La pospandemia muestra hogares santafesinos con niños y adolescentes cada vez más pobres

Unicef relevó la situación de los chicos en todo el país y en Santa Fe a esa realidad le suma la violencia, que castiga a esa franja etaria casi a diario.

Unicef relevó la situación de los chicos en todo el país y en Santa Fe a esa realidad le suma la violencia, que castiga a esa franja etaria casi a diario.

La plata no alcanza. Cada vez menos carne, frutas y verduras a la mesa y hasta saltearse alguna comida; cada vez más fiado al almacenero y más estalladas las tarjeta de crédito entre los bancarizados. Incluso, en uno de cada cuatro hogares la reducción de gastos pasa por desatender la salud: dejar de ir al médico y al odontólogo y hasta no comprar medicamentos. La situación, que se agrava en los hogares monomarentales, donde la «inestabilidad laboral» sigue siendo una situación que afecta a casi 6 de cada diez mujeres, que aún con el retorno de la escolaridad plena siguen padeciendo la sobrecarga de las tareas de cuidado.

La última Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 fue realizada en junio pasado por Unicef Argentina en más de 1.620 hogares de las seis regiones del país, una muestra representativa de los de los 6,3 millones de hogares donde viven chicos y adolescentes. El estudio fue presentado este miércoles y mostró que más de un millón de esos niños en Argentina dejó en este tiempo de comer alguna de las cuatro comidas del día por falta de recursos, una situación que afecta también a 3 millones de adultos.

Ese escenario incluye a Santa Fe, que además es una de las cinco provincias del país consideradas «prioritarias» por la organización internacional y donde se desarrollan cinco ejes específicos de trabajo, pero donde además de la pobreza y la vulneración de derechos que padecen los más chicos miran con atención los contextos de violencia que los tienen víctimas fatales casi a diario.

El estudio comenzó a realizarse durante la pandemia de Covid-19 y sistemáticamente se sostuvo cada seis meses. Ahora, volvió a realizarse con la mirada puesta sobre las problemáticas que, según indicó la representante de Unicef en Argentina, Luisa Brumana, «son las que más preocupan» y que van desde pobreza, alimentación y salud hasta transferencias sociales y violencias.

Pobreza y supervivencia
El registro realizado por Unicef telefónicamente relevó que en más de dos millones de hogares donde viven chicos los ingresos para cubrir los gastos corrientes no alcanzan (33%). Sin embargo, si esos hogares están entre el núcleo de la población más vulnerable que percibe la Asignación Universal por Hijo (AUH) esa proporción crece por encima del 50 por ciento y en los casos donde la jefatura del hogar está a cargo de una mujer, también se incrementa al 40 por ciento.

La «inestabilidad laboral» de las mujeres y la feminización de la pobreza sigue siendo un hecho palpable en los números: la proporción de mujeres en esa situación es del 58 por ciento, mientras que la de varones no alcanza al 40 por ciento. La contracara es que entre los que nunca perdieron el trabajo durante la pandemia el 62 por ciento son varones, ese número entre las mujeres desciende 20 puntos (44%).

Las estrategias de supervivencia van desde restricciones a endeudamiento: más de un millón de niñas, niños y adolescentes en Argentina dejó de comer alguna comida, ya sea desayuno, almuerzo, merienda o cena, por falta de recursos y la insuficiencia en los ingresos también generó una reducción del 67% en el consumo de carne y del 40% en la ingesta de frutas y verduras, así como también de los lácteos, todos productos que fueron sustituidos por harinas e hidratos de carbono de mucho menor costo.

“Los resultados muestran que hay un declive de la clase media, donde la insuficiencia de ingresos genera la necesidad de usar ahorros o endeudarse para mantener condiciones de vida mínimas para la niñez, mientras que en aquellos hogares ya situados en la pobreza el resultado es la falta de un plato de comida”, señaló Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de Unicef.

Dejar de ir al médico o al dentista (24%), dejar de comprar medicamentos (17%), gastar lo ahorrado (31%) y pedir prestado (33%) fueron estrategias que comenzaron a normalizarse y que se profundizan en hogares con AUH. Es más, en dos de cada diez viviendas se tomó la decisión de dejar de pagar alguno de los servicios, una medida que en el caso de las familias más pobres se incrementa al 33 por ciento y al 24 por ciento en hogares monomarentales.

Entre las mujeres a cargo de sus hijos se suma otro elemento: para junio de este año, la mitad no había cobrado la cuota alimentaria por parte del padre de los niños o adolescentes, en tanto, el 63 por ciento dijo no recibirla en forma regular ya sea por falta de trabajo o mala relación entre los adultos responsables.

Y aunque la escolaridad retornó en su plena presencialidad, casi el 50% de las mujeres de más de 18 años entrevistadas expresó sentir una sobrecarga por estas tareas. Un 13% de los chicos y chicas se quedan solos en sus casas y otro 10% lo hace a cargo fundamentalmente de hermanas aún menores de 18 años, lo que ocasiona situaciones de «cuidado inadecuado», indicadores que aumentan significativamente en hogares monomarentales.

Además, violencia
A ese escenario que comparten los sectores populares de todo el país, en Santa Fe se suman las situaciones excepcionales de violencia que atraviesa la provincia y más aún, Rosario, donde niños, niñas y adolescentes vienen siendo casi a diario víctimas fatales de la violencia urbana y el enfrentamiento entre bandas.

A nivel nacional, el estudio relevó que más de 300 mil mujeres dijeron sentirse agredidas física o verbalmente e incluso un 24 por ciento de los adolescentes indicaron haber presenciado una situación de bullying en sus escuelas y un 7 por ciento las sufrió en primera persona.

Ya por sus características, Santa Fe hace tiempo que es una de las cinco jurisdicciones consideraras «prioritarias» por Unicef y donde se sostienen ejes específicos de trabajo con diferentes poblaciones, según detalló Olga Isaza, la representante adjunta de la organización.

Ayudar a disminuir la pobreza a través de los sistemas de protección social, trabajar junto con las intendencias en la gestión pública de las infancias, acompañar la asistencia hasta los 5 años de vida, trabajar con los adolescentes en la oferta de proyectos integrales, educación sexual integral y acceso a los servicios de salud son algunos de los focos que mantiene Unicef en la provincia, sumado al de lograr entornos «libres de violencia en los hogares, las escuelas, las redes sociales y la comunidad», detalló.

Isaza explicó que desde Unicef «se viene trabajando para fortalecer las estrategias de prevención y para garantizar que los niños y niñas víctimas o testigos de violencia reciban protección y accedan a la Justicia» y puso como ejemplo el programa Municipio unido por la Niñez y la Adolescencia (Muna), que se lleva adelante en 70 municipios de nueve provincias del país, incluida Santa Fe, donde «la violencia se prioriza como una problemática central».

Fuente: La Capital