Las calles en Brasil partidas en dos: los de rojo y los de amarillo
Miles de personas salieron a las calles para sentar posición en uno de los días más importantes de la historia del país: el juicio político de Dilma, proceso que inaugurará otro panorama de gobernabilidad.
18/04/2016 EL MUNDOMiles de personas salieron a las calles para sentar posición en uno de los días más importantes de la historia del país: el juicio político de Dilma, proceso que inaugurará otro panorama de gobernabilidad.
Miles de personas salieron hoy a las calles para sentar posición en uno de los días más importantes de la historia de Brasil: el juicio político de Dilma Rousseff, un proceso que, sin importar el resultado inaugurará un nuevo panorama de gobernabilidad, alianzas y tensión social.
En Río de Janeiro, la playa de Copacabana fue tomada por miles de personas convocadas “A Favor de la Democracia y contra el Golpe” para respaldar a la presidenta Rousseff con un show de música funk del colectivo Furacão 2000, mientras que para la tarde se esperan a los manifestantes vestidos de amarillo, los opositores que apoyan la destitución.
Unas 50.000 personas, según los organizadores, se hicieron presentes en la Avenida Atlántica, en la famosa playa de Copacabana.
En San Pablo, la mayor ciudad del país, en tanto, se esperan las mayores concentraciones de la jornada, así como en Brasilia, frente al Congreso Nacional, donde se definirá el juicio político a la presidenta.
Convocados por el Partido de los Trabajadores y cuatro centrales sindicales, el Valle de Anhangabaú, el centro antiguo de Sao Paulo, fue tomado por miles de personas que reclamaron contra el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el vicepresidente Michel Temer, a quien acusaron de “golpista”.
Los manifestantes vestidos de rojo también marcharon levantando un muñeco gigante con la imagen del juez Sergio Moro, el magistrado que investiga el caso Petrobras y es considerado un opositor al gobierno de Rousseff. El muñeco tenía escrito la palabra “Fariseo” y llevaba una bandera de Estados Unidos en sus manos.
Mientras la marea roja avanzaba, otra, amarilla, se concentraba.
A 25 cuadras de allí, en la Avenida Paulista, manifestantes vestidos de amarillo, los opositores, se reunieron frente al edificio de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (Fiesp), una entidad que financió publicidad en los medios de comunicación en favor de la campaña que impulsa el juicio político.
El titular de la Federación, Paulo Skaf, es miembro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Temer y Cunha.
En la vereda de la Fiesp unas 25 carpas están montadas hace 28 días en reclamo al fin del gobierno de Rousseff y con los carteles que pide “Basta de Corrupción” y “Fin del Comunismo y del Estado Islámico”.
Además, un vehículo de la organización civil opositora Endireita Brasil, que tiene instalado el sistema de sonido, luce otro cartel que apunta contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva: “Lula en la cárcel”.
En el resto del país, la tensión también se siente.
En Salvador, Porto Alegre, Recife, Curitiba, Belo Horizonte y Fortaleza se registraron manifestaciones a favor del gobierno, pero también están programadas otras en contra de Rousseff y a favor del juicio político.
La policía reforzó todas sus posiciones en las ciudades por temor a que haya enfrentamientos por la noche, cuando se conozca el resultado de la votación en la Cámara de Diputados, en donde la oposición necesita 342 votos para aprobar el juicio político y el resultado aún es incierto.
Pero sin lugar a dudas, la mayor tensión se espera en Brasilia a la hora de la votación.
En la capital federal un muro de planchas de chapa de 2,20 metros de altura divide la Explanada de los Ministerios, la zona en la que se espera se movilicen más de 300.000 personas.
Del lado izquierdo están agrupados movimientos indígenas, sindicatos, partidos de izquierda, todos identificados con el rojo de Rousseff; y del otro lado del muro, del derecho, están los que quedaron encolumnados con la oposición, pero más que nada con Temer, el vice presidente.
Remeras a favor y en contra del juicio político cuestan unos 78 pesos argentinos y, la mitad, muñecos inflables con la imagen de Lula vestido de presidiario.