La Cumbre, paraíso de la gastronomía de estirpe británica

Tradicional e innovadora, esta población del norte del valle de Punilla se encuentra a unos 1.100 metros sobre el nivel del mar con un entorno natural de ensueño y con tesoros que vale la pena descubrir.

Tradicional e innovadora, esta población del norte del valle de Punilla se encuentra a unos 1.100 metros sobre el nivel del mar con un entorno natural de ensueño y con tesoros que vale la pena descubrir.

En las tierras que mandaba el cacique Balata, los españoles comenzaron con el reparto de tierras, siendo don Bartolomé Jaime el beneficiario de esta región. Luego vino el asentamiento de los primeros establecimientos rurales y cascos, uno de las cuales dio el nombre a la región, San Gerónimo.

A fines del siglo 19, con el paso del ferrocarril que llegaba hasta Cruz del Eje, y al ser la estación más elevada del ramal, fue trocando el antiguo nombre por la actual denominación. Si bien en esta zona había residentes de varias colectividades, el asentamiento de las familias británicas de los ingenieros y del personal que trabajó en el tendido del ferrocarril le dieron una fuerte identidad a La Cumbre. A las señoriales casonas y hoteles, con incipiente desarrollo del turismo y la minería, se le fueron sumando instituciones como el Golf Club, fundado en 1924.

La aristócrata localidad comenzó a ser visitada por encumbradas familias, principalmente de Buenos Aires, que empezaron a levantar imponentes casonas en un lugar donde se hablaba inglés, la ceremonia del té (five o’clock tea) era un clásico y hasta un colegio ya a mediados de siglo, el St. Paul, ayudaba a mantener las tradiciones británicas (hoy San Pablo).

Tal vez el hecho de que la traza de la ruta nacional 38 la dejó un poquito de lado (apenas hay que ingresar un par de kilómetros) le permitió a La Cumbre, que se extiende hacia el norte a los parajes Cruz Grande y Cruz Chica, mantener su estructura y ritmo de villa serrana, y con ello su identidad.

Las posibilidades de alojamiento son diversas, entre las que se destacan las cabañas, posadas y hoteles tradicionales de impronta británica. Ya sea como destino elegido o en un paseo por el día, La Cumbre nos brinda la posibilidad de tomar el té, un clásico durante todo el año, y de disfrutar de un polo gastronómico de excelencia con cocina gourmet de nivel internacional, de cabalgar o de animarse a volar en parapente, y también de conocer algunos de sus secretos.

Hacia el norte, en Cruz Chica y Cruz Grande

Casa de Manuel Mujica Lainez. Entre tantas casonas que embellecen el arbolado camino de La Cumbre a Cruz Chica hay una que invita a detenerse, El Paraíso, que fue la residencia de este escritor argentino desde 1969 hasta su fallecimiento en 1984. Pero más allá de belleza de la residencia, una de las tantas erigidas por el arquitecto francés León Dourge, la actual Casa Museo de Manucho implica adentrarse en el mundo íntimo del creador literario y repasar una forma de vida de otros tiempos que ya parecen muy lejanos. La Fundación Mujica Lainez tiene a su cargo la custodia de la casa y de la obra, como por ejemplo la biblioteca con más de doce mil ejemplares. (Horario: todos los días, excepto el martes, de 10 a 13 y de 17 a 19, $ 300 por persona con reserva al teléfono 3548 451254).

Museo de Motos y Bicicletas. Siguiendo hacia el norte, en Cruz Grande, a la vera del camino uno se encuentra con un llamativo edificio de ladrillo visto, como un antiguo taller mecánico, y una colorida cartelería de antaño. Posiblemente el nombre haga pensar a muchos que es un museo destinado exclusivamente a motoqueros, pero no es así. Si bien los amantes de los fierros en dos ruedas se apasionan, hay piezas que rompen los objetivos originales del museo, como por ejemplo el auto Oakland 1929 de siete asientos que usaba Cecilia Grierson, la primera médica argentina, que utilizaba cuando pasaba sus vacaciones en la vecina localidad de Los Cocos. Motos hay de todo tipo en los dos niveles que dispone la muestra, desde legendarias marcas a algunas pequeñas y armables que utilizaban los paracaidistas en la guerra; bicicletas de los más variados diseños, surtidores de combustibles, latas y carteles, entre otros elementos. Las piezas no cuentan con gran cartelería, pero eso no es problema ya que el creador de este museo, Lisandro Benzi, se encarga de contar apasionadamente las historias que hay detrás de cada objeto. (Horario: todos los días, de 9 a 12 y de 17 a 20, mayores $ 300 y $ 100 menores de 5 a 12 años).

Junto al museo se encuentra El Mercado, una ineludible creación de Pilar Benzi. Es una tienda de artesanías, pero fundamentalmente un mercado de sabores. Allí se puede degustar un té o una tisana de hierbas locales, que se puede acompañar con una Brislé, galletita suiza elaborada con la receta de la abuela, una torta galesa o una medialuna con jamón y queso de un tamaño capaz de satisfacer a cuatro comensales.

Hacia el este, al dique San Jerónimo

Esta zona se ha transformado en un auténtico polo gastronómico y de actividades, con la renovada Estancia El Rosario y el convocante paseo del dique.

Estancia El Rosario. Este tradicional establecimiento, surgido en 1924, pasó por diversas vicisitudes económicas que lo pusieron al borde de la desaparición. De la mano de una nueva gestión hoy luce completamente remozado y en plena producción, con una amplia variedad de alfajores, conitos, dulces y conservas. A la tradicional visita al establecimiento, en la que se puede observar parte de la producción (entre las 11 y las 18), se le ha sumado un bar y una parrilla gourmet de la mano de Vira, cocina de cumbre, con la posibilidad de disfrutar en un arbolado jardín durante todo el día. Asimismo, está Aventura, un parque con arborismo, arquería, tirolesa y palestra ($ 1.300 el combo completo, o $ 400 por juego), para un juego en familia.

Diquesi e Infinito. Frente a la estancia El Rosario se encuentra el bar Infinito, con unas recomendables hamburguesas; y a la vera del dique San Jerónimo (en el que no está permitido bañarse) el canchero chiringuito de autor Diquesi del chef Santiago Blondel, abierto desde el mediodía hasta el atardecer, sin reserva previa.

Proyecto Carayá. A unos 8 kilómetros, en el camino hacia Ascochinga, se encuentra este santuario de animales. El camino obliga a una marcha lenta, y al llegar hay que esperar en el vehículo hasta que se acerque el guía. Luego de los controles del protocolo se puede iniciar una visita guiada de aproximadamente una hora y observar a los monos en libertad, teniendo presente que bajo ningún motivo se puede tocar a los primates ni cosas u objetos del suelo. (Horario: de 10.30 a 18.30, mayores de 9 años $ 400 y $ 200 niños de 3 a 9).

Otras actividades

Siempre es recomendable consultar en la Secretaría de Turismo (Caraffa 300, tel.: 3548 452966, www.lacumbre.gob.ar), tanto para conocer los eventos que pudieran estar programados como consultar con la red de operadores habilitados.

Aeródromo y Mirador de Cuchi Corral. Hacia el oeste, a unos diez kilómetros por camino de tierra desde la ruta nacional 38, se encuentra este balcón natural que es utilizado como plataforma de despegue para los amantes del parapentismo. Es posible hacer vuelos de bautismo (desde $ 8.000 con video de vuelo incluido) y se realizan dependiendo de las corrientes térmicas, generalmente cerca del mediodía, pero se debe contactar antes con los operadores habilitados a fin de ir chequeando las condiciones meteorológicas.

Desde el Aeródromo La Cumbre es posible realizar vuelos recreativos individuales (desde $ 5.800 aprox.) por unos 20 minutos, o dos personas en sendos aviones en simultáneo (consultar al 3548 15639713). Los fines de semana existe la posibilidad de practicar saltos de bautismo en paracaídas (desde unos $ 20 mil pesos aprox., tel.: 1156381717).

Gastronomía. Es imperdible visitar alguna de las casas de té que nos regala La Cumbre, como Viva la Pepa, en la zona del Golf, y que tiene una vista magnífica del valle; la céntrica Dani Cheff o la Fonda de Cruz Chica, entre otras. El festival de sabores se extiende en lugares como El Búho, la Casona del Toboso, Mola y la Urraca Cocina son solo algunas de las propuestas de calidad que ofrece La Cumbre.

Viñedo Nébula. Es una experiencia distinta la que ofrece este singular emprendimiento ubicado al sur de La Cumbre. Este viñedo (por ahora) que está dando su primera cosecha brinda la posibilidad de degustar un plato gourmet o una picada, acompañado por vinos cordobeses o su clásico jugo de frambuesa. Está abierto al mediodía, desde la 18 para disfrutar de un atardecer inolvidable con una vista fabulosa.

Cabalgatas. Hay varias posibilidades (desde $ 500 la hora) y van desde un breve paseo a cabalgatas de un día y hasta las que se realizan en las noches de luna llena.

Golf Club. El fee varía de $ 100 a $ 500, y los aficionados pueden jugar desde las 16.

Cristo Redentor y capilla San Roque. En la parte alta de la villa, por calle Monseñor Pablo Cabrera, se encuentra la sencilla capilla que data de 1898 y muy próximo el acceso por un sendero bien que permite alcanzar en unos treinta minutos la cima del cerro Viarapa, donde se emplaza la imagen del Cristo Redentor de nueve metros de altura, inaugurada en 1954, con una vista panorámica estupenda de La Cumbre y del valle.

Campo de lavanda Domaine de Puberclaire. El público puede recorrer gratuitamente esta plantación de lavanda de 40 años (horario de 9 a 13 y de 16 a 20), como así adquirir flores, perfumes y esencias, entre otros productos.

Balneario El Chorrito. Desde este pequeño balneario parte el curso de agua que invita a realizar una agradable caminata a sus márgenes bajo una frondosa arboleda.

Fuente: Voy