La devaluación de Turquía volvió a impactar en el mercado global

Cayeron las Bolsas de todo el mundo y las monedas de países emergentes. Deuda y déficit externo. Temor al efecto contagio.

Cayeron las Bolsas de todo el mundo y las monedas de países emergentes. Deuda y déficit externo. Temor al efecto contagio.

Una nueva devaluación de la moneda de Turquía volvió a sacudir el mercado internacional. Las Bolsas del mundo, el petróleo y las divisas de Europa y países emergentes cayeron, golpeadas por la crisis.

En Wall Street, el índice Dow Jones experimentó un cuarto día consecutivo de operaciones a la baja. Retrocedió 0,50 por ciento, mientras que el S&P 500 perdió 0,40 por ciento y el Nasdaq 0,10 por ciento.

La divisa turca, que lleva meses depreciándose, se derrumbó más de un 20 por ciento luego de que el gobierno de Estados Unidos decidiera, el viernes pasado, subir los aranceles a la importación de acero. La medida es parte de una guerra diplomática abierta en torno a la detención de un pastor estadounidense en el país que preside Recep Erdogan.

El Banco Central de Turquía anunció medidas para frenar la caída de la lira. Básicamente, puso a disposición 6 mil millones del dólares del Banco Central y dispuso que los bancos vendieron también divisas para abastecer la demanda del mercado. El ministro de Finanzas turco y yerno de Erdogan, Berat Albayrak, dijo que el país tomará «rápidamente las medidas necesarias con sus bancos y autoridades fiscalizadoras», sin dar más detalles. Descartó que el gobierno vaya a retener depósitos bancarios o intervenir en las tenencias de moneda extranjera.

Como Argentina, Turquía registra un déficit de cuenta corriente que supera el 6 por ciento del PBI.

Los mercados en Asia y Europa fueron afectados ayer, en medio de temores a un contagio en los mercados emergentes. La Bolsa de Tokio cerró en fuerte baja de 1,98 por ciento. También bajaron los mercados accionarios del viejo continente.

Bancos españoles

La plaza madrileña fue uno de los más golpeados, por el especial impacto en bancos españoles como BBVA, muy expuesto por controlar casi el 50 por ciento del banco turco Garanti.

La mayoría de las monedas mundiales se depreció contra el dólar. El peso mexicano, por caso, cayó a uno de sus niveles más bajos de los últimos 30 días.

El petróleo también cayó arrastrado por la crisis. El barril Brent cerró a 72,61 dólares en el mercado de Londres tras perder 20 centavos. En Nueva York el barril de «light sweet crude» (WTI) para septiembre cedió 43 centavos y terminó a 67,20 dólares.

La crisis turca vigorizó al dólar que emergió como natural valor de refugio pero eso daña las compras de crudo. La fortaleza del dólar encarece el petróleo para quienes precisan billetes verdes para abastecerse en el mercado de crudo.

Vidas paralelas

La crisis emergente es en parte un derivado de las estrategias de salidas que aplicaron los países centrales para salir de la crisis de 2008, basada en la expansión monetaria y la tasa de interés baja. El crédito y la inversion de cartera fluyó hacia los países emergentes y compensó en parte el mediocre comportamiento de EEUU. y Europa. Pero al mismo tiempo creó una enorme bola de deuda global superior a los 650 mil millones de dólares.

En este marco, la economía turca creció a ritmos «asiáticos» durante los últimos años. En 2017 lo hizo al 7 por ciento pero también llevó la inflación por encima del 15 por ciento. El problema es que ese crecimiento fue financiado por endeudamiento en dólares. Con la caída de la moneda nacional, esos créditos se encarecieron y corren riesgo de incobrabilidad. Eso expone a bancos, como los españoles, que son fuertes prestamistas en ese mercado.

Cuando en 2015, la Reserva Federal de EEUU empezó a subir las tasas de interés, la plata dulce de los mercados emergentes empezó a volver a Walll Street. Argentina fue el primer país afectado. Pero ahora se sumó Turquía. Paradójicamente, ambos países enfrentaron crisis terminales en 2001. En aquel momento, el FMI eligió auxiliar al gobierno turco y promover la «quiebra» argentina, para castigar a los acreedores.

Fuente: La Capital