La lucha indígena para recuperar su lengua: «Un pueblo sin idioma es un pueblo muerto»
Hablantes y especialistas cuentan las acciones que se realizan en el país para fortalecer ese modo de comunicación originario.
21/02/2022 MUNICIPIOSHablantes y especialistas cuentan las acciones que se realizan en el país para fortalecer ese modo de comunicación originario.
En el Día Mundial de la Lengua Materna, hablantes y defensores de las lenguas indígenas cuentan los trabajos que realizan para fortalecer ese modo de comunicación originario ya que, sostienen, «un pueblo sin idioma es un pueblo muerto».
«Cuando muere una lengua, las cosas divinas, estrellas, sol y luna, las cosas humanas, pensar y sentir, no se reflejan ya en ese espejo», dice el poema escrito en español y náhuatl «Cuando muere una lengua» del historiador mexicano Manuel León Portilla.
En esta fecha, que da comienzo al Decenio Internacional de Las Lenguas Indígenas -que comenzará durará hasta el 2032-, las palabras de León Portilla cobran una relevancia particular.
«Un pueblo sin idioma es un pueblo muerto», añade desde el Lof (comunidad) Newen Mapu, en la provincia de Neuquén, Mari Piciñam, en una entrevista telefónica con Télam.
En la cosmovisión mapuche -cuenta Mari- se concibe a la vida «ligada a las energías de la naturaleza» y, por lo tanto, su lengua, el Mapuzungun, «parte del idioma de las plantas, de los ríos, las montañas, el agua».
«Es el idioma de ellos que nosotros lo usamos como seres humanos. Si no tenemos un idioma propio, no tenemos una comunicación entre nosotros, las personas, pero por sobre todo no podemos comunicarnos con la naturaleza, con cada uno de esos elementos con los que debemos mantener una armonía permanente», explica.
Con motivo de esta fecha, Télam conversó con Mari Piciñam, Vanesa Barrientos y Verónica Azpiroz Cleñán sobre los trabajos que realizan en sus comunidades para fortalecer y recuperar las lenguas de los pueblos a los que pertenecen.
Mari Pichiñam tiene 54 años, pero en 1997, cuando tenía 29, fue una de las impulsoras de la creación del Centro de Educación Mapuce Norgvbamtuleyiñ (entre todos ordenamos nuestra educación).
«Éramos todos padres jóvenes que veníamos padeciendo desde nuestra niñez el desarraigo cultural, el no poder hablar nuestro idioma como nos hubiera gustado porque nuestros padres decidieron que aprendiéramos el castellano para que no siguiéramos sufriendo la discriminación», cuenta Mari sobre ese momento.
Así, con la misión de rescatar «la identidad mapuche» y revalorizar su educación, comenzaron la experiencia con sus propias hijas e hijos, alrededor de 35 infantes.
«Participaron muchos de nuestros mayores que nunca habían abandonado su idioma y tenían mucho que decir de la cultura, la identidad y el conocimiento mapuche», recuerda Piciñam sobre el primer momento del centro, que actualmente abre a las 18:30 para que ingresen las y los niños luego de su jornada escolar estatal.
Mari también cuenta que su pueblo fue uno de los protagonistas en la reforma de la Constitución de 1994 para exigir una Educación Intercultural Bilingüe (EIB), la cual fue reconocida en su artículo 75, inciso 17, como un derecho.
«Las acciones en cuanto al fortalecimiento de las lenguas indígenas que más se visibilizan a nivel estatal son las políticas de EIB, que son las que definen el modelo educativo para los pueblos indígenas», explica Carolina Hecht, doctora en Antropología por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y profesora de «Elementos de Lingüística y Semiótica» en el Departamento de Ciencias Antropológicas de esa universidad.
Sin embargo, la antropóloga destaca que «no existe un relevamiento oficial de lenguas indígenas» y el estado de situación actual lo conoce a través de distintas investigaciones.
«Se habla de 35 lenguas al momento de la conquista de lo que era el territorio argentino, pero varias se perdieron. En el momento actual se observan 14 o 16 -la diferencia se da en que hay dos lenguas, el guaraní correntino y el quichua santiagueño, que no son habladas por población indígena necesariamente- que se mantienen con hablantes. Hay 8 que están en proceso de recuperación y 12 que están extintas», detalla a Télam.
Para ella es fundamental que se lleven adelante políticas lingüísticas a nivel estatal porque «la omisión de acciones atenta contra la vitalidad de las lenguas» y, en este sentido, considera que «el Estado tiene que hacerse cargo de que arrasó con una diversidad cultural y lingüística» que dejó a «hablantes en una situación de desigualdad».
Desde el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) indicaron a Télam que actualmente se está trabajando «en distintos temas sobre idiomas de los pueblos originarios».
En este sentido, destacaron la realización de talleres de fortalecimiento del aprendizaje del mapuzungun en la provincia de Río Negro y la elaboración de recomendaciones sobre cuidados ante el Covid-19 y materiales de accesibilidad electoral, junto al Centro Universitario de Idiomas.
Además, trabajan junto al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad en «traducciones de un protocolo de violencia de género en comunidades indígenas» y utilizan el espacio de Radio Nacional «para hacer llegar mensajes a lugares alejados donde no hay internet», señalaron.
Verónica Azpiroz Cleñán es una politóloga mapuche que vive en la ciudad de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, y pertenece a la comunidad rural Epu Lafken, además de integrar el Tejido de Profesionales Indígenas.
Verónica, además, es doctoranda en Salud Colectiva de la Universidad Nacional de Lanús, y trabaja en Formosa con mujeres wichí en el «parto en hospital con pertinencia cultural y adaptación sociolingüística».
«Eso significa que los y las obstetras tienen que lograr aprender la lengua de su paciente o tienen que concebir una figura que es el facilitador, intérprete bilingüe, para que pueda transmitir lo que la paciente está sintiendo si no tienen la misma lengua», cuenta a Télam.
Para Verónica, si bien «hubo avances en esta materia», es necesario «implementar una política de generar las competencias laborales para aquellos trabajadores de la salud que trabajan en contextos plurilingües o monolingües, como en el caso de Chaco, Formosa y Salta, donde la población llega a los centros de atención primaria hablando su lengua».
En la provincia de Chaco, Vanesa Barrientos, de la comunidad qom-vilela-guaraní, trabaja junto a un grupo de entre 15 y 20 mujeres de las comunidades qom, mocoví y wichí en el programa «ESI con Identidad», que elabora y enseña contenidos de Educación Sexual Integral (ESI) en lenguas indígenas.
«Usamos los ejes de la ESI y complementamos con lo que son los marcos legales, nuestras lenguas, nuestros derechos, nuestras historias, nuestros saberes. En este sentido, uno de los objetivos era que no fuera traducido otro pensamiento patriarcal y colonizador en nuestras comunidades porque eso nos produce daño», cuenta Vanesa a Télam.
El programa comenzó con tres talleres alojados en el sitio web de la Subsecretaría de Interculturalidad y Plurilingüismo, dirigidos a profesores de todas las escuelas, pero principalmente a aquellos que trabajan en las comunidades.
«Al principio, los docentes se negaban, pero luego al trabajar las dinámicas y ver que el programa garantizaba derechos de las comunidades indígenas la respuesta fue un sí», describe sobre la experiencia, y cuenta no llegan a todas las comunidades.
«Vamos por donde nos alcanzan los recursos y en las escuelas que quieren recibirnos. Trabajamos en el consentimiento: sabemos que hay resistencia y tenemos que respetar esos tiempos», explica.
El trabajo que realizan las mujeres de las tres comunidades «fortaleció a la docencia indígena».
«Por primera vez, había mujeres plantándose, diciendo ‘esto es lo que queremos’, ‘hacia esto queremos ir», concluye.