La macro mejora en forma sensible, la micro sigue sin reaccionar

Los mercados siguen festejando las exitosas correcciones que está haciendo el Ejecutivo sobre la macroeconomía. Pero sólo con eso no alcanza

Los mercados siguen festejando las exitosas correcciones que está haciendo el Ejecutivo sobre la macroeconomía. Pero sólo con eso no alcanza

La economía argentina está mostrando importantes avances en todo lo referente a precios relativos. Los elogios de los grandes economistas, empresarios y de los organismos multilaterales de crédito respaldan, hasta ahora, lo actuado por el presidente Javier Milei. Parte importante de la sociedad acompaña, con muchas dudas, pero acompaña.

Los objetivos que apuntaban a corregir las distorsiones de la macroeconomía están llegando mucho antes de lo esperado. Tras la fuerte devaluación de diciembre hubo una importante dispersión de los precios relativos, con un impacto significativo, principalmente, en alimentos. A poco de cumplirse cuatro meses en el Gobierno, la mayor parte de estas variables estarían encaminadas -o rumbo a encaminarse- para encontrar un equilibrio en el corto-mediano plazo. Ahora le llega el turno a las tarifas de energía, otro ajuste -necesario- que cae por fuera de la “casta”.
En este contexto, los mercados siguen festejando, tal como lo vienen haciendo hace ya varias jornadas. Para el Gobierno, la semana corta que vivió el país -con el lunes y martes feriados- fue casi ideal: un riesgo país que perforó los 1.300 puntos básicos, la “pax cambiaria” dominando el escenario de corto plazo, el repunte sobresaliente de los bonos, dólares alternativos que rompieron el piso de los 1.000 pesos, y un renovado envión para las acciones que ya van en un busca de nuevos récords en sus cotizaciones.
Pero parte importante de la sociedad no participa de toda esta fiesta que se está observado hace ya un tiempo en los mercados financieros. No derrama a los asalariados, los jubilados, los pensionados ni a las empresas que siguen ajustando sus presupuestos a la espera de una reactivación.

Sin embargo, hay voces optimistas dentro de este escenario de incertidumbre. “En marzo, la actividad parece haber encontrado un piso. Los salarios comienzan a recuperar parte de su poder adquisitivo, lo cual reactiva parcialmente el consumo”, mencionó en su último informe la Consultora Econviews, dirigida por el reconocido economista Miguel Kiguel. Respecto a la velocidad del despegue, el documento plantea que “nuestra visión es que lo peor ya pasó y que se avecina la recuperación”. Pero Kiguel también remarca que el impacto de las políticas contractivas está enfriando la economía con un dólar que tampoco está favoreciendo la situación. “El tipo de cambio real se mantiene por debajo de su promedio histórico. Este atraso pone en riesgo la competitividad de los productos locales si se sigue con el crawling peg del 2% mensual”, destaca en otra parte del documento de Econviews.

Esta misma preocupación se refleja en el último documento elaborado por la Consultora Quantum Finanzas, dirigida por el economista Daniel Marx. “Si bien, la contracción monetaria contribuye a la desaceleración de la suba de precios, también puede derivar en caídas superiores en la actividad económica y su convalidación en pérdidas de ingresos al desarme de ahorros por parte de los residentes, muchos en moneda extranjera y a una mayor oferta de divisas en los mercados de cambios”, destaca el informe. “La estabilidad que se observa en los tipos de cambio financieros, en cierta medida podría ser explicada por este fenómeno y no por uno más virtuoso de ingreso de capitales y aumento de la demanda de dinero”, detalla en otra parte este mismo trabajo.

Escenario para el segundo trimestre
“Hace sólo cuatro meses que tomamos el control de un país totalmente destruido…me parece que avanzamos bastante; y todavía falta mucho por hacer. La tarea no es fácil”, confió a +P un funcionario de la cartera de Economía de la Nación, muy cercano al ministro Luis Caputo, al ser consultado por las posibilidades que se están evaluando para salir de la recesión.

El segundo trimestre del año será clave, ya que la mayor parte de los argentinos espera algún tipo de señal que muestre un repunte económico, tras estos cuatro meses de ajuste. Lo aseguró el mismo presidente de la Nación, cuando puso como fechas límites fines de marzo o principios de abril para el inicio del “rebote” de la economía. Para el Gobierno, a partir de ahora, comienza a funcionar un reloj de arena que medirá, semana a semana, la tolerancia social existente.

Desde el Ejecutivo son conscientes que entre abril y junio deberán emerger algunos indicadores con datos positivos y cambios de tendencia sobre la economía. La mayor parte de las encuestas que se pusieron sobre la mesa la semana pasada, van en esta misma línea.

– Es muy probable que la inflación de marzo, que será oficializada el viernes y que se podría ubicar por debajo del 13%, sea utilizada por el Gobierno para mostrar la tendencia a la baja de este indicador que tanto impacto tiene sobre la sociedad. Pero no hay que dejar de señalar que ese mismo 12% fue el último número de inflación (noviembre 2023) que dejó la desastrosa gestión de Alberto Fernández. En definitiva, es poco lo que se podría llegar festejar tras los anuncios del índice de precios (IPC) de marzo.

– Otro dato de relevancia que sin duda es positivo, y que ya el Gobierno analiza la forma de comunicarlo, es el probable aumento de reserva que registrará el Banco Central en este segundo trimestre del año. Es algo estacional, pero que en 2024 impactará con fuerzas ya que existe una cosecha casi completa en todo el complejo oleaginoso del país, que generará un importante ingreso de divisas, ayudando a contener la volatilidad del mercado cambiario y sumar divisas al Banco Central. Un contexto con el que no contó el Gobierno anterior por la feroz sequía que sufrieron las campos argentinos.

Los tiempos se acortan. La paciencia social no es infinita y el Ejecutivo toma nota de ello. Poder reactivar la economía -la micro, la que verdaderamente llega al ciudadano de a pie- es la deuda pendiente más importante que tiene el Gobierno con la sociedad. No será fácil salir de un degradante modelo económico que sumergió al país -en los últimos 20 años- en la peor crisis de su historia, y pasar a otro que nos permita abrirnos para competir con el mundo, acompañado de un Estado pequeño, eficiente y dinámico.

Modelos para llegar este objetivo tenemos cientos y muchos de ellos ya aplicándose en países vecinos. Tras esta visión está gran parte de la ciudadanía argentina, y de allí su paciencia pese al terrible ajuste que está soportando. Pero que el padecimiento no se transforme, al fin del camino, en frustración; sería lo peor que le puede suceder al país.

Fuente: La Mañana Neuquén