Los científicos sienten la crisis y salen a la calle

Salarios por debajo de la línea de la pobreza, paredes que comienzan a agrietarse y fondos que a duras penas alcanzan para pagar la luz.

Salarios por debajo de la línea de la pobreza, paredes que comienzan a agrietarse y fondos que a duras penas alcanzan para pagar la luz.

En tiempo de crisis, la descripción se parece a la de muchos hogares argentinos, pero pocos la asociarían con lo que sucede con la ciencia. Sin embargo, eso es lo que está denunciando el sistema científico argentino y lo que se vive en los institutos de Córdoba.

La situación es tan grave que el fantasma de la fuga de cerebros vuelve a surgir. “Los científicos no somos sólo cerebros. Somos personas, tenemos familias y necesidades básicas que cubrir”, dice Lucía Céspedes, becaria doctoral de Conicet. Cobra 23 mil pesos.

Como muchos otros jóvenes científicos, su recorrido académico también es una apuesta de vida porque durante siete años deberá trabajar como becaria de dedicación exclusiva para luego aspirar a ingresar a la carrera de investigador de Conicet.

Las expectativas no son buenas. La semana pasada se anunciaron los nuevos ingresos. Sólo obtuvo el cargo el 17 por ciento de los aspirantes. En Córdoba hay más de 1.400 becarios. “La sensación entre los investigadores es de incertidumbre. Apostamos por una carrera y ahora nos damos cuenta de que el sueldo no nos alcanza”, dice la investigadora Lorena Capogrossi.

Ante esta grave coyuntura, investigadores y personal de Conicet Córdoba realizarán una jornada de protesta mañana, a las 11, en la Plazoleta del Fundador de la ciudad de Córdoba. El 10 de abril se celebra en el país el Día del Investigador Científico.

Afectados

La crisis ya rebasa la mesa de los laboratorios y resuena en el fuero más íntimo de los investigadores.

El 70,7 por ciento de los científicos y del personal técnico y administrativo del Conicet Córdoba manifiesta que ha sufrido afecciones a nivel emocional o físico atribuidas a la situación económica, entre ellas ansiedad, estrés, depresión y trastornos del sueño.

El dato surge de una encuesta realizada recientemente a 634 trabajadores de esa institución por una red de delegados de institutos en Córdoba. Otros resultados no hacen más que confirmar el estado crítico. El 85,6 por ciento asegura que su labor científica se ha visto afectada por el ajuste.

Esto se traduce en una reducción de experimentos a causa de la falta de materiales o la imposibilidad de usar equipos que se rompieron y no han podido repararse.

“A las ciencias sociales también nos afecta”, dice Capogrossi. Y agrega: “No tenemos que comprar insumos para hacer experimentos pero tenemos otros gastos como bibliografía, participación en congresos, etcétera. Ya estamos naturalizando la idea de utilizar nuestro sueldo para las investigaciones”.

Según la encuesta, el 70 por ciento de los investigadores reconoció que tuvo que cancelar su participación en congresos, cursos o pasantías por falta de fondos. Y el 78 por ciento utiliza ingresos personales para solventar su actividad científica. El salario de un investigador de Conicet que recién se inicia es de 30 mil pesos. Hay unos 1.200 investigadores en Conicet Córdoba y un cuarto están en la categoría inicial.

En Argentina, una familia de cuatro integrantes es pobre con ingresos menores a 24.357 pesos.

La red institucional de Conicet también siente el ajuste. La mayoría de los institutos de Conicet Córdoba dependen también de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), lo que representa un alivio financiero. Gabriel Bernardello, director del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv), celebra esta doble dependencia. Pero luego se sincera: “Estamos muy mal: Conicet nos debe una cuota de los fondos de 2018 para gastos corrientes. Para 2019, pedimos un millón de pesos, pero nos presupuestaron 350 mil”, detalla.

Bernardello comenta que ya han recortado gastos por todas partes. Además, advierte que Conicet también está demorando el pago de subsidios. “Estamos zafando por los subsidios de la Agencia Nacional de Promoción Científica. Pero el dólar está muy alto para comprar insumos y equipos”, comenta.

El Instituto de Estudios Históricos (IEH) no tiene la suerte de depender de la UNC, sino del Centro de Estudios Históricos Carlos Segreti, una asociación civil. Fernando Remedi, su director, asegura que, a la fecha, no ha recibido un peso del Conicet. “El presupuesto asignado para 2019 es de 75 mil pesos. Nosotros pedimos 400 mil pesos”, comenta.

Ese dinero es el que se necesitaría para gastos de funcionamiento en un edificio prestado por una investigadora. Remedi comenta que paga de su bolsillo el sitio web, mientras que otro investigador ha pagado el agua y el gas. La asociación civil está costeando todos los gastos por el momento, pero su situación es crítica. “El año pasado se consideró cerrar”, sostiene Remedi.

Este año obtuvieron un subsidio de Conicet por 3,6 millones de pesos por pagar en cinco años pero no se sabe cuándo comenzarán a cobrarlo. El tema del proyecto es la desigualdad social, con un enfoque integral desde la prehistoria hasta la actualidad.

Los directores de los institutos de Conicet de todo el país se reunirán este fin de semana en Córdoba para sentar una posición sobre esta situación crítica.

Repatriados y fugas

La “fuga de cerebros” ya está en la cabeza de los científicos. El 83 por ciento de los becarios y el 47,5 por ciento de los investigadores (que tienen estabilidad laboral) ya están evaluando la posibilidad de buscar otro trabajo.

Otro indicador que viene en retroceso es la cantidad de científicos que decidieron regresar al país en el marco del programa Raíces. En 2010 se dio el pico de regresos, con 153 investigadores que volvieron. En 2016, fueron 81, pero luego descendió abruptamente a 17 (2017) y 32 (2018).

Marcelo Desimone, investigador del Imbiv (Conicet Córdoba) repatriado hace 10 años, asegura que no está arrepentido de haber vuelto. “Hubo un tiempo en que hicimos las cosas bastante bien. Y seguimos en buen nivel a pesar de los recortes”.

Desimone plantea otra preocupación: “Podemos aguantar esta crisis si vemos perspectiva, pero las señales indican que la ciencia en Argentina no es prioridad. Entonces uno piensa cuánto tiempo más va a existir el Conicet”.

El científico conoce varios casos de investigadores jóvenes que están pensando en irse del país. “Piensan que se van por un tiempo para pasar este mal momento. Pero mi ejemplo sirve para mostrar que eso no siempre es así. Me fui en 1991 y tardé 20 años en regresar. Si se van es probable que no vuelvan más”, lamenta.

450 investigadores ingresaron al Conicet

Es el número más bajo de la última década.

83% afuera

No entraron. Sólo ingresó el 17 por ciento de los postulantes. Es decir, 2.145 doctores y posdoctores quedaron excluidos.

Tres llamados. Los ingresos se dieron en tres llamados: temas generales (208 ingresos), temas estratégicos (154) y fortalecimiento institucional (88).

Disciplinas. La mayor cantidad de ingresos se dio en el área estratégica Desarrollo y Tecnología Social, que incorporó a 36 científicos.

Recorte. Para este año, Conicet tiene asignados 16.400 millones de pesos. Esto supone un recorte del 17,7 por ciento respecto de lo devengado en 2015 y actualizado por el Índice de Precios Implícitos del Indec. En todo el sector científico el recorte fue del 30%.

Fuente: La Voz