La economía en un callejón sin salida

Dudas sobre la posibilidad de que la recuperación del comercio exterior le alcance al Gobierno para cumplir con sus metas. La devaluación del peso no operó como un incentivo para las economías regionales y continúa la incertidumbre sobre el futuro.

Dudas sobre la posibilidad de que la recuperación del comercio exterior le alcance al Gobierno para cumplir con sus metas. La devaluación del peso no operó como un incentivo para las economías regionales y continúa la incertidumbre sobre el futuro.

Por Ana Acosta *

La Real Academia Española define la palabra “espurio” como algo “falso o ilegítimo”. Quienes son amigos de las matemáticas denominan a una correlación espuria entre variables cuando en apariencia presentan una relación de causalidad entre ellas, pero en realidad no la hay. O no directamente al menos.

El Gobierno y el FMI apuntan a que el comercio exterior en 2019 será el motor de la economía. Asimismo, ven a la liberalización del tipo de cambio como único impulso válido para mejorar la situación de la balanza comercial. Dentro de esa lógica, una devaluación mejoraría los volúmenes exportados y desincentiva las importaciones. De este modo, establecen una relación causal directa entre devaluación, mejora en la balanza comercial, mejora del déficit fiscal y crecimiento económico.

A partir de un indicador de actividad económica provincial es posible analizar el desempeño regional de esas variables ante procesos devaluatorios. Considerando la relación del crecimiento provincial conjuntamente con las variaciones del indica de tipo de cambio real multilateral, observamos que las mayores tasas de crecimiento de las provincias se dieron durante períodos de estabilidad del tipo de cambio. Asimismo, se observa que los shocks devaluatorios se dan con el proceso recesivo en marcha. Si bien en las devaluaciones de 2014 y 2016 las provincias mostraban variaciones negativas en el nivel de actividad al momento de las devaluaciones, la de 2016 resulta más intensa en el contexto de las políticas contractivas adoptadas por el actual Gobierno. Problemas de estructura productiva, impacto en los costos por los insumos en dólares, entre otros, pueden impactar más rápidamente de manera negativa que un aumento de las exportaciones impulsadas por el tipo de cambio de manera positiva.

Revisando los pronósticos realizados por el gobierno en el Presupuesto 2019 hallamos que las autoridades sostiene que el déficit de cuenta corriente “se corregirá más de un 50 por ciento”. Las cifras vertidas en ese documento proyectan “un déficit de cuenta corriente de aproximadamente 9900 millones de dólares (2,2 por ciento del PBI), que se compara con uno de 22.400 millones proyectado para 2018. Esta corrección refleja la suba del tipo de cambio real multilateral, la desaceleración de la demanda de importaciones, la reversión de la sequía y el mayor crecimiento de los socios comerciales”.

Es decir que, dado el bajo desempeño esperado para las variables internas, las exportaciones constituirían un factor clave para la actividad económica este año. Sin embargo, por más buena que sea la cosecha no será suficiente para lograr el resultado esperado. Proyecciones propias en las cuales se concretan las estimaciones de la cosecha y el crecimiento de Brasil, muestra un crecimiento importante de las exportaciones, pero menor al del gobierno (13 por ciento). Eso daría una caída del PBI de 1,7 por ciento. En un escenario no tan optimista para las exportaciones, de por ejemplo crecimiento del 5 por ciento, la caída del PIB sería en torno al 2,5 por ciento. Las exportaciones pueden crecer, pero ciertamente no apuntaladas por el tipo de cambio sino por el cumplimiento de las expectativas en la cosecha y el crecimiento de nuestros socios comerciales, en especial Brasil. Según las proyecciones del Banco Central de Brasil, el país vecino crecería 2,5 por ciento, el doble que el año pasado.

Si bien no se puede descartar al tipo de cambio como una variable que incide en el desempeño del comercio internacional, hasta el momento, lejos de mejorar su performance, tuvo impacto negativo en varios aspectos; desmejoramiento de los ingresos con una caída notable del salario en dólares, en términos redistributivos por la aceleración inflacionaria, se incrementa el precio de los insumos para los sectores productivos, encarece los pagos de deuda en dólares que creció de manera acelerada (en especial desde el acuerdo con el FMI). Mientras tanto la vulnerabilidad externa continúa profundizándose. Estamos entonces, frente a un problema en el modelo que no se soluciona con meros incrementos en el tipo de cambio.

* Economista del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP).

Fuente: Página 12