La financiarización y el festín
En la Argentina de hoy, las decisiones económicas no se toman en Buenos Aires; muchas se deciden en Wall Street, en el Tesoro estadounidense o en oficinas del FMI.
13/10/2025 El PaísEn la Argentina de hoy, las decisiones económicas no se toman en Buenos Aires; muchas se deciden en Wall Street, en el Tesoro estadounidense o en oficinas del FMI. El Estado, lejos de ser autónomo, funciona como un escenario de captura donde redes financieras globales extraen rentas a partir de información privilegiada. Si no lo cree, averigüe quienes son y a que se dedicaban Scott Bessent y Rob Citrone.
No hablamos de política pública, hablamos de un festín diseñado para los pillos financieros, donde rescates, privatizaciones y reestructuraciones no son soluciones, sino instrumentos de extracción de valor.
La Argentina repite un patrón: deuda y flujos de capital dictan las decisiones estratégicas. Los planes Brady (1990s) y Bessent (2025) muestran lo mismo: el Estado es garante de intereses financieros externos, mientras se despliega la narrativa de “rescate” y “estabilidad macro”.
Cada emisión de bonos, cada swap de deuda, es un movimiento de tablero donde el Estado actúa como peón voluntario de la banca global.
El carry trade y la volatilidad financiera no son accidentes. Son mecanismos sistemáticos de extracción de valor. Inversores externos capturan ganancias extraordinarias gracias a la opacidad del mercado local. El Tesoro, irónicamente, garantiza riesgos que no asume. Como escribió un economista argentino: “el Estado se convirtió en un casino regulado, donde los jugadores saben más que los crupieres”.
La financiarización no es abstracta. Se concreta en redes de actores interconectados. Documentos de Bessent, Caputo y el FMI muestran que la toma de decisiones estratégicas pasa por tecnócratas y consultores con incentivos alineados a intereses globales. Los “pillos financieros” no solo maximizan ganancias: moldean instituciones y regulaciones a su favor.
Banqueros, consultores y ciertos funcionarios funcionan como nodos de información privilegiada. Privatizaciones estratégicas, licitaciones condicionadas y reestructuraciones no son excepciones, sino reglas del juego. Cada operación extrae valor y refuerza la dependencia del Estado respecto a actores globales. Los supuestos guardianes del interés público a menudo son participantes activos del festín.
La captura del Estado también es captura de información. ¿Insider trading institucionalizado y asimetría de datos crean un mercado donde el conocimiento es más rentable que la producción? De nuevo, busque los antecedentes de Bessent, Citrone y Caputo.
La gobernanza enfrenta un dilema crónico: regular mercados y eliminar arbitrajes, o proteger al ciudadano y arriesgar capitales. La historia argentina ha privilegiado la primera opción, consolidando patrones de dependencia y extracción de renta.
Mientras consultores y banqueros disfrutan de rendimientos extraordinarios, políticas sociales y productivas quedan subordinadas a pagos de deuda y exigencias externas. La ética pública no es opcional, su ausencia explica ciclos de deuda, rescates condicionados y privatizaciones estratégicas.
La financiarización del Estado argentino no es coyuntural, es estructural. Redes de “pillos financieros” moldean políticas, instituciones y regulaciones. Cada ciclo de deuda, privatización o salvataje condicionado refuerza un patrón: subordinación del Estado a intereses globales y perpetuación de asimetrías informacionales.
Por Pablo Tigani*
*Director de Fundación Esperanza