La pesada herencia de una macroeconomía rota

Al cierre del mandato, todos los indicadores del tablero de gestión aparecen en rojo. Será el desafío del próximo gobierno, recomponer la matriz productiva y poner la economía en marcha.

Al cierre del mandato, todos los indicadores del tablero de gestión aparecen en rojo. Será el desafío del próximo gobierno, recomponer la matriz productiva y poner la economía en marcha.

Cuesta encontrar certezas cuando la incertidumbre se apodera de la realidad política, económica y social. No obstante, si existe algo seguro a dos semanas de las elecciones presidenciales, es que cuando finalice el mandato de Mauricio Macri, el tablero de gestión arrojará más luces rojas que cuando el empresario asumió la presidencia.
Gane quien gane en octubre, la herencia que dejará el gobierno de Cambiemos para los próximos cuatros años, será esta vez verdaderamente pesada. Todos y cada uno de los indicadores de la macroeconomía nacional, se encuentran deteriorados y es difícil advertir algún sesgo positivo en los resultados de las políticas aplicadas durante los últimos cuatro años.
Las voces oficiales, suelen destacar la reducción del déficit fiscal primario como un logro de gestión, que traerá beneficios a largo plazo. Sin embargo, si se tiene en cuenta que la búsqueda de equilibrio primario se llevó a cabo quitando subsidios a la energía y al transporte, es decir castigando el bolsillo de la gente de a pie, y que al mismo tiempo se incrementó notablemente la partida de intereses de la deuda pública, el éxito queda notablemente opacado.
Un breve repaso por el resto de los indicadores, la gestión arroja resultado negativo.
La inflación fue el eje rector desde el inicio del mandato. El resto de los objetivos se supeditó a la meta de lograr una senda de inflación a la baja. “Bajar la inflación será lo más sencillo que deba hacer si soy Presidente”, aventuró Macri antes de ser electo en 2015. La tarea le resultó mucho más compleja. Deja como legado para el próximo gobierno, exactamente el doble de inflación de la que recibió.
La pobreza, es sin duda otro fracaso mayúsculo. No solo eso, sino que es la medida de éxito que se autoimpuso el mandatario en 2016, cuando pidió que su gobierno sea evaluado por su capacidad de reducir el flagelo. La gestión culmina con cuatro millones y medio de nuevos pobres y con tres millones y medio de personas que no reúnen lo necesario para poder comer.
En relación al desempleo, se logró un piso del 7,2% a fines de 2017, pero la recesión desatada tras la corrida cambiaria de 2018 generó la destrucción de más de 130.00 puestos en solo doce meses, lo que llevó en 2019 la falta de trabajo por encima de las dos cifras, luego de 13 años.

La gestión de la deuda externa, es un capítulo en sí mismo. Acudir al crédito internacional para solventar el rojo fiscal, solo fue posible por el escaso nivel de endeudamiento que ostentaba la economía a fines de 2015, cuando la relación entre deuda y producto, era de solo 40%. Según los datos del Ministerio de Hacienda de la Nación, cuando asumió Mauricio Macri, la deuda pública era de u$s 240.000 millones. Llegado el segundo trimestre de este año, asciende a $337.000. Los casi u$s 100.000 millones que se pidieron prestados en apenas 3 años, incluyen la inverosímil colocación de un bono a 100 años, de la cual los funcionarios de turno supieron hacer gala como ‘caso de éxito global’. A ello hay que sumar los u$s 44.000 millones con los que el FMI asistió al país el último año. “Pedir crédito no es bueno ni malo en sí mismo. Lo importante es conocer el uso que se le dará a los fondos”, suele decir un conocido gurú de las finanzas. La paradoja es precisamente, que tras haber comprometido la economía por años, ninguno de los problemas estructurales de la economía nacional fue saldado.
La balanza comercial, podría considerarse como una de las pocas luces verdes del tablero. El gobierno recibió un déficit comercial de u$s 3.000 millones al cierre de 2015. El último dato publicado por Indec, revela que entre enero y agosto de este año, el saldo comercial arroja superávit por u$s 7.800 millones. Un sencillo cálculo permite estimar que al cierre de 2019, el saldo positivo podría llegar a los u$s 11.000 millones. El asterisco, es que la mejora se produce a raíz del derrumbe que experimentan las importaciones. Desde la devaluación de abril de 2018, las mismas caen a un ritmo del 30% anual, de la mano de la baja en el consumo, y la recesión, que conlleva menor nivel de importación de insumos y piezas de capital.
Precisamente el dólar, es otro de los mayores tropiezos de la gestión. La devaluación acumulada desde el momento en que se salió del cepo a fines de 2015, y el día de hoy, es de 340%. La combinación de un esquema de tipo de cambio flotante, con una apertura indiscriminada al mercado de capitales, que implicó el desmantelamiento de todos los controles a la entrada y salida, y la eliminación de los plazos mínimos de permanencia para inversores externos y de los límites individuales de compra, fueron determinantes cuando arreció la incertidumbre. El corolario pone a la gestión Macri acudiendo al mismo instrumento que tanto denostó: el cepo cambiario. Con diferencias y matices, la economía no está en condiciones hoy de vender todos los dólares que sean necesarios a quien así lo requiera. La cíclica dificultad estructural para generar divisas genuinas, sigue siendo la principal restricción que enfrenta la economía nacional. Así es desde el final del modelo agroexportador durante la década infame del Siglo pasado.
De allí se desprende la dinámica de otras tres variables clave de la macroeconomía nacional.
El salario en dólares cayó 37% durante la actual gestión. Tomando en cuenta la cotización actual y la Remuneración imponible promedio de los trabajadores estables (RIPTE), el salario en dólares pasó de u$s 1.153 en diciembre de 2015, a los actuales u$s 727.
La tasa de interés, es otra variable cuya evolución ha estado atada directamente a la escases de divisas. El precio de mantener pesos en cartera asciende hoy al 71% anual, haciendo que invertir en el sector productivo sea prohibitivo, especialmente para las pequeñas y medianas empresas.
Por último, el stock de Reservas del BCRA. A fines de 2015, las mismas estaban compuestas casi en exclusividad por swaps de monedas, lo que reducía notablemente su disponibilidad real. El gobierno logró recomponerlas durante los dos primeros años, cuando las expectativas eran por demás auspiciosas. La situación se revirtió tras el inicio de la corrida en 2018, y las reservas se convirtieron en el último cordón de contención para la salida de capitales. Las tenencias actuales, contabilizan los swaps que siguen vigentes, y u$s 7.000 millones que pertenecen al Tesoro Nacional y aun quedan como remanente del primer desembolso del FMI en junio de 2018. Sin embargo, el ritmo al que siguen drenando las reservas, hace que el principal interrogante hoy, sea saber cuál será el nivel de las mismas al final del mandato. En el mes de septiembre, y tras la re implantación del cepo, se perdieron otros u$s 5.400 millones.

En números
35,4% La pobreza en el segundo trimestre de este año. En los últimos tres años y medio se generaron cuatro millones y medio de nuevos pobres.

54,5% La inflación acumulada el último año. La actual gestión finalizará con una inflación acumulada anual que duplica la que Macri heredó.

Fuente: Río Negro