Las No No: mujeres jóvenes que no pueden trabajar ni estudiar

Las tareas de cuidado, en particular si son jóvenes pobres, les impiden formarse e insertarse en el mercado laboral.

Las tareas de cuidado, en particular si son jóvenes pobres, les impiden formarse e insertarse en el mercado laboral.

Mucho se ha hablado de los Ni-Ni, una categoría que se pretende erradicar por ser peyorativa y demasiado llana en la interpretación de la realidad.

Se refiere a jóvenes que no estudian ni trabajan. Pero ahora, en una reinterpretación del concepto, se habla de No-No, para expresar lo que les sucede a las mujeres jóvenes, segmento más afectado por la desocupación y que aglomera un amplio grupo de personas que no estudia ni trabaja; esto sencillamente porque no pueden.

La lectura que debe hacerse al respecto tiene que tener una inevitable perspectiva de género: las tareas domésticas, y en particular de cuidado de hijos y enfermos, resultan un impedimento para el acceso al trabajo y a la formación para muchas mujeres.

Un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) advierte esto y le pone números, algo que desde hace años se señala desde sectores que trabajan la temática.

“Dos de cada 10 mujeres no estudia, no trabaja, ni busca trabajo, pero casi todas ellas cuidan”, destaca.

Relegadas

El trabajo “Jóvenes que cuidan, el impacto en su inclusión social” de Gimena de León lo vincula a la maternidad temprana, la trayectoria escolar interrumpida y abocarse al cuidado de los hijos.

Por eso destaca que hay que hablar de No-No, en contraposición a Ni-Ni. “Dentro de los Ni-Ni, el 67% son madres jóvenes, de entre 18 y 24 años, que tienen hijos menores de 2 años.

Aunque en realidad no están dentro de este grupo -los Ni Ni- porque no pudieron terminar el secundario y no pueden salir al mundo laboral porque deben quedarse en su casa cuidando a su hijo. Por lo tanto, 7 de cada 10 mujeres representan el grupo de los No-No”, señaló la autora.

De León es Magister en Política Social y Planificación e investigadora asociada del programa de Protección Social de Cippec quien participó de la presentación de la conferencia “Los desafíos del primer empleo” que organizó la empresa Mc Donalds.

Señala que tener que ocuparse de otros es algo que afecta a muchos jóvenes pero que la tarea sobrecae mucho más en el sector femenino. “Casi 4 de cada 10 jóvenes en el país tiene responsabilidades de cuidado, sobre todo de niños.

Sin embargo, este dato oculta una gran diferencia de género: la proporción de mujeres que realiza esta importante función social duplica la de los varones. El 30% de jóvenes manifestó haber tenido que abandonar sus estudios o su trabajo debido a las responsabilidades de cuidado”.

El peso que estas tareas tienen en la vida de las mujeres puede entenderse en este concepto que despliega el trabajo: el tiempo que la población joven dedica al cuidado es mayor al que dedica a un trabajo a tiempo completo.

La directora de Género y Diversidad de la provincia, Silvina Anfuso, mencionó que “se ve que las mujeres van ascendiendo a los lugares de trabajo mientras menos cargas familiares tienen; esto funciona como un obstáculo para desarrollarse personalmente”.

Subrayó que “sobre la mujer recae la labor doméstica y de cuidado y eso implica gasto de energía que no está valorado”.

Según la Encuesta Nacional de Juventud de 2014 la cantidad de mujeres de entre15 y 29 años que realiza tareas de cuidado duplica a la de varones.

Lo hace 48% de las mujeres de esa franja etaria frente a 24% de los varones.

“En Argentina, una de cada seis mujeres tiene su primer hijo antes de los 19 años.La maternidad adolescente se da mayormente en contextos de desigualdad: 7 de cada 10 madres jóvenes pertenecen a hogares de bajos ingresos”, agrega de León para poner en contexto. Para dar una noción del impacto subraya que 95% de los jóvenes que no estudian ni trabajan pero cuidan son mujeres.

Y aclara: “Lejos de tratarse de una población que “no hace nada” y que es conceptualizada a través de la visión peyorativa y estereotipada del término “Ni-Ni”, una parte importante de estas jóvenes realiza, de forma no remunerada, tareas de cuidado esenciales para el sostenimiento y la reproducción de la sociedad”.

Avance difícil  Según la encuesta nacional mencionada, sólo estudia 30% de quienes tienen hijos a esa edad frente al 70% de quienes no los tienen.

Por otra parte, “la trayectoria laboral de las mujeres es mucho mas accidentada”, explica Claudia Anzorena, investigadora del Incihusa de Conicet, quien trabaja sobre Políticas Públicas y es autora del libro “Mujeres en la trama del Estado”. Esto en relación a que salen del mercado de trabajo por tener que ocuparse de cuestiones domésticas y luego les resulta muy difícil reinsertarse.

Vilma Jilek es presidenta de la Fundación Accionar, que trabaja con mujeres y chicos en situación de vulnerabilidad. Sabe del tema, lo vive a diario.

“Cuando se habla de pobreza se cree que es una persona que no tiene dinero pero no es sólo eso. Porque fueron usadas políticamente, por opresión, por violencia de género, porque se habituaron a esperar que las cosas les cayeran de arriba, porque se desgastaron como seres humanos por no poder alcanzar metas empiezan a ser pobres en proyectos e ilusiones”, explicó la titular de la entidad.

Pero también aportó su punto de vista positivo: “cuando hay empoderamiento y ven que tienen capacidades y que son una cajita preciosa, que pudieron amasar fideos y venderlos, empieza el cambio y ven que pueden hacer cosas por sí mismas”.

“Quiero terminar la escuela”

Celeste Miño tiene 26 años, sólo llegó hasta 7mo grado de la primaria y asegura que le habría gustado hacer la secundaria y ser maestra. Dice que no ha abandonado el sueño, al menos de lograr el nivel medio.

Tiene 4 hijos de 1, 3, 5 y 6 años. “Quiero trabajar, quiero terminar la escuela, pero mi esposo se va a trabajar temprano por la mañana y vuelve recién por la noche”. Su suegra también trabaja por lo que mucho no puede ayudarla.

“Estaba haciendo un curso de gastronomía, aprendía de todo, cosas de cocina y panadería, me faltaba un año para terminar y quedé embarazada del nene más grande”, recordó.

Espera poder ir algún día al colegio y sueña con ser al menos auxiliar de docente. “Mi esposo cree que está bien para poder ayudar a nuestros hijos con la escuela”.

Fuente: Los Andes