Las brechas abiertas en la provincia de Salta

Más de medio millón de salteños vive con menos dinero que el que se necesita para estar fuera de la pobreza.

Más de medio millón de salteños vive con menos dinero que el que se necesita para estar fuera de la pobreza.

¿Qué depara el destino cercano a Salta? Comienzo por el final: nada nuevo. ¿Por qué? Principalmente por dos motivos: porque dos años no son nada y porque en realidad, es muy poco lo que la política puede hacer en ese tiempo (dos años) para torcer el destino de la población desfavorecida; quizá muchísimo menos que lo que todos imaginan cuando eligen a sus candidatos.

Propongo aquí pensar cuál es el punto de partida, qué posibilidad se avizora, y cómo será el comienzo de lo que viene a partir de 2020.

Terminamos el año con más de medio millón de salteños que viven con menos dinero que el que se necesita para adquirir una canasta de bienes que los mantenga fuera de la pobreza. Para ser más precisos, con no menos de 560 mil pobres en la provincia. Terminamos 2017 con una razón de mortalidad materna más de cuatro veces más alta que la de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y con una tasa de mortalidad infantil que duplica los valores que alcanzó CABA.

Sigamos explorando. En Salta nacen algo más de 28 mil niños por año, de los cuales el 20% proviene de madres menores de 20 años. En la CABA esa cifra es del 6%. ¿Qué importancia tiene eso? La edad de la madre es un factor fuertemente asociado con el posible daño del niño (muerte o enfermedad).

Los investigadores Buttler y Bonham clasificaron a las madres en tres grupos de edad sugiriendo que las menores de 20 años sean consideradas de más alto riesgo. Traduciendo, mientras en Salta el 20% de los nacimientos proviene de madres de alto riesgo, en la CABA la cifra alcanza solo al 6%.

La pobreza infantil en la ciudad de Salta es del 55%, lo que implica que no menos de 200 mil niños son pobres en Salta. Esto supone también que más del 35% de la población pobre está compuesta por niños. Además, dentro de ese grupo están algunos adolescentes, alguno de los cuales (muchos) saldrán a buscar trabajo en los próximos años. Como la provincia tiene una población joven, comparada con otras jurisdicciones del país, no estaría de más preguntarse qué mercado laboral les espera cuando salgan a buscar trabajo. Así, en 2020 habrá 350 mil chicos en edad y en condiciones de incorporarse al mercado laboral.

Hablando de trabajo y dedicado a los opinólogos que sostienen que la solución a la pobreza es el empleo, debemos tener en cuenta que Salta es una de las jurisdicciones con menor tasa de desempleo del país.

Cuidado con el dato: jurisdicción con baja desocupación y alta pobreza. ¿Qué significa eso? Que algo malo está sucediendo. Significa que tenemos muchos trabajadores y que ganan poco dinero. Significa que los puestos de trabajo que se generan en nuestra economía son de baja calidad, baja productividad y bajos ingresos.

Hemos comparado a Salta con la CABA y lo podemos hacer también con otras jurisdicciones que están regidas por las mismas leyes y cuya población tiene los mismos derechos y obligaciones que la nuestra.

La conclusión de esa comparación es que estamos entrando al mundo global como furgón de cola. Significa que las brechas de desarrollo siguen abiertas y que de esta manera estamos asumiendo todos los costos de la globalización sin recibir sus beneficios.

La otra posibilidad consiste en mirar Salta y compararla consigo misma. Y las cosas ahí pueden verse de manera un poco más optimista. Por ejemplo, mientras que en 1990 de cada mil niños que nacían morían 32, en 2017 mueren 12. Otro ejemplo, en 1980, el 42% de la población vivía en hogares con alguna necesidad básica insatisfecha. Esa cifra bajó al 19% en 2010.

No está de más decir que buena parte de esos cambios se dieron en casi todas las provincias del país. Además, estos cambios llevaron 40, 50 años y quizá son procesos de más larga data, de fechas tan lejanas que no hay datos que las alcancen. Es decir, el desarrollo llegará en algún momento; eso sí, quién sabe cuándo.

Fuente: El Tribuno