Las Lajitas: Catorce días de paro y un pueblo que ya expresa su bronca
24/03/2014 SINDICATOSSigue la protesta con quema de gomas, bombas de estruendo y ollas populares. Piden reincorporar a un obrero.
Ya se cumplieron dos semanas de huelga ininterrumpida en la Municipalidad de Las Lajitas.
La situación es insostenible.
Los servicios públicos están paralizados casi en su totalidad. Se vive con mucha incertidumbre en la localidad anteña y los vecinos piden que la situación se normalice cuanto antes.
Los manifestantes ocupan el edificio municipal, las oficinas de empleo, Anses, Rentas y la biblioteca, entre otras áreas.
Ni el frío ni la lluvia que trajo consigo el otoño los hizo desistir de sus reclamos y se mantienen firmes, con ollas populares, en los lugares antes mencionados. Anticiparon que no darán “marcha atrás”.
A diferencia de otros municipios de la provincia, en Las Lajitas no reclaman mejoras salariales, puesto que es un tema resuelto por el momento.
La medida de fuerza apunta a la reincorporación de un empleado despedido. Se trata de Saúl Cerrano, quien desde hace ocho meses se desempeñaba en la comuna como personal contratado, hasta que fue desvinculado recientemente por supuesta falta de competencia para desempeñar su tarea. El empleado municipal en cuestión es hermano de la senadora provincial del Partido Obrero, Gabriela Cerrano.
Públicamente, el intendente Alberto Fermani manifestó que el trabajador le habría faltado el respeto y que eso no lo iba a permitir.
Por su parte, los municipales apuntan a que en realidad se trata de una represalia por el paro que protagonizó Cerrano a principios de este mes, que tuvo como finalidad exigir aumentos salariales.
“Es una cuestión personal y política entre el intendente y el trabajador”, opinan algunos.
Lo cierto es que en medio de la puja entre el Ejecutivo local y los obreros encolumnados detrás de los delegados de ATE están los vecinos, que ven afectado el normal desarrollo de sus tareas cotidianas a causa de un conflicto que amenaza con prolongarse aún más.
“Las Lajitas parece un pueblo fantasma, tierra de nadie”, contó una vecina de la zona centro.
La postal la configuran las quemas de cubiertas, las ollas populares, las bombas de estruendo que desde las seis de la mañana no cesan de explotar hasta entrada la noche. No son pocos los efectivos de la Policía de la Provincia y de Infantería que se encuentran apostados en el pueblo, para evitar que se produzcan desmanes. Pero hasta el momento no hizo falta su accionar. Sin embargo, crece el descontento de la gente. “El hospital está cerca del lugar donde se encuentran apostados los manifestantes y los bombazos despiertan y estresan a los enfermos. El humo de la quema de gomas es algo insoportable y que afecta no solo al medio ambiente, sino también a las propiedades cercanas a los lugares de protesta”, contó Juan, vecino de la localidad.
El pueblo espera una solución, pero la puja entre las partes que buscan imponer sus razones no deja vislumbrar una solución y, al parecer, no están dispuestas a ceder nada, al menos en el corto plazo.