La Soberanía es cuestión de manos propias
Millares de personas en ambas márgenes, desde Posadas y hasta los puertos bonaerenses, se expresaron en reclamo de la soberanía y el absoluto control argentino sobre el Paraná y todos los ríos del territorio nacional
16/07/2021 OPINIÓNEl pasado viernes 9, en puentes, ciudades, puertos y barrancas del Paraná fue impresionante el reclamo popular por la recuperación de la soberanía sobre el privatizado río. Millares de personas en ambas márgenes, desde Posadas y hasta los puertos bonaerenses, se expresaron en reclamo de la soberanía y el absoluto control argentino sobre el Paraná y todos los ríos del territorio nacional, en apoyo al decreto 427/21 recientemente emitido por el presidente Alberto Fernández y que establece que durante doce meses el río estará a cargo de la Administración General de Puertos (AGP). Decisión sin dudas saludable pero insuficiente ya que no derogó el decreto 949/20, que autorizó licitaciones públicas nacionales e internacionales en favor de empresas extranjeras.
En el caso chaqueño y correntino, varios miles de personas conformaron dos multitudinarias caravanas de vehículos con pancartas y larguísimas banderas, partiendo de Resistencia y de Corrientes para culminar en un abrazo simbólico en lo más alto del puente General Belgrano que une ambas provincias. Desde ambas orillas, las columnas llenaron más de tres kilómetros y en la cima se cantó el Himno Nacional y –vaya paradoja– fue chiflada una barcaza que justo navegaba un centenar de metros bajo el puente con bandera extranjera.
El documento que se leyó a todo lo largo del río –y el cual silenciaron tanto los mentimedios canallas como algunos medios dizque «amigos» que en realidad sólo propagandizan hora a hora las canalladas de la oposición fascista– condenó no solamente la rapiña de empresas multinacionales y sus socios locales sino también el sigiloso devenir del decreto 949/2020, y el silencio que hacen algunos que reclaman soberanía sobre las Malvinas, pero hacen mutis ante el Paraná.
Además, y en las circunstancias actuales, bien haría nuestro gobierno en advertir que entre los históricos golpistas de este país figuran siempre los lobbies empresariales, verdaderos malos de todas las películas de la industria alimentaria, que ha ganado más con la pandemia que nunca antes, y que remarca precios sin freno y es una de las grandes generadoras de inflación.
Golpistas conscientes o no, ellos favorecen puebladas que a este paso podrían no demorarse. Y no sería raro que algunos estén involucrados en el golpismo macrista y el ominoso derrocamiento de Evo Morales en 2019. Al menos habría que estar muy atentos porque esas grandes corporaciones son hoy verdaderos sistemas antidemocráticos de acción permanente. Igual que los sectores del agro concentrados en algunos centenares de fanáticos violentos. Obvio que nuestro gobierno también ha de verlo, por lo que sería urgente empezar a cambiar de una buena vez ciertas actitudes laxas. Sigue siendo tonto ilusionarse con que alguna vez esos tipos pagarán los favores que siempre les hacen ciertas dirigencias políticas argentinas.
En una emotiva carta abierta a los expertos en dragado y señalización, Oscar Verón, veterano capitán de la flota fluvial, señaló que su profesión es una de las pocas que exigen bianuales exámenes psicofísicos y actualizaciones, y siendo él uno de los fundadores del Sindicato de Dragado y Balizamiento y experto en control de la salud del río, recordó que «en los años 90 teníamos más de cien embarcaciones cuando se clausuró el presupuesto para su mantenimiento, y empezaron los espurios negociados inmobiliarios para apoderarse de las bases operativas de la Dirección Nacional de Vías Navegables (DNVN) en Isla Demarchi, Corrientes, Rosario, Paraná, Concepción del Uruguay, Mar del Plata, Necochea, La Plata y Bahía Blanca».
Es interesante también su señalamiento de que «hoy el organismo posee más de treinta embarcaciones», algunas funcionando en manos de la sociedad Jan de Nul y Emepa, y «otras recuperables, entre ellas ocho dragas, lanchas de estudios, remolcadores, chatas y balizadores». Y ahora, añade, todas «sometidas a las multinacionales que presionan para profundizar y ensanchar nuestros ríos y que no se controlen sus puertos privados, de manera de seguir con el saqueo, el contrabando y la subfacturación. Qué les importa a ellos el cuidado del río y su fabuloso ecosistema».
Esto viene a cuento y es importante porque es cada vez más evidente –y peligrosa– la muy mala salud actual del Paraná, río que padece la mayor bajante histórica en muchas décadas. Es indispensable poner esto en agenda y eso ha llevado a reclamar estudios urgentes para que intervengan el Ejército y la Marina, como sucede en los Estados Unidos y otros países. Idea que de paso permitiría apreciar cuán democratizadas están las Fuerzas Armadas y qué nivel de decencia e incorruptibilidad les cabe, y que necesariamente lleva a alzar las cejas a buena parte de la ciudadanía, si bien podría ser una propuesta esperanzadora.
Con tan extrema bajante el río pierde poder de dilución, lo que frente a los derrames y vertimientos urbanos profundiza el riesgo de contaminación hacia su fauna y también el consumo humano. Como dice un informante de esta columna: «A este paso, los pocos peces del Paraná van a ir desovar a la avícola Cresta Roja». Lo cierto es que hay incluso quienes advierten ya sobre el peligro de que este tipo de atentados a la biodiversidad acaben por provocar lo que se llama Terricidio o Ecocidio, que a este paso será inevitable si se continúan envenenando nuestros ríos, mares, territorio y aire, es decir si seguimos permitiendo que nos usen como campo de experimentación de agrotóxicos, fracking y cianurización, y talando y quemando bosques, expulsando comunidades y satanizando todas las defensas ambientales originarias y populares.
El río, siempre se supo, da para todo. Incluso hay quienes dicen que ahora mismo estaría sometido a internas políticas que algunas fuentes califican como «tremendas» entre gente cercana a Sergio Massa y a un ex concejal rosarino ahora en el Ministerio de Transporte, quien tendría como asesor a un ex funcionario de Puertos y Vías Navegables conocido como «El Colorado», también rosarino igual que su, se dice, íntimo amigo Juan Carlos Schmidt, quien desde hace muchos años conduce el sindicato de Dragado y Balizamiento.
En cambio, no faltan elogios para quien algunos llaman «pingüino de pura raza»: el recién designado José Beni, abogado que es hoy máxima autoridad de la AGP y a quien «le habrían tirado» el armado de la nueva licitación pública internacional para dragado y balizamiento, así como el cobro del peaje.
Como sea, el eje de la cuestión no sería el nombre o razón social de los nuevos operadores que surgieran de tales licitaciones, que según algunas fuentes «ya están definidos y tendrían ojos rasgados gracias a que en territorio bonaerense sobran imberbes que con avaricia y mezquindad estarían dispuestos a rifar soberanía en favor de orientales que no son uruguayos». La cuestión central, no definida aún y materia fundamental de la disputa, no sería entonces quiénes se quedarían con el río, sino desterrar para siempre las concesiones y licitaciones de bienes fundamentales de la patria.
Se trata, pues, de subrayar esta docencia cívica irrenunciable: sólo la Argentina tiene capacidad para cuidar el río Paraná. Ninguna potencia extranjera, ninguna empresa foránea podrá sustituir jamás al Estado.
Por Mempo Giardinelli