córdoba a San Fernando del Valle de Catamarca y el viaje tiene una duración de 5 horas y media. Una vez llegados a la capital, se toma otro colectivo en dirección a estas ciudades – empresa Gutiérrez. En auto, desde la Ciudad de Córdoba nos separan 440 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, yendo por la RN 60 y pasando por las Salinas Grandes de Córdoba hasta Tinogasta, donde comienza “La ruta del adobe” son unos 621 kilómetros.

Dónde dormir. Abaucán Hotel & Spa. Un nuevo hotel inaugurado hace un mes. Cuenta con 20 habitaciones. Restaurante, spa, sauna, gimnasio y piletas. El único hotel cinco estrellas de Fiambalá y de la provincia. Otra opción son Cabañas Arrebol: cuatro unidades en Tinogasta. Cuenta con pileta externa.

Dónde comer. Finca La Sala. En las afueras de Tinogasta, es una casona colonial de color rosado súper pintoresca. Un día ideal invita a sentarse en su galería y disfrutar de un clásico locro, humita al plato y unas ricas empanadas.

Fuente: Voy