Internacionalización de Monte Caseros
15/06/2014 MUNICIPIOSEl peligro de cortar un proceso exitoso de cooperación fronteriza y no discutir una estrategia. Los procesos de colaboración limítrofe endógenos encuentran su base principal en una visión a largo plazo de los liderazgos locales.
Por Eduardo L. Galantini (*)
La internacionalización de los municipios como proyección de la gestión local ha ganado suma importancia desde hace más de una década. En nuestro caso, una visión de Monte Caseros, que iba más allá de nuestra propia localidad, más allá del Departamento, más allá de la Provincia, y que atravesaba el río Uruguay para integrarnos con nuestros hermanos uruguayos y brasileños.
Aquel proceso de internacionalización se inició reuniendo las capacidades técnicas necesarias para apoyar nuestra meta política.
Dada nuestra posición geográfica estratégica, la internacionalización de nuestra ciudad era posible -y conveniente- junto a Bella Unión y Barra do Quareím.
Nos reunimos varias veces, construimos una visión conjunta de nuestra frontera y planteamos una misión muy concreta: construir un puente que nos uniera físicamente. Aunado a ello, una serie de propuestas económicas y sociales en consonancia con nuestras realidades nacionales que, afortunadamente, estaban alineadas y lideradas por Cristina Fernández de Kirchner, Pepe Mujica y los compañeros Lula y Dilma en Brasil.
Nuestra experiencia demuestra que los procesos de cooperación fronteriza endógenos encuentran su base principal en una visión estratégica de los liderazgos locales, ya sea el liderazgo de un intendente municipal o bien de alguno de los sectores de la comunidad. Pero estos procesos nunca son permanentes y necesitan de un estímulo casi constante, de mucha creatividad y del entrecruzamiento de procesos territoriales con sectores productivos para el desarrollo económico y el bienestar social.
En Monte Caseros, ese sueño de un puente, aquella inteligencia político-territorial puesta al servicio de la gente que sumó rápidamente consenso, hoy está amenazada.
No se trata de un puente, se trata de soñar un territorio, una frontera y el desarrollo. Las discusiones políticas, las estrategias económicas, las reflexiones de lo que queremos ser, han decaído, han mermado y se han enterrado en la cotidianeidad de una gestión puramente administrativa.
Al perder visión, perdemos estrategia.
El puente Monte Caseros-Bella Unión no es sólo un puente. Es una oportunidad para atraer inversiones, para articular los sectores productivos transfronterizos, para mejorar nuestras vocaciones comerciales, para convertirnos en un polo logístico, para ensayar una microrregión de integración con servicios sociales y de salud conjuntos, para mejorar la educación terciaria y universitaria, entre otras cosas.
Los que ven sólo un puente, en realidad, no ven nada. No logran atravesar el río Uruguay, ni soñar el desarrollo. Es por ello que me permito recordar una serie de preguntas clave, tan sólo unas líneas o directrices, para ver más allá del puente…
En materia productiva: ¿Qué perfil económico-productivo queremos? ¿Cuáles son nuestros sectores estratégicos? ¿Cómo vamos a lograr una buena articulación público-privada en nuestro territorio? ¿Cómo vamos a generar nuevas cadenas de valor fronterizas? y, fundamental, ¿Qué papel debe desarrollar el municipio como agente de desarrollo?
En materia educativa: ¿Cómo podemos atraer una mayor inversión en educación para la región? ¿Qué formación profesional vamos a generar en nuestra población? ¿Cuáles van a ser las carreras terciarias y universitarias estratégicas para desarrollar esta triple frontera?
En materia social y de salud: ¿Qué servicios públicos vamos a prestar de manera conjunta con las localidades vecinas? ¿Cómo vamos a compensar las posibles asimetrías y qué sistemas de balance vamos a crear para mantener equilibrados nuestros presupuestos?
En medio ambiente: ¿Cómo vamos a proteger nuestros recursos naturales compartidos, particularmente, el río Uruguay? ¿Cómo vamos a construir y proteger los bienes públicos regionales? ¿Qué políticas de mitigación y adaptación al cambio climático vamos a desarrollar?
En cultura y patrimonio: ¿Cómo ponemos nuestra creatividad territorial, es decir, individual y social, para construir un ambiente más armonioso, para hacer de nuestras localidades un polo de atracción y “buen vivir”? ¿Cuáles van a ser nuestras industrias culturales y que oferta conjunta vamos a desarrollar? ¿Qué vinculación podemos generar con una actividad económica como el turismo? ¿Cómo podemos conservar nuestro patrimonio para mejorar la planificación y las políticas urbanas?
Muchas de estas preguntas pueden encontrar respuesta desde la internacionalización de nuestro Municipio, con una agenda activa en la subregión, en el MERCOSUR y en América Latina que nos permita conocer otras experiencias y lecciones aprendidas en y por otros territorios de frontera.
Con una agenda participativa que involucre a todos los sectores de la sociedad lograremos mantener y alimentar esa visión estratégica. Que la licitación del puente sea la oportunidad para soñar Monte Caseros y la región y diseñar una serie de políticas acordes con “lo que queremos ser”.
Siento, a modo de confesión, que las palabras de Emil Gött se están cumpliendo como una profecía autocumplida: “Las fronteras no pueden generar una sensación de que hemos llegado al final, sino que son donde aún podemos crecer”. El puente, como la integración regional, no es un fin en sí mismo, es un medio para cumplir otras metas, no nos detengamos… ¡Sigamos creciendo!
(*) El autor es ex intendente de Monte Caseros