Los árboles y su impacto ambiental en la ciudad

La paisajista Gabriela Ludueña Redner brindó su conocimiento y experiencia para conocer más sobre los árboles, tan necesarios como valiosos para el medioambiente y para el ser humano.

La paisajista Gabriela Ludueña Redner brindó su conocimiento y experiencia para conocer más sobre los árboles, tan necesarios como valiosos para el medioambiente y para el ser humano.

Los árboles como tales cumplen un rol fundamental en el medioambiente. Claro que hay mucho por conocer de estas especies que nos brinda la naturaleza y por eso, es importante conocer sus formas, tipos, cuidados en profundidad.

La paisajista Gabriela Ludueña Redner brindó a LA VOZ DE SAN JUSTO su conocimiento y experiencia para conocer más sobre los árboles, tan necesarios como valiosos para el medioambiente y para el ser humano.

Es importante saber que es bueno plantar árboles, pero es mucho más importante cuidar los que ya existen, los que ya tenemos y que son parte de nuestro paisaje.

Para Ludueña Redner, “importa plantar árboles y arbustivas en las ciudades para hacer ciudades más verdes, respetar la biodiversidad, la flora nativa tiene un efecto positivo sobre el ecosistema, atrae la fauna como mariposas, que atraen aves, que son importantes como hábitat para que nidifiquen.  Hay que plantar y hay que cuidar los que ya existen”.

Observar y reconocer
Según la entrevistada, “podemos clasificar a los árboles según varios atributos. El follaje, que incluye a las hojas, fundamentales para la fotosíntesis, la evapotranspiración y la regulación de la temperatura, entre otras funciones vitales para el árbol y el ambiente. Estos pueden ser perennes, semipersistentes o caduco; las hojas pueden ser simples o compuestas, con bordes lisos, aserrados, dentados, y otras formas exóticas como las de Ginkgo Biloba. También tienen distintas texturas, gruesa y grandes; otros de textura fina y hojas pequeñas que aportan mucho a espacios chicos, aportando sensación de amplitud”.

Otra forma de diferenciar a las plantas es por su forma, altura, ramazón, forma y textura de su tronco o corteza. “Éstas cualidades son clave al momento de diseñar plantaciones, de ver la ubicación de la vegetación. Las formas pueden ser: columnares, globosas, cónicas o péndulas, entre otras.”

“Hay árboles de tronco vestido, con ramas llegan hasta el suelo, o de tronco desnudo, con ramas que arrancan más arriba, como el caso de los llamados “arboles de copa”. Los hay de un solo tronco principal y otros con múltiples troncos”.

Sus tamaños
Al momento de elegir un árbol o una arbustiva lo principal a tener en cuenta es la dimensión que pueden alcanzar en su adultez. “Hay de 1° magnitud: que superan los 15 metros de altura; 2° magnitud miden entre 10 a 15 metros de altura; y 3° magnitud por debajo de los 10 metros”.

“Tengamos en cuenta que las plantas son seres vivos y que sus características pueden variar de acuerdo con las condiciones del ambiente, suelo y otros factores”.

En cuanto al tiempo de crecimiento, “los rápidos se desarrollan entre los 5 y 10 años, generalmente se los denomina pioneros o colonizadores, y suelen tener vida más corta. En cambio, los de crecimiento medio tardan entre 15 y 20 años en llegar al estado maduro de desarrollo. Y por último los que tardan más de 20 años se los considera de crecimiento lento. Siempre todo será relativo de acuerdo a la zona y el ambiente donde se desarrollen”.

¿Cómo elijo un árbol? 
Los viveros venden los arboles a raíz desnuda, en terrón o envasados. “A raíz desnuda son más económicos y solo se consiguen en los meses fríos. Es más riesgoso que el terrón, en el cual el árbol va con el sustrato envuelto en un tejido plástico que le permite tolerar un periodo de almacenamiento hasta el momento de plantar”.

“Los arboles envasados pueden haber sido criados en envase o tratarse de ejemplares a raíz desnuda o terrón envasados. Es clave el periodo que estuvieron envasados para evitar problemas de raíz (el “enrulado” o “rodete”), por permanecer mucho tiempo en el envase. Cuando las raíces salen por debajo o notamos la presencia de líquenes o musgo en el envase sabremos que lleva demasiado tiempo allí́”.

“Los árboles se comercializan tanto por altura como por circunferencia del tallo a un metro del suelo. También por el tamaño del envase, pero es una medida relativa determinada por el productor al momento de envasar”, agregó Ludueña Redner.

¿Cuándo plantar?
El mejor momento para plantar árboles es, generalmente, durante el período de inactividad. En el caso de los de hoja caduca, desde que pierden sus hojas hasta el momento que se reinicia el flujo de sabia en primavera. “Las coníferas, en período de frio; en el caso de las especies sensibles al frio, el momento ideal se da cuando ya no hay riesgo de heladas o a fin del verano; las palmeras, por su parte, es mejor trasplantarlas en pleno verano, con el calor y los árboles envasados permiten la plantación en cualquier época del año”.

A la hora de manos a la obra, la paisajista expresó que “es conveniente que el tamaño del pozo tenga de 1,5 a 2 veces el diámetro del terrón o envase. Respecto de la profundidad, será́ la misma medida del envase o, en el caso de suelo compactado o arcilloso, unos centímetros más para remover la base y estimular el arraigue de las raíces. Al momento de la colocación en el pozo, tener cuidado de no romper el terrón”.

“Todo árbol recién plantado debe llevar unos tutores para una mejor fijación y evitar el movimiento después de la plantación. La cantidad de tutores y el tamaño dependerán del ejemplar, aunque se recomienda que sean mínimo dos. Realizar las ataduras de modo que no lastimen la corteza. Los arboles nuevos necesitan riego durante los primeros dos años. La cantidad varía según el clima y el tipo de árbol”, detalló la experta en diseño de paisajes.

Variedades
Cuando de variedades se trata, la entrevistada aseguró que “todas las plantas son buenas, solo hay que poner la correcta en el lugar indicado”.

“Según especialistas consultados podemos nombrar algunas especies que nuestra zona crecen y se desarrollan sin problema y nos ayudan a mitigar las temperaturas, se adaptan a los cambios climáticos, nos dan beneficios a nosotros y son visitadas por insectos benéficos ayudando a la biodiversidad”, explicó.

Entre los ejemplos se encuentran:
Lapacho: Es una especie arbórea de gran porte elegante, bellas hojas y una floración notable y abudante. Es un ejemplar de gran magnitud, tiene un fuste recto y alto y una copa redondeada, que se torna en un gran ramo floral hacia la primavera.

Jacarandá: árbol nativo de las yungas, «Tarco» es el nombre que le daban los indígenas que habitaban el noroeste del país; «jacarandá» es un nombre de raíz guaraní. La floración más llamativa se produce sobre las ramas desnudas de hojas, en primavera. Las copas se cubren de corolas de un tono difícil de definir –entre celeste y lila–, que cambia según la mirada o  la luz del momento. Son polinizadas por insectos y picaflores.

Anacahuita: plantado en la ciudad es un árbol bajo, con dimensiones entre 5 y 12 metros de altura. Posee un tronco grueso y recto y una copa relativamente angosta y redondeada, de porte erguido y un follaje denso y brillante. En las yungas, crece mucho más y está entre las especies más altas. Pertenece al grupo apto para veredas. Sus flores son blancas y perfumadas y atraen a diversos insectos para su polinización, como mariposas (hospedera de la mariposa Polibio sangrante) y abejas. Los frutos chiquititos y color rojo-anaranjados, atraen a aves frugívoras.

Otras especies que podemos incorporar al plantar son:
• Guarán Amarillo

• Sen Del Campo o Rama Negra

• Acacia Blanca

• Cina Cina

• Acacia Mansa

• Ibira

• Fumo Bravo

Hablemos de poda
A los árboles los sometemos a podas en el ámbito urbano, por motivos cómo la seguridad, por ejemplo ya que la poda en la naturaleza misma de las plantas no existe. Las plantas poseen sus herramientas para crecer, estructurarse y reacomodarse al medio o espacio dónde le toque crecer, vivir y desarrollarse.

En este sentido, la experta comentó que en  las ciudades se puede necesitar realizar distintos tipos de podas:

•Formación. Hay que realizarla desde su plantado hasta cuando sea necesario. Debemos preparar la estructura, es decir el armazón.

•Producción. Es para que el árbol dé la mayor cantidad de fruta sin sobrecargarlo, lo que causaría su envejecimiento prematuro.

•Correctiva. el árbol buscará crecer especialmente “para adentro y para arriba”. Se puede ir limitando los cruzamientos de ramas para evitar se molesten y que la copa sea muy densa. Por ello podemos airear o alivianar la copa.

•Reconstructiva o de seguridad:  es necesaria solo si ocurre algo inesperado, como puede ser un daño por fuertes vientos. Debe tratar de hacerse inmediatamente después del hecho.

“En los frutales se realiza la poda para que crezcan y produzcan todos los años; siempre hay que tener en cuenta la especie, no en todos los árboles debe realizarse o es necesario realizar”.

“Hay ejemplares en los cuales se da un fenómeno llamado vecería, fructifican mucho una temporada y a la temporada siguiente o no fructifican o lo hacen muy poco. Y si bien existen especies en las cuales la vecería se da más frecuentemente (como por ejemplo el olivo, el pecán o el mandarino), justamente con la poda lograremos que luego de una gran carga, al año siguiente produzcan entre un 50 y un 70 %, en vez de nada o casi nada”.

“La época de poda de todas las especies caducas es el receso invernal. Las de hojas perennes pueden podarse durante prácticamente todo el año, teniendo las debidas precauciones en regiones de extremo frío o calor”, remarcó Ludueña Redner.

Valiosos para la humanidad
Los árboles han estado presentes en toda la historia humana, desde los egipcios y pasando por los Celtas, en la Edad Media eran fuente de alimento y material de construcción y calefacción.

Pero recién en el Renacimiento el árbol pasa a tener también un rol estético y no solo funcional. En la Francia de “los Luises”, el árbol formó parte del trazado de los jardines, reforzó́ la idea del arte topiario y fue un elemento para enmarcar los tan particulares ejes y escalas de los jardines del siglo XVII.

Mucho más acá, los árboles llegaron a los laboratorios para lograr nuevos cultivares a partir de la hibridación y mutación genética. Esto permitió lograr características diferenciadas como color del follaje o las flores, e incluso cruzar especies distintas en busca de una particularidad especial.

En su rol social, los árboles son el punto de encuentro de niños y adultos; son centro de reunión bajo su copa. Cada especie nos brinda sus atributos estéticos a lo largo de las estaciones, sea en nuestros patios o calles o en las plazas de la ciudad.

Fuente: La Voz de San Francisco