Las lecciones de La Forestal

Un grupo de vecinos e historiadores de los pueblos forestales santafecinos organizaron conmemoraciones desde el viernes. Participarán, entre otros, el gobernador Perotti y el historiador Felipe Pigna. Eligen recordar "la desobediencia, y no la masacre". 

Un grupo de vecinos e historiadores de los pueblos forestales santafecinos organizaron conmemoraciones desde el viernes. Participarán, entre otros, el gobernador Perotti y el historiador Felipe Pigna. Eligen recordar «la desobediencia, y no la masacre».

Se cumple un siglo del estallido de las huelgas obreras en La Forestal, la «compañía inglesa de tierras, maderas y ferrocarriles» que llegó a tener más de 2 millones de hectáreas en el norte de Santa Fe (extendiéndose hasta el sur del Chaco y noreste de Santiago del Estero), arrasar con un millón y medio de quebrachales, y obtener ganancias fabulosas en la industria de extracción de tanino y madera. Los préstamos ruinosos que obtuvo en la Argentina, el «Estado dentro del Estado» que desarrolló, y sobre todo las condiciones de explotación a las que sometió a sus obreros, cimentaron esas ganancias. También la sangrienta represión a las huelgas que terminó con más de 500 obreros muertos y otros tantos torturados y expulsados de la región. Cuando La Forestal decidió irse del país, a partir de la década del 40′, los otrora prósperos pueblos que había levantado ganaron el mote que aún hoy les pesa, y que están revirtiendo en un reciente proceso de recuperación identitaria: pueblos fantasmas.

Parte de ese proceso es el que dio pie a los actos recordatorios que tendrán lugar a partir del viernes. Un grupo de vecinos de Villa Guillermina, La Gallareta, Tartagal, Villa Ana, muchos de ellos profes de historia, también historiadores como Alejandro Jasinski –autor del completísimo Revuelta obrera y masacre en La Forestal–, se pusieron a organizarlos. Y dentro del proceso histórico eligieron fijar el punto recordatorio no en la masacre, sino en la sublevación. Así, el próximo 29 de enero conmemorarán el histórico levantamiento obrero en el Complejo Histórico, Cultural, Educativo y Ambiental de Villa Guillermina (que hoy funciona donde fue el tiro federal de La Forestal), inaugurando un monumento en homenaje a Teófilo Lafuente, el primer secretario general del sindicato del tanino.

Se firmará además el comodato para la creación del Parque de la Memoria y la Identidad de los Pueblos Forestales. Participarán, presencial y virtualmente, los nietos de Lafuente, el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, su ministro de Cultura, Jorge Llonch, y el historiador Felipe Pigna, entre otros (la actividad se puede seguir, desde las 10 del viernes, en Youtube y en el canal de la provincia de Santa Fe, 5RTV).

La Forestal decidía quién tomaba el tren y quién no. Tenía el monopolio del comercio y en lugar de moneda de curso legal, pagaba con vales para comprar en sus propios almacenes.
El «Encuentro por la memoria, identidad y reivindicación de los pueblos forestales» se prolongará a lo largo de todo el año en diferentes mesas virtuales, de las que participarán ministres como Elizabeth Gómez Alcorta, senadores como Roberto Mirabella, dirigentes agrarios como Osvaldo «Quique» Lovey y gremiales como Rafael Vargas (secretario general del sindicato del Ingenio Ledesma), entre muchos otros funcionarios, historiadores, educadores, economistas.

Los eventos suman una enorme cantidad de apoyos y adhesiones institucionales, desde Clacso, las Universidades del Litoral y de Rosario, el Museo Histórico Nacional, la Liga Argentina por los Derechos Humanos, el gobierno provincial y todas las comunas de la zona; los sindicatos del tanino, aceiteros, CTA, CGT, los partidos jusiticialista, intransigente, comunista; los intendentes de todas las comunas, y la lista sigue.

La historia
El gigantesco proceso de acumulación que hizo la empresa en pocos años la ubica como proveedora de todos los servicios de los pueblos que fundó: el agua, el ferrocarril, el hospital, la educación estaban a su cargo. El intendente era un empleado de la compañía, que tenía decisión directa sobre los nombramientos, del juez de paz, el policía, el maestro, señala Jasinski en su libro. Como era suyo, la empresa decidía quién tomaba el tren y quién no. Tenía además el monopolio del comercio. En lugar de usar moneda de curso legal, pagaba con vales para comprar en sus propios almacenes, con sus propias balanzas (las monedas de cambio históricas hoy se comercializan en Mercado Libre).

«La primera gran huelga comienza el 14 de diciembre de 1919 y dura un mes. Se presenta por primera vez un enorme pliego de condiciones que es casi un convenio colectivo. Mejoras en las condiciones de vida, de trabajo, reconocimiento del sindicato, reincorporación de los despedidos. También mayor respeto hacia los obreros de parte de las jerarquiías, eso habla de un desarrollo marcadamente clasista, muy represivo», observa Jasín.

«Elegimos recordar ese momento como un hecho ejemplificador de desobediencia frente a un orden injusto. Reivindicamos la dignidad de los de abajo». Sánchez
«Finalmente La Forestal tiene que ceder frente al pliego de condiciones. La empresa cumple parcialmente algunas demandas y otras las empieza a retacear», repasa el historiador. La contraofensiva de la empresa llega con lock out patronal y con el decreto de creación de una «gendarmería volante», un cuerpo represivo propio que se sumó al que enviaba la provincia cada vez que la empresa se lo pedía. «En diciembre del 20 se cierran las fábricas, hay caos social, los trabajadores debaten si ir o no a las huelgas. Y en un acto desesperado, el 29 de enero se produce la famosa revuelta de los obreros y las familias de La Forestal». Que es lo que hoy se conmemora.

«Elegimos recordar ese momento como un hecho ejemplificador de desobediencia frente a un orden injusto. La idea no es conmemorar la violencia, las conmoraciones siempre tienen una idea de futuro y nadie proyecta a futuro con violencia, mucho menos con una masacre de por medio. Reivindicamos la dignidad de los de abajo en esas circunstancias tan oprobiosa», define Luciano Sánchez, docente e historiador de Villa Ana. En esa línea, el monumento a Lafuente –torturado frente a sus compañeros por la gendarmería volante– muestra un hachero, una calandria, un pliego de reivindicaciones.

Lecciones en tiempo presente
Cuando el margen de ganancia ya no es excepcional (por la insurgencia obrera, por el mercado internacional del tanino), La Forestal se «relocaliza». Se va a Sudáfrica, después a Kenia, se sigue mudando hacia el este en África, se queda en cada lugar hasta que estallan los conflictos, o se terminan los árboles. En la Argentina, los pueblos quedan desmantelados, sin fuente de trabajo, sin tren, sin servicios, sin proyección. El drama se refleja: Los pueblos forestales llegaron a tener mas de 10.000 habitantes y hoy Villa Guillermina, el más grande, no llega a 5.000.

En febrero pasado, en Villa Ana inauguraron un mural en el ingreso de las ruinas de la fábrica. Es el que ilustra esta nota, realizado en base a una foto del obraje, de 1919, que aportó el nieto de uno de los protagonistas de las huelgas, Jumelio Méndez. Ese acto dio pie a toda la organización posterior.

«Hoy la grieta que no podemos cerrar es que nuestras familias fueron quebradas por el desarraigo». Chávez
«Armamos un grupo, el Encuentro por la memoria y reivindicación de los pueblos forestales. Así como cien años atrás los obreros de La Forestal compartían un mismo drama, y decidieron organizarse, ahora nos integramos con la misma realidad: falta de oportunidades, tener que irnos del pueblo en busca de estudio, trabajo. Empezamos a pensarnos no como localidades aisladas, sino como una zona que tiene una misma historia», señala Sánchez.

Roque Chávez fue intendente de Villa Guillermina hasta diciembre pasado; hoy está al frente de la comuna su esposa, Nanci Avalos. Forma parte de los grupos por la memoria y la identidad del lugar y apunta que «ha fortalecido nuestra identidad, es parte de un proceso que venimos dando para encontrar nuestros propios caminos». «Hoy la grieta que no podemos cerrar es que nuestras familias fueron quebradas por el desarraigo. El mensaje era que si querés ser alguien tenés que irte. No sólo eso: eramos los responsables del desastre ecológico que dejó La Forestal. Lo terminamos creyendo», lamenta.

«Hurgar en el pasado no es un ejercicio decorativo, implica cuestionar memorias que son funcionales, negaciones sobre órdenes sociales que estaban plagados de injusticias». Jasinski
Como parte de ese proceso, la Asociación de Rescate de la Cultura Forestal ya logró la adecuación curricular de la enseñanza para incorporar el proceso histórico local, la restitución de los restos de un cacique que estaban en el Museo de La Plata, avanza en proyectos de generación de energía con biomasa forestal con criterio de sustentabilidad.

El derecho de vivir donde uno nace

«Mi abuelo era el responsable de la lechería de La Forestal, mi abuela era aborigen», cuenta Chávez. «En el 52, cuando cierra la fábrica, se trasladaron a Resistencia, mi mamá con 15 años tuvo que dejar su pueblo. Yo crecí escuchando todas las noches los relatos mi mamá, que nos narraba todo lo que significaba Villa Guillermina. Siempre terminaba diciendo: algún día va a volver a ser lo que fue. Creo que eso existe en cada uno de nosotros. Lo que estamos haciendo excede lo personal, es una reivindicación de generaciones».

«Los cien años llegan como un combustible, un momento de mucho por hacer en los pueblos forestales. No es solo una recordación, sino una continuación de las luchas del pasado. Es retomar ese derecho legítimo de vivir donde uno nace y pelearla desde ahí», completa Sánchez.

«Hurgar en el pasado no es un ejercicio decorativo, implica cuestionar memorias que son funcionales, negaciones sobre órdenes sociales que estaban plagados de injusticias. Volver a hurgar ahí, remover eso, implica actualizar discusiones. No si La Forestal fue buena o mala, esa dicotomía no tiene sentido», concluye Jasinski. «Pero sí permite cuestionar los modelos de desarrollo, los tipos de de responsabilidades que se le ofrecen a una empresa, qué es una empresa benefactora, qué puede llevarse y qué tiene que dejar. Sobre todo cuando se presenta ante la sociedad como la portadora de valores de progreso y civilización. Cómo es la relación entre su modelo de desarrollo y el medio ambiente, cómo se relaciona con lo fiscal y con el derecho de recaudar del Estado», ejemplifica. Es lo que queda de un pasado que se recuerda como advertencia muy presente.

Fuente: Página 12