La triste realidad de los espacios comerciales que agonizan en el centro mendocino
La pandemia y una crisis económica anterior atentaron contra cientos de pequeños negocios, en la Ciudad de Mendoza. Pero hay otros motivos por los cuales hay lugares que ya no funcionan.
20/06/2023 ECONOMÍALa pandemia y una crisis económica anterior atentaron contra cientos de pequeños negocios, en la Ciudad de Mendoza. Pero hay otros motivos por los cuales hay lugares que ya no funcionan.
Las galerías comerciales de la Ciudad de Mendoza tuvieron sus décadas de esplendor, antes del nacimiento de los shoppings y la llegada de los persas. Algunos antiguos espacios del microcentro se adaptaron a los nuevos tiempos y sobrevivieron a las crisis económicas. Otros, en cambio agonizan.
El secreto de las que se han mantenido, como la galería Bamac (una «L» con entrada por Avenida San Martín y por calle Buenos Aires) parece ser la inversión en un buen sistema de luminarias internas. También el tener redes sociales ha contribuido a la afluencia de público gracias a nuevas estrategias de marketing, como ocurre con galería Independencia (en la primera cuadra de calle Lavalle). Pero otros de esos espacios parecen cuevas que asustan a quienes visitan la ciudad.
La Galería Tonsa es una de las que genera desconfianza. A media cuadra del kilómetro Cero y de la Peatonal Sarmiento (ese imán para cuanto turista pasa por Mendoza) conserva el mote (y la figura) de haber sido escenario de prácticas ilegales escandalosas. Como si la historia de esa galería fuera poca, en setiembre último un comisario de la policía federal terminó preso, cuando salió a la luz el sistema de coimas que mantenían los «arbolitos», «porteros» de la Tonsa. La noticia salió en todos medios nacionales. Entonces los comerciantes locales, que promueven el centro como «paseo de compras a cielo abierto», dejaron de soñar con cambiar el estigma de esa galería. Pero, además, aquel hallazgo desencadenó una megainvestigación que continuó este año con una veintena de allanamientos allí, en el corazón de la Ciudad de Mendoza.
Hay otra galería del microcentro que está peor que hace cinco años. La Piazza. Esa misma que supo ser lo más parecido a un shopping en los años ‘80. Escenario de un programa de televisión en canal 9, punto de encuentro de la elite mendocina, hasta tuvo en funcionamiento una de las primeras escaleras mecánicas de la provincia. Desde hace años no funciona el restaurante que ocupaba el núcleo de este espacio de pisos de mármol y arquitectura envidiable. Hoy tiene luces apagadas y una decena de locales desocupados, a pesar de que cuenta con beneficios impositivos en la Municipalidad de Capital para quienes allí se instalen.
Motivos de la debacle
Más allá de haber pasado de moda, Adrián Alín, titular de la CECITyS (cámara empresarial de comercio en la Ciudad de Mendoza) invita a recordar que las galerías comerciales sufrieron dos golpes económicos consecutivos. “El primero fue en 2017-2018, cuando dejaron de venir los chilenos a comprar (ropa). En esa época cerraron 2.500 negocios en el centro”. Después, en 2020 vino la pandemia de Covid 19 que “produjo un cimbronazo en el sector comercial” en general y, sobre todo, en lo que tuviera que ver con ocupar espacios cerrados. Alín también cuenta que muchos comercios tardaron en adaptarse al esquema del horario corrido post pandemia.
Por estos días los brasileros y chilenos que pasean por la Ciudad de Mendoza no vienen exclusivamente a comprar indumentaria, como ocurrió en décadas pasadas. «La ropa de marca está a precio dólar, así que es lo mismo para ellos comprar acá que allá», explica un comerciante. Sin embargo, quienes visitan el centro suelen acercarse a los negocios que ofrecen servicios turísticos y también aprovechan a llevar un souvenir de regalo, productos de talabartería o chocolates. Las galerías luminosas invitan a entrar, aunque las personas no conozcan. En cambio otras, como las mencionadas, y como el tradicional Pasaje San Martín (que une Sarmiento con calle 9 de julio y avenida San Martín) despiertan desconfianza o, quizás peor, pasan desapercibidas.