La autonomía económica y el cuidado, factores clave para la recuperación pospandemia

El impacto de la pandemia es heterogéneo tanto en países como en sectores del mercado laboral. En el caso de la economía del cuidado, altamente feminizada, las consecuencias fueron particularmente desiguales.

El impacto de la pandemia es heterogéneo tanto en países como en sectores del mercado laboral. En el caso de la economía del cuidado, altamente feminizada, las consecuencias fueron particularmente desiguales. Al respecto opinó para Télam Yukiko Arai, directora de la Oficina de País de la OIT para Argentina.

POR YUKIKO ARAI

Los últimos datos globales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que el impacto de la pandemia será más grave de lo estimado a mediados de año. De acuerdo con la octava edición del Observatorio de la OIT: la Covid-19 y el mundo del trabajo, las horas trabajadas durante 2021 se reducirán un 4,3 por ciento, equivalentes a 125 millones de empleos a tiempo completo, esto es, 25 millones más que la proyección de junio pasado.

El impacto de la pandemia es heterogéneo tanto en países como en sectores del mercado laboral. En el caso de la economía del cuidado, altamente feminizada, las consecuencias fueron particularmente desiguales.

Por un lado, la pandemia sobrecargó a las mujeres dentro de sus hogares, intensificando labores de cuidado y atención de niños, personas mayores y con discapacidad, además de limpieza y cocina, todas tareas que cayeron sobre ellas. Por otro, la crisis reflejó la importancia de los cuidados y la necesidad de avanzar hacia un sistema integral. Además, profundizó los problemas estructurales que dificultan la autonomía económica de las mujeres, quienes son las principales cuidadoras de la sociedad. En Argentina, las mujeres conforman el 86 por ciento del sector del cuidado y representan más del 17 por ciento de las asalariadas del país.

Al mismo tiempo, las mujeres que trabajan en la economía del cuidada son también especialmente vulnerables a situaciones de violencia y acoso. Argentina es uno de los nueve países que ya ratificaron el Convenio de la OIT, la primera norma internacional en abordar este tema, y el gobierno nacional avanza en el enorme desafío de implementarlo. Un estudio de pronta publicación, realizado por la OIT en el marco de la Iniciativa Spotlight, junto a la Universidad Nacional de Avellaneda y la Red Nacional Intersindical contra la Violencia Laboral, destaca que 3 de cada 10 personas que trabajan padecen alguna situación de violencia o acoso, ya sea física, psicológica o sexual en su trabajo actual.

Por otra parte, las personas mayores son el grupo de mayor riesgo frente a la COVID-19. Argentina posee una de las poblaciones más envejecidas de América Latina: un 9,5 por ciento de las personas adultas mayores en el país tiene dependencia básica, mientras que existe un 10,2 por ciento de personas con discapacidad. De esa proporción, casi el 60 por ciento posee cobertura de salud y apenas más de un tercio posee un certificado por discapacidad vigente. Además, el 65 por ciento de los hogares con una persona con discapacidad vio reducidos sus ingresos durante la pandemia.

Por otra parte, como relevó la OIT en una encuesta sobre cuidados realizada entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, solo 2 de cada 10 hogares del país donde habitan personas mayores externalizan su cuidado.

En tal contexto, junto a distintos incentivos y estrategias para la recuperación socioeconómica de la crisis, la OIT desarrolla un proyecto para promover la autonomía económica de las mujeres y el cuidado de personas mayores y con discapacidad, factores fundamentales para la reconstrucción de una nueva y mejor normalidad.

Esta iniciativa es parte del Marco de las Naciones Unidas para la Respuesta y Recuperación socioeconómica y ambiental a la Covid-19 en Argentina. Como parte de este proyecto, liderado por ONU Mujeres y con la participación de PNUD y CEPAL, la OIT propone diseñar políticas públicas bajo el esquema que integra las llamadas cinco «R» del cuidado: reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados no remunerado; recompensar el trabajo de cuidado remunerado; y garantizar la representación y la negociación colectiva.

El proyecto también apunta a fortalecer los programas de formación y empleo. Precisamente, la OIT avanza junto al Instituto Nacional de Servicios Sociales de Jubilados y Pensionados (INSSJP-PAMI) -la primera cooperación directa entre la Organización y ese Instituto- para facilitar la enseñanza y el aprendizaje de quienes brindan cuidado domiciliario de personas mayores.

Por más adverso que se presente el contexto, de cara a la recuperación pospandemia, es necesario que los gobiernos, los empleadores y los trabajadores promuevan políticas públicas integrales de cuidado, incluyendo a las personas adultas mayores y a las personas con discapacidad. La perspectiva de género es un enfoque crucial para avanzar en esta agenda, sin dejar a nadie atrás.

Fuente: Telam