Las mujeres que rompen barreras en el Municipio cipoleño
Después de una larga lucha, se convirtieron en recolectoras de basura.
16/01/2020 MUNICIPIOSDespués de una larga lucha, se convirtieron en recolectoras de basura.
Hay cuatro mujeres en la Muni que desde hace un tiempo se suben a un camión y corren por la ciudad para levantar la basura domiciliaria de los cipoleños. Son las únicas recolectoras o coleras, como se llama la categoría a la que accedieron hace seis meses, después de pelearla mucho, de pedirlo e insistir varias veces.
Es que no les resultó nada fácil que sus superiores las crean capaces y en condiciones de desempeñarse en un trabajo duro y arriesgado que habitualmente hacen los hombres; y compaginar esta tarea con el trajín de una casa, al frente de un hogar con hijos.
Pero insistieron tanto, y tantas ganas tenían, que lo lograron. Ayudó mucho que sus compañeros de trabajo estuvieran de acuerdo, las apoyaran y les dieran una mano para que se inicien en esta tarea. Por eso, hoy, no paran de decir «gracias»; y realmente se las ve contentas. Sus caras reflejan mucho sacrificio, pero también una sonrisa amplia que deja escapar la carcajada varias veces.
Ellas son Esther Vásquez, Olga Pereda, Gisel Sagredo y Paola Martínez. Las únicas, por ahora, que realizan este trabajo. Y agradecen a todos sus compañeros, al chofer que las lleva por toda la ciudad -Mauro Sandoval- y a su encargada Daniela Lagos.
«Cada vez que veía a los chicos subir al camión, yo decía ´quiero subir, quiero subir´. Peleamos mucho la categoría y ahora se nos dio la oportunidad. Estoy muy contenta, es como un cable a tierra para mí», expresó Esther Vásquez, de 42 años, la más grande de las cuatro, con 12 años de trabajo en la Municipalidad y un hijo que ya le sigue los pasos dentro de Servicios Públicos.
Su compañera de corridas es Gisel Sagredo, de 32 años, quien en diálogo con LM Cipolletti expresó que le fascina su trabajo de colera. Le pasa lo mismo que a Esther: «Cada vez que me subo al camión me puedo olvidar de los problemas que tengo», dice.
«Le agradezco a mi compañera Esther, con la que corro, porque ella me alentó a subir. También a mi encargado, Campo, y a mi compañero Mauro Sandoval, siempre nos apoyó en todas», agregó esta trabajadora municipal.
Gisel es mamá de una nena de 4 años, a quien tiene que despertar a las 5 de la mañana para llevarla hasta la casa de la chica que la cuida. «Es así todos los días. Yo la levanto y Juli se levanta y se pone sus zapatillas. Sabe lo que tiene que hacer. Es re chiquita, pero entiende que tengo que trabajar. No queda otra», confesó.
Frente a la cámara de LM Cipolletti están nerviosas, pero recurren al humor y se hacen chistes. La risa de una contagia a la otra y así se van aflojando.
La misión, llegar a fin de mes
Reconocen que el trabajo es sacrificado, y les cuesta mucho llegar a fin de mes. Por eso, Esther trata de meter todas las horas extra que puede. Ya tiene a sus hijos grandes y no dependen tanto de ella. Además, tiene de vecina a una mujer que cumple el papel de abuela y está pendiente de su familia todos los días. «En esta vida está todo caro, cuesta un montón criar a los chicos. Ellos van creciendo y necesitan otras cosas, y cuesta mucho. Así que trato de trabajar todo lo que puedo. Agradezco a mis compañeros que en las buenas y malas siempre están pendientes de nosotras. Nos ayudan en todo. Qué más podemos pedir en este tiempo», expresó Esther.
Sorpresa y apoyo en las calles
Dicen que salen a recolectar basura los feriados o los fines de semana, preferentemente, en horario de mañana. Y aseguraron que anduvieron por distintos sectores. Cuando la gente las ve pasar, las saluda y felicita. “La gente se sorprende mucho que haya mujeres en los camiones. Nos da aliento y nos apoya un montón”, destacó Esther.
Del miedo a invitar a otras vecinas
Dice que siempre le gustó el trabajo que implique riesgos. Pero a Olga Pereda, de 38 años, otra de las recolectoras, al principio le dio miedo. No sabía cómo bajarse del camión en marcha sin lastimarse. Le llevó tiempo acostumbrarse.
Ella es sostén de un hogar, en el que vive con tres hijos de 10, 14 y 18 años. Hace 12 que trabaja en Servicios Públicos, y comenzó barriendo calles. “Ahora, quería probar la sensación de correr atrás del camión”, comentó.
Olga destacó el respeto entre compañeros; y aunque consideró que no tiene la fuerza de un hombre, dijo que igual puede desenvolverse como colera, sin problemas.
Su compañera Gisel agregó: “No porque sea mujer y no tenga la fuerza de un hombre, no voy a poder con esto. Yo me creo capaz de hacer cualquier tipo de trabajo. Y si hay otras mujeres, que vengan. Así como pude yo, pudieron mis compañeras”.
Paola Martínez, la cuarta recolectora, está de vacaciones. Seguramente, al ver a sus compañeras, se sienta en algún punto identificada.