Las claves del Presupuesto 2023

La apuesta oficial es crecer un 2 por ciento. El principal motor se proyecta que sean las exportaciones, con un crecimiento de 7,1 por ciento, y el consumo privado, que crece a la par de la actividad.

La apuesta oficial es crecer un 2 por ciento. El principal motor se proyecta que sean las exportaciones, con un crecimiento de 7,1 por ciento, y el consumo privado, que crece a la par de la actividad.

Una apuesta factible
Por Luciana Bilbao (*)

Después de atravesar un 2022 sin presupuesto aprobado, comienza el debate en torno al presupuesto del año próximo, y todo indica que existen mayores consensos para avanzar en el dictamen y posterior tratamiento en octubre.

Como primera valoración, y centrándonos en cuestiones destacables que tiene este proyecto, estamos ante un presupuesto creíble, con metas realizables, que está pensando en una estabilización de la macroeconomía que es necesaria. Donde no se prevé una devaluación, ni reformas estructurales en, por ejemplo, la movilidad jubilatoria, reformas tributarias regresivas o reformas laborales con pérdida de derechos.

En cuanto a las principales variables que prevé este proyecto, tenemos: un crecimiento que busca estabilizar la economía en un nivel de actividad elevado y crecer de manera sostenida en torno al 2 por ciento. De esta manera se lograrían tres años de crecimiento consecutivos.

Con el foco en el crecimiento sectorial, se prevé crecimiento de la industria y el comercio. Para las ramas de servicios se proyecta una expansión en promedio de 1,6 por ciento en 2023, para los sectores productores de bienes 2,8 por ciento, en promedio. Se destaca la recuperación del sector agropecuario (+6,0 por ciento). Por su parte, la industria manufacturera y el comercio se proyectan con aumentos de 1,5 y 1,8 por ciento respectivamente.

El crecimiento del 2 por ciento para el año que viene no implicaría una desaceleración fuerte de la actividad respecto de este año, que se estima será del 4 por ciento. Para tener una referencia, de concretarse dicho crecimiento, la actividad de 2023 será en promedio igual al nivel que tuvimos en junio de este año.

¿Qué va a impulsar el crecimiento? El principal motor del crecimiento se proyecta que sean las exportaciones, con un crecimiento del orden del 7,1 por ciento y el consumo privado, que crece a la par de la actividad. Hay una retracción de las importaciones producto de la probable reducción de precios de energía y se espera que continúe la recuperación de la inversión, con un aumento del 2,9 por ciento en 2023, manteniéndose en esa tasa de crecimiento en 2025.

En cuanto a las variables que generan mayores controversias, tenemos, la proyección de inflación en torno al 60 por ciento anual, lo que equivale a una inflación mensual del 4 por ciento, se traza un sendero de desinflación agresivo al principio y un escenario de reducción en 2024/2025 (44 y 33 por ciento, respectivamente) con menor intensidad.

En segundo lugar, una reducción del déficit fiscal, en el marco de esta necesaria estabilización para cumplir con la meta del Fondo Monetario Internacional, sin embargo, este menor gasto no es significativo en varios casos, aunque podría pensarse en una subestimación de ingresos. Sobre este punto se plantea la posibilidad de modificar partidas de gasto tributario, generando mayor recaudación.

En materia de recursos, se puede estimar que la evolución seguiría relativamente la variación de inflación interanual promedio, mientras que los gastos se mueven por debajo.

En cuanto al dólar, el ritmo de depreciación está directamente alineado con las proyecciones de inflación, donde no se estiman saltos discretos. Aunque si la inflación no baja rápido el tipo de cambio puede terminar funcionando de ancla nominal.

Por último, el presupuesto 2023 incluye un blanqueo, bajo la caratula “Régimen de Incentivo a la Inversión y Producción Argentina”, donde lo recaudado será destinado a financiar las importaciones que surjan como consecuencia del proceso productivo, así como una ampliación del blanqueo a la construcción ya vigente.

(*) Analista Económica de CEPA.

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Márgenes acotados
Por Santiago Manoukian (**) y Bruno Bonfanti (***)

Al igual que todos los años, el Poder Ejecutivo elevó al Congreso el proyecto de Ley de Presupuesto para el próximo año. La “ley de leyes” da la pauta de qué espera el oficialismo que suceda con la macroeconomía y qué política fiscal implementará en consonancia con ello.

Como era de esperarse, el proyecto contempla las principales pautas acordadas dentro del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, por lo que las principales trayectorias no sorprenden. De cara a 2023, se destaca explícitamente el compromiso de reducción del déficit fiscal y menor asistencia monetaria directa del BCRA, e implícitamente la continuidad del (desafiante) proceso de acumulación de reservas.

En primera instancia, haremos foco en los supuestos macroeconómicos para lo que queda de este año y el próximo. En términos generales, se espera que en 2023 la economía sostenga su crecimiento -aunque a un ritmo más atenuado-, en un contexto de fuerte descenso de la inflación, un tipo de cambio moviéndose más en línea con la inflación y mayor superávit comercial.

En detalle, para lo que resta de 2022 las proyecciones del Gobierno dejan entrever un enfriamiento de la economía en la segunda mitad del año (en línea con nuestras previsiones), aunque en 2023 se retomaría la senda del crecimiento con un PIB trepando 2 por ciento (un tanto optimista). El mayor “realismo” respecto a las variables reales contrasta con pautas en las variables nominales que parecen muy difíciles de alcanzar el año próximo.

La proyección del 95 por ciento de inflación para 2022 se encuentra en línea con las expectativas del mercado, aunque más como un piso que como un techo. Ahora bien, 2023 es una historia diferente. La expectativa de alcanzar un 60 por ciento de inflación el año entrante exigiría un marcado descenso en los registros mensuales desde el 6/7 por ciento a la zona del 4 por ciento, tendencia poco probable para el contexto actual: proyectamos una inflación al menos 30 puntos más elevada.

Sobre esta macroeconomía de crecimiento real con reducción de la nominalidad es que el Gobierno presenta cuál es la dirección que pretende imprimirle a la política fiscal. En este sentido, la clave del año próximo pasará por alcanzar la meta de déficit primario: de ella dependerán los nuevos desembolsos del FMI y, en consecuencia, parte de la estabilidad del frente cambiario, con su correlato en la tasa de interés y el nivel de actividad.

Entonces, ¿cómo estima el proyecto reducir el déficit en 2023? Frente a una caída en los recursos, las autoridades deberán impulsar una marcada contracción del gasto público. En concreto, los pilares en la reducción del gasto serán el recorte de subsidios (será clave la construcción del gasoducto) y la caducidad de los gastos extraordinarios que se realizaron este año en materia social.

En ambos casos, será crucial la dinámica que adopte la inflación. Una desaceleración inflacionaria, tal y cómo expone el proyecto, sería de gran ayuda para contener el gasto en subsidios, aunque implicaría un mayor gasto social en términos reales producto del ajuste en la fórmula de movilidad. Por el contrario, una nueva aceleración inflacionaria, o incluso la persistencia de la inflación en niveles elevados, jugaría de manera inversa: presionaría al alza el gasto en subsidios, pero ayudaría a licuar buena parte de las otras partidas y elevaría nominalmente los ingresos percibidos.

No obstante, teniendo en cuenta las elecciones presidenciales y un contexto social sumamente frágil, no resultaría extraño que el Gobierno convalide pedidos de recomposición de ingresos. En tal caso, debería compensar dichas erogaciones con recortes de gasto en otras partidas si pretende cumplir con la meta acordada.

En conclusión, el Presupuesto ratifica que el margen para alejarse de la actual dinámica de caída real del gasto con rollover de deuda positivo seguirá siendo muy acotado en 2023. En tal sentido, seguir la hoja de ruta esbozada y evitar los desvíos será fundamental para garantizar la estabilidad económica de cara a un nuevo año impar.

(**) Jefe de Research de Ecolatina.

(***) Analista económico de Ecolatina.

Fuente: Página 12