La era de la pulverización de los ingresos

Los aumentos alcanzados por los gremios son insuficientes para el trabajador y en muchos casos impagables para las empresas por la caída del consumo. El resultado es mayor conflictividad y cierres de empresas.

Los aumentos alcanzados por los gremios son insuficientes para el trabajador y en muchos casos impagables para las empresas por la caída del consumo. El resultado es mayor conflictividad y cierres de empresas.

Perdemos todos
Por Aldo Lo Russo *

Hace unos años las discusiones salariales que se daban en las paritarias de cada sector eran tensas y difíciles, pero siempre se llegaba a un acuerdo entre trabajadores y empresarios. Esto sucedía de la mano de un Estado presente que ocupaba su rol de mediador y velaba por los intereses de las partes. En los últimos tiempos estas negociaciones se vieron inmersas en un proceso de recesión económica, aumento del desempleo, desindustrialización y precarización laboral y la satisfacción de quienes negocian las paritarias no fue la misma.

Los aumentos alcanzados por los distintos gremios son insuficientes para el trabajador y en muchos casos impagables para las empresas por la caída del consumo en el mercado interno. El resultado es mayor conflictividad, cierres de empresas y comercios, reducción de jornadas de trabajo, despidos o como mínimo salida del circuito de la economía formal, lo que implica pasar a engrosar las filas de la clandestinidad laboral. Todo ello como consecuencia de las políticas económicas de la actual administración.

Las consecuencias del modelo no benefician a ninguna de las partes. El salario de nuestros trabajadores es inmediatamente absorbido por los aumentos de las tarifas de los servicios públicos, del transporte, de los alquileres y, por supuesto, de los alimentos y de la vestimenta. Ni que hablar del pago de los créditos usurarios que obtienen para ir “tapando agujeros”.

Resultado no deseado del acuerdo: más despidos, más recesión y menos consumo. Las paritarias necesitan un marco de referencia dentro de un contexto donde los ejes estén puestos en la producción, el consumo, el empleo y la inversión; de lo contrario, se tornan en un espacio de difícil resolución.

¿Cómo detener este proceso tratando de recomponer la estructura productiva para mejorar el nivel de ingresos de los trabajadores, medida fundamental para reactivar el mercado interno y con ello el consumo y la rueda virtuosa de la economía? Esto no es posible sin la confluencia de todos los actores interesados en un amplio acuerdo social.

Como empresario nacional reconozco en los procesos históricos la decidida acción de José Ber Gelbard como impulsor de esas políticas en el pasado. Sin embargo, la idea de un gran pacto social debe actualizarse, ya que el mundo ha cambiado, más allá de que las premisas básicas de esas ideas siguen vigentes. Crecimiento, empleo, competitividad, exportaciones, inflación razonable, administración del comercio, rentabilidad empresaria, paz social, salud y alimentación adecuada son ejes que deben guiar el acuerdo.

Las convenciones colectivas deben ser un ámbito de discusión natural entre trabajadores y empresarios. En ellas debemos consensuar la modernización de los convenios colectivos vigentes sin poner en riesgo ninguno de los derechos adquiridos por los trabajadores. Pero sí debemos darnos el debate sobre los avances tecnológicos y científicos que nos permitan una verdadera inserción inteligente en la economía mundial. También es importante instrumentar adecuadamente los términos para que la precarización laboral que se da en amplios sectores de la producción, el comercio y los servicios deje de existir.

Eduardo Fidanza, entrevistado por Manuel Barrientos en “Artepolítica”, afirmó que la sociedad argentina es más moderna que desarrollada y más moderna que equitativa, y al referirse a modernidad habla de una sociedad que es muy consciente de sus derechos. En esta línea de pensamiento resulta interesante reflexionar sobre lo que falta: un plan de desarrollo. Ese programa debe abarcar a todos los sectores productivos: el agro, la industria, el comercio y los servicios, poniendo foco en aquello que nos permita combinar nuestros recursos naturales, intelectuales y científicos para obtener la mejor competitividad posible. Tenemos que elegir. Este es un camino posible. El otro, participar de algún exitoso programa de televisión similar a “Quién quiere ser millonario”, que podría llamarse “Quién quiere ser PYME” o “Quién quiere llegar a fin de mes”, propuestas que encajan en la actual mirada del gobierno.

* Secretario general de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina (Camima).

Otro año completo
Por Ariel Lieutier *

Una de las transformaciones importantes que tuvieron lugar en las últimas décadas fue que la determinación salarial adquirió características colectivas y los salarios pasaron a ser negociados en paritarias. La negociación colectiva se convirtió en una herramienta fundamental de política económica en al menos dos sentidos: 1) como factor decisivo en términos distributivos, ya que la evolución del salario que efectivamente perciben las trabajadoras y los trabajadores (registrados) pasó a estar fuertemente asociada a ésta, y; 2) como instrumento de intervención en la nominalidad de la economía. La institución de la negociación colectiva obtuvo un fuerte enraizamiento social y con la llegada de Cambiemos al gobierno continuó activa como principal mecanismo de determinación salarial. Sin embargo, no puede dejar de señalarse que en los últimos años la estrategia oficial frente al funcionamiento de las paritarias fue errática.

Durante 2018, la negociación colectiva sufrió una serie de avatares que afectaron fuertemente su funcionamiento. Los primeros acuerdos de la ronda de paritarias del año pasado se ubicaron en general entre el 15 y el 20 por ciento. La aceleración de la inflación que tuvo lugar desde el segundo trimestre del año pasado (y que implicó que la inflación interanual terminara cerca del 50 por ciento) generó que, de manera generalizada, se reabrieran las discusiones paritarias.

De esta manera, a lo largo del año paritario los acuerdos fueron revisados y se instrumentaron diferentes mecanismos para mitigar el impacto de la inflación en el salario real; así cada sector echó mano a medidas como el establecimiento de aumentos de emergencia, retribuciones a cuenta de futuros aumentos, incorporación de sumas fijas extraordinarias, entre otras. Esto llevó a una lógica de negociación casi permanente, donde tuvo lugar una gran heterogeneidad de incrementos y modalidades.

Ello no impidió que tuviera lugar una caída acelerada del poder adquisitivo de los salarios. Si bien no ha sido lo habitual, no es la primera vez que una ronda de paritarias termina por debajo de la inflación (la última vez había sido en 2016), lo que sí es novedoso es la magnitud de la caída: más de un 12 por ciento (interanual a diciembre de 2018).

Por otra parte, la ronda de paritarias 2019 también luce complicada. Sobre el final del mes de mayo, los sectores más grandes (en cantidad de puestos) están empezando a cerrar acuerdos con algunos meses de retraso; y algunas organizaciones sindicales pretenden acortar los plazos de negociación para que los mismos sean trimestrales.

Mientras tanto, el gobierno nacional puja por encausar las negociaciones en torno a una pauta general de 28/30 por ciento con revisiones periódicas. Algunos acuerdos, entre ellos el de empleados de comercio (que suele ser utilizado por el gobierno como faro para el resto de las negociaciones), ya cerraron en este formato. En general, fueron precedidos por el otorgamiento de algunos puntos de aumento adicionales para compensar parcialmente lo perdido durante el ejercicio anterior, lo que hace que los nuevos incrementos se apliquen sobre una base un poco más alta.

La estrategia oficial implica imponer una pauta que se ubica 12 puntos porcentuales por debajo de la inflación proyectada para este año (Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central). Esto hace suponer que probablemente dicha pauta de aumento termine no siendo operativa y que tendrán lugar reaperturas periódicas.

De esta manera, la doble función destacada al principio de esta nota pareciera crujir. La ausencia de una pauta anual que sea percibida por las diferentes partes como sostenible en el tiempo genera, por un lado, una gran dispersión de acuerdos y modalidades, a la par que introduce dosis de imprevisibilidad en una variable clave de la economía como son los salarios. En este marco, resulta difícil pensar que la ronda de paritarias 2019 garantice una recomposición significativa del salario.

* Economista ITE-FGA.

Fuente: Página 12