En el interior cordobés también cuesta preservar el patrimonio

La valorización del patrimonio histórico y los reclamos por preservarlo no estuvieron siempre en la agenda. Eso se percibe en cada ciudad o pueblo que fue perdiendo, durante décadas, edificios, casas y construcciones con historia.

La valorización del patrimonio histórico y los reclamos por preservarlo no estuvieron siempre en la agenda. Eso se percibe en cada ciudad o pueblo que fue perdiendo, durante décadas, edificios, casas y construcciones con historia.

En las principales ciudades del interior, desde hace apenas un par de décadas esa cuestión entró en debate y aparecieron inquietudes por conservar el patrimonio.

Con diferentes resultados en la práctica, surgieron ordenanzas que procuraron ayudar a preservar la historia local, aunque en general, se observan dificultades.

Las herramientas legales tienen limitaciones cuando se trata de propiedades privadas, y su suerte depende en muchos casos de la voluntad de sus dueños. Los que mejor se preservan son los bienes que pudieron ser expropiados (transferidos al Estado). Esas adquisiciones tienen, a su vez, el límite presupuestario de cada municipio.

Las seis principales ciudades del interior, por ejemplo, se ven atravesadas hoy por estos debates sobre cómo evitar que se siga perdiendo esa historia presente.

Río Cuarto

Centenares de viviendas antiguas fueron pulverizadas en los últimos años para hacer torres de departamentos. Amén de los edificios declarados patrimonio, como el Teatro, la Catedral, la Comandancia de Frontera y el Colegio Normal, hay numerosos sitios que son joyas históricas.

El bulevar Roca, diagonal construida en 1883, cuenta con una ordenanza que preserva las fachadas de casonas y comercios, de gran valor arquitectónico, pero la mayoría esperan ser restauradas.

En 2011, por ordenanza, se dispuso la creación de un Consejo Asesor para la defensa del patrimonio natural y cultural. En los últimos años, no funcionó y recién ahora hay intenciones de reactivarlo.

Con apoyo de la Provincia, el municipio ha dado algunos pasos en la recuperación de ciertos edificios públicos, pero hay sitios olvidados. Funcionarios nacionales del área Patrimonio marcaron hace 10 años que Río Cuarto es de las pocas ciudades en la que confluyen seis esquinas con edificios antiguos en pie, sobre el bulevar Roca.

Villa Carlos Paz

De las 30 casas que construyó el fundador, Carlos Nicandro Paz, para que se hospedaran sus amigos y allegados de la elite social de Córdoba y del país, no queda una en pie. La última fue demolida en la década pasada para que funcione la playa de estacionamiento.

Carlos Paz perdió parte valiosa de su historia. La transformación de villa pueblerina a ciudad turística pujante se la llevó a cuestas.

El casco de la estancia Santa Leocadia, que le dio origen, quedó bajo las aguas del lago San Roque.

La ciudad tiene varias ordenanzas que regulan hoy su patrimonio histórico bajo la órbita del Consejo de Planificación Urbano Ambiental (CPUA). El objetivo es preservar, ahora, lo poco que queda en pie: algunos “castillos” y casonas en Villa del Lago, las escuelas San Martín y Carlos Paz, la iglesia del centro, el Palacio Municipal (exhotel Carena), el monumento a la Cruz, el primer muro del dique San Roque y algunas casas históricas de Villa Independencia.

El mes pasado, el municipio inauguró la remodelación del Parque Estancia La Quinta, una construcción jesuítica del siglo pasado.

San Francisco

El patrimonio arquitectónico urbano fue “blindado” por ordenanzas que buscaron proteger sitios históricos tras sucesivas demoliciones de viejas casonas para nuevos emprendimientos.

Esa situación empezó a revertirse con algunas medidas recién en los últimos años. La primera fue la conformación en 2011 de un comité evaluador, integrado por concejales, funcionarios, representantes de los colegios de arquitectos y de ingenieros y del Centro de Estudios Históricos local. Tras una lista de inmuebles identificados, en 2014 se trabajó para definir también “zonas especiales”, con criterios de conservación generales.

Esas medidas aseguraron al menos la preservación de los sitios más emblemáticos e hicieron más dificultosa y debatida la demolición de otros. Ahora, una comisión evalúa cada pedido. En varios casos, se admiten reformas preservando al menos las fachadas. Un clásico, el Palacio Tampieri, dejó de ser, años atrás, sede del gobierno municipal para quedar como museo, con mejor conservación.

Alta Gracia

En una de las ciudades con más historia de Córdoba, la preservación ha tenido tanto avances notables como olvidos imperdonables.

Parte del conjunto jesuítico declarado en 2001 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad fue puesto en valor, pero otros sectores del pasado jesuítico permanecen abandonados.

El molino harinero aledaño al Tajamar lleva años tapiado, la Hornilla ubicada en el Primer Paredón reclama atención, y está ganado por las malezas el acueducto descubierto años atrás en el predio donde iba a erigirse el nuevo Banco Nación.

Fuera de la riqueza jesuítica, el Plan de Ordenamiento Urbano Territorial es la norma reguladora que desde hace años está vigente y ahora en revisión. Hay ordenanzas que limitan la modificación de fachadas y casas antiguas, pero los vecinos han visto cómo, por la vía de la excepción, se sigue perdiendo parte del acervo patrimonial.

Río Tercero

Es la más joven de la ciudades grandes (apenas supera el siglo), pero ha perdido símbolos clave de su pasado. El casco de estancia de su fundador, la primera iglesia, la estación ferroviaria original y otros inmuebles desaparecieron. En las dos últimas décadas hubo intentos de generar ordenanzas pero resultaron de aplicación errática.

Lo que mejor pudo rescatarse fueron los inmuebles que el municipio decidió comprar décadas atrás: el palacete de la familia fundadora (hoy Casa de la Cultura) o la casona donde ahora funciona el Concejo Deliberante.

Por estos días se discute el destino de una de las casas en pie más antiguas de la ciudad, junto a un algarrobo de varios siglos en su jardín, que por ordenanza fue designado “árbol histórico”. La familia propietaria la ha puesto en venta. Esa emblemática casona “de Castagnino”, más su enorme árbol histórico, es el nuevo patrimonio en riesgo.

Villa María transformó su ferrocarril

La larga lista de edificios particulares y públicos contemplados en una ordenanza que los protegía pasó a ser historia. Hay sitios del casco céntrico más antiguo que se conservan en buen estado exterior, pero otros desaparecieron o sufrieron modificaciones.

Una alternativa ante el avance de construcciones fue, en algunos casos, preservar parte de la fachada, integrándola al nuevo diseño.

La polémica más reciente se dio entre la Asociación Española y el Concejo Deliberante, por el hall de la ex-Casa España. Pinturas de Fernando Bonfiglioli cubren el ingreso que la entidad quería transformar en cochera de autos. Finalmente la casa legislativa cedió su patio para hacer el ingreso por una calle lateral y preservar la obra de 1934.

Otra disputa que llegó a instancias judiciales fue por Plaza Ocampo, un estadio de fútbol. En la década pasada, el gobierno municipal intentó trasladar la cancha, cuyos accesos son portales de hace un siglo, para ceder el terreno a un hotel y centro de compras. La oposición política y la negativa judicial lo impidieron.

La transformación del predio ferroviario mutó los viejos galpones en espacios culturales, conservando algunos sectores. Un sitio emblemático que se destruyó es el túnel peatonal Hermanos Secco.

En 2017 se recuperaron dos edificios: el ex Conservatorio de Música, donde Municipio y Universidad crearon la Usina Cultural, y la Casa Buconic, cuya fachada recuperó la Biblioteca Rivadavia, pero con otra funcionalidad en el interior.

Fuente: La Voz