Línea de pobreza

Dicen que el mercado no tiene confianza y está haciendo bolsa todo. Es de no creer. Por culpa de ese diablo la mitad del país está otra vez bajo la línea de pobreza.

Dicen que el mercado no tiene confianza y está haciendo bolsa todo. Es de no creer. Por culpa de ese diablo la mitad del país está otra vez bajo la línea de pobreza. Por culpa de esa basura del mercado que no tiene confianza aumentó el hambre y la mortandad infantil, se multiplican los despidos, los salarios perdieron valor. ¿Y quién cazzo es el mercado? Las principales corporaciones se aseguraron de poner gente en secretarías, ministerios, presidencias, organismos de control y hasta en la Corte. El mismo presidente representa una de las mayores. Y son ellos los que echan la culpa a los mercados. Hablan del mercado en tercera persona como si fuera algo con vida, ajeno a ellos. Sueltos de cuerpo, como si las principales corporaciones de este país, las sojeras, industriales, comerciales y financieras, las que intervienen en el mercado para tragarse gran parte del PBI, no formaran parte del mercado. Esta gente habla del mercado como un dios invisible, y sus sacerdotes, que son ellos, dicen lo que el dios quiere que se haga y si sale mal es culpa del dios y va fangulo.

Los pedestres terrenales estamos fritos. Porque además, según sus creyentes, el mercado siempre tiene razón, incluso cuando te rompe el cuello, cuando esparce pobreza y marginación. En esta Iglesia del mercado, cuando las cosas te van mal, andá a llorar a la iglesia, pero a los sacerdotes, los que hoy representan a las grandes corporaciones en el gobierno, los economistas y periodistas que hacen lobby por ellas en los medios, a esa caterva siempre les va bien, como pasa ahora con el país. En dos años y medio rompieron lo que al gobierno anterior le costó 12 años recomponer: otra vez, como en el 2001, la mayoría de los trabajadores están por debajo de la línea de pobreza y la mitad de la sociedad, o más de la mitad, también y todo va camino a ser cada vez peor.

El modelo “Iglesia” encaja mejor que un enfoque racional para tratar de explicar la crisis enorme que provocó este gobierno, las explicaciones que da y la falta de recursos que muestra. En el gobierno está representada una porción descomunal del PBI y tienen la caradurez de decir que son incapaces de frenar una corrida provocada por “falta de confianza” por parte de fondos de financiación que fueron convocados por ellos para hacer jugosas inversiones especulativas.

Como sabe Luis Caputo, porque manejó un fondo buitre, los intereses altos son de corta duración, porque a la larga son imposibles de pagar. Los fondos llegaron y ahora empiezan a volar. Pero las grandes corporaciones –que hablan del mercado en tercera persona–, se favorecen también con la corrida que baja costos en dólares.

Cada mes renuevan millones en Lebacs y se producen esos súpermartes que podrían hundir a la Argentina. ¡¡¡Una crisis por mes!!! No se puede creer que algún idiota con chapa de Harvard haya creado esta trampa para bobos. Ahora  San Caputo del dios Mercado viene a preparar la salida de las Lebacs, –invento de Federico Sturzenegger– en un proceso de tres años, cuando a este gobierno le queda la mitad de ese tiempo.

Los medidores económicos y sociales estallaron. Los datos del Indec miden la canasta básica que necesita una familia tipo para no ser pobre, en casi 18 mil pesos. Pero ese cálculo era en marzo, cuando recién se habían producido los primeros tarifazos. O sea que no están incluidos las consecuencias de esos tarifazos en los precios y tampoco está incluida la segunda batería de tarifazos ni la corrida y devaluación del 30 por ciento y su impacto en los precios.

Esas cifras dramáticas ya son viejas, fueron muy superadas y en el presente deben ser peores. Si se le agrega solamente el treinta por ciento de la devaluación, los 18 mil pesos se van a 24 mil, y cientos de miles más pasarían por debajo de la línea de pobreza comiéndose a gran parte de la clase media. Cuando la Marcha Federal de los movimientos sociales agrupados en la CTEP llegó al Congreso, el primero de junio pasado, los puestos de salud de la defensoría del pueblo debieron atender a numerosas personas. En la mayoría de los casos, el origen de las descomposturas era el hambre. El hambre ya no es un fantasma, este gobierno la sentó a la mesa de los pobres.

En los barrios humildes, incluso de la ciudad, pero principalmente del Conurbano, hay una situación de emergencia alimentaria real. Este gobierno de ricos no tiene sensibilidad y además desconoce a los pobres. Chocaron la calesita. Los “populistas” burros que “serobarontodo”  sacaron al país de una situación todavía peor que esta y lo hicieron producir. Por el contrario, los ricos que se las sabían todas, llevaron otra vez al país de vuelta a la situación desastrosa a la que ellos mismos la habían llevado en los ’90 hasta la explosión del 2001-2002.

No resisten la mínima comparación. Y sin embargo se siguen escuchando argumentos que los defienden, que los presentan como opción para otra elección, que los salvan por comparación. Frente a la crisis, circuló mucho en las redes la frase “Con Scioli hubiera sido peor”. Scioli nunca hubiera apostado exclusivamente a la inversión externa cuando ya era una rara avis en un planeta seco de capitales; no hubiera desfinanciado al Estado quitando las retenciones de esa forma; no hubiera destruido el mercado interno. Scioli podría tener muchos defectos, a muchos podría no caerle bien, pero hubiera sido mucho mejor que los de Cambiemos que, hasta ahora, lo único que hicieron ha sido destruir todo con la excusa de una falsa “pesada” herencia que en realidad fue muy liviana.

Y en la comparación con estos creadores de la crisis surgió otra vez la llamada de atención de la ex presidenta Cristina Kirchner sobre la letra chica del acuerdo con el FMI. Los chicos ricos de Cambiemos firmaron  un párrafo donde aparecen aceptando que Argentina “incautó” a las AFJP. Estos chupamedias del FMI aceptaron ese término denigrante que expone al país a juicios millonarios por parte de las grandes estafadoras de las AFJP.

El Estado pudo hacerse cargo de las AFJP porque estaban a punto de quebrar en la vorágine de la crisis inmobiliaria en Estados Unidos que estaba arrastrando a las bolsas de todo el mundo. La mitad del dinero ya lo ponía el Estado argentino, pero las AFJP les cobraban a sus asociados comisiones de usura. Era una estafa al Estado argentino y a los futuros jubilados. El Estado salvó esas jubilaciones. La palabra “incautar” demuestra que los intereses que defiende Cambiemos no son los de los jubilados.

Porque cuando ya no quedan argumentos, entonces los de Cambiemos se hacen los tontos y dicen que “todos son iguales”. Pero los ricos y puros de Cambiemos, que se las saben todas, firmaron un acuerdo con el FMI para pasar a degüello a los jubilados. En cambio, los “burros, chorros y populistas”, se sacaron de encima al organismo financiero internacional que exige la reducción de las jubilaciones.

Muchos taxistas, que fueron propagandistas activos de la candidatura de Macri, no se dan por vencidos. A estos “serobarontodo” y ahora “todosonlomismo”, les cayó el aumento sideral de la nafta, del gasoil y el gas además de  la competencia de Uber, pero siguen con “Todosonlomismo” convirtiéndose en ejemplares de laboratorio para comprobar el poder alienante de los medios para producir posverdad y odio. Tienen una realidad que los destruye y son incapaces de rebelarse.  Y los que estaban condicionados porque decían que “todo se lo ganaron con su esfuerzo”, se van a tener que esforzar mucho más para pagar tarifas impagables. Se van a tener que esforzar y no van a poder pagar. No todos son lo mismo, hay proyectos políticos enfrentados.

Cualquiera de los doce años del gobierno anterior saldría favorecido comparado con esta realidad provocada por Cambiemos. Es imposible pensar que se justifique esta realidad y se pueda odiar al gobierno anterior por sus errores. No encaja. Falta alguna pieza. O se odia al gobierno anterior por sus aciertos –lo cual se ajusta al núcleo más derechista de Cambiemos– o se lo odia por un discurso manipulado y con gran capacidad de penetración por la complicidad de las grandes corporaciones mediáticas que cubren a más del 90 por ciento del público, pero que impactan en los más predispuestos, los más crédulos, los llenan de odio y transforman a una persona que en otras condiciones ni siquiera iría a votar. Y así convierten a ese trabajador, a ese jubilado, a esa maestra, en cómplices de esta tragedia de miseria y hambre.

Por lo menos durante un año más el gobierno caminará sobre el vidrio de sus errores con muy poco margen para la política. El país vivirá con más de la mitad de sus habitantes por debajo de la línea de pobreza y con muchísimos en la extrema pobreza. No será fácil reconvertir esa situación.

Por Luis Bruschtein

Fuente: Página 12