Los desafíos económicos que vienen

La macroeconomía viene evidenciando una fragilidad extrema por la escasez de dólares y una inflación anual que coquetea con las tres cifras. Qué medidas puede tomar el gobierno para tratar de generar estabilidad y potenciar el crecimiento. 

La macroeconomía viene evidenciando una fragilidad extrema por la escasez de dólares y una inflación anual que coquetea con las tres cifras. Qué medidas puede tomar el gobierno para tratar de generar estabilidad y potenciar el crecimiento.

En el filo de la navaja
Por Pablo de la Vega (*), Guido Zack (**) y Jimena Calvo (***)

La economía argentina se encuentra frente al desafío de no tener grandes sobresaltos en el transcurso del año electoral, justamente cuando se suele evidenciar una mayor volatilidad, más aún en elecciones presidenciales. Dada la extrema fragilidad de la macro, cualquier sobresalto puede generar eventos sumamente disruptivos con serias consecuencias sobre los tipos de cambio (incluido el oficial), la inflación, el crecimiento, la distribución del ingreso y la pobreza.

La fragilidad de la economía tiene su punto de máxima tensión en la inflación. En un documento publicado recientemente por Fundar, en donde analizamos los determinantes de la inflación argentina de las últimas dos décadas, sostenemos que la desaceleración de los precios debe ser la prioridad macroeconómica número uno, dado que con el nivel de variación actual es imposible un proceso de crecimiento y desarrollo sostenido. El problema radica en que no logramos ponernos de acuerdo en el diagnóstico y, por lo tanto, tampoco en la estrategia anti-inflacionaria.

A partir de un esquema teórico que motiva la inclusión de variables en el ejercicio cuantitativo y una rigurosa metodología, concluimos que la inflación se ve afectada – en el corto o en el largo plazo, en menor o en mayor medida – por la inercia, el tipo de cambio, la oferta de dinero, la tasa de interés y los precios regulados. En resumen, es un fenómeno multicausal, de modo que cualquier abordaje parcial está destinado al fracaso. Tanto una política de ingresos sin consistencia macroeconómica como un planteo único y exclusivamente monetario carecerán de eficacia. En cambio, tal como decía Adolfo Canitrot, se deben atacar todos los frentes de manera simultánea.

No parecieran estar dadas las condiciones ni que los incentivos del gobierno sean suficientes para tomar las medidas integrales necesarias para atacar las raíces del problema. Sin embargo, el punto de partida incide en las probabilidades de éxito de un programa de estas características. Es por eso que, de cara al siguiente período presidencial, al menos las dos principales coaliciones deberían hacer un mínimo pacto de no agresión en las cuestiones que tienen la capacidad de afectar no solo a la administración actual sino también a la siguiente.

Nos referimos esencialmente al financiamiento del sector público. En la última licitación de diciembre se consiguieron fondos frescos para financiar el gasto estacionalmente elevado de diciembre, con lo que se cerró el programa financiero de 2022. No obstante, el 86 por ciento de los instrumentos colocados tienen un vencimiento inferior a los cuatro meses, evidenciando la dificultad del gobierno para financiarse más allá de las PASO.

Esto genera un punto de muy elevada incertidumbre de cara a 2023 que la política tiene la capacidad de despejar. La dificultad para financiarse a un plazo algo más largo radica en la expectativa sobre el accionar del próximo gobierno, las cuales son influenciadas por las declaraciones que realicen las/os principales candidatas/os. Es suficiente que una persona de relevancia política dé a entender la posibilidad de reestructuración, reperfilamiento o algo que se le parezca para hacer la deuda imposible de refinanciar. Debido a la mencionada fragilidad económica, este solo hecho podría provocar un descalabro en las brechas que se trasladaría hacia el tipo de cambio oficial y la inflación. Pero esto no perjudicaría únicamente al gobierno actual. Como decíamos antes, el punto de partida importa. Entonces, una situación de este tipo podría complicar incluso los planes del próximo gobierno, dada la importancia del mercado local para financiar la consolidación fiscal.

En definitiva, sería deseable que todo el arco político despeje las dudas acerca del cumplimiento de la deuda en pesos. Eso eliminaría la principal fuente de incertidumbre económica del año entrante, extendiendo la alegría de los laureles que supimos conseguir. En efecto, la política tiene algo que aprender de la selección nacional de fútbol: alinearse a un objetivo es esencial para el éxito, tanto deportivo como económico. O, alternativamente, con grieta no hay desarrollo.

(*) Investigador del área de Economía de Fundar.

(**) Director del área de Economía de Fundar.

(***) Coordinadora del área de Economía de Fundar.

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El foco en los dólares
Por Facundo Budassi (****)

El 2022 está a días de quedar en el pasado. El 2023 dejará de ser el año del campeón del mundo, y en él asoman desafíos de todo tipo y sustancia en lo político, en lo económico y en lo social. Crecimiento, empleo, salarios y dólares, son los tópicos a corregir en caso de que el Frente de Todos aspire a tener posibilidades electorales en el próximo año.
Según datos del Banco Mundial, la actividad económica argentina se ha recuperado más rápido de lo esperado, en 2021 el país se sobrepuso con un incremento del 10,4 por ciento del PIB, luego de una caída de 9,9 por ciento en 2020 en el marco de la crisis desatada por la COVID-19. Para el mes de octubre de 2022, el estimador mensual de actividad económica (EMAE) registró una variación de 4,5 por ciento respecto al mismo mes de 2021.

Argentina atraviesa una senda de crecimiento económico de dos años completos, pero la invasión de Rusia a Ucrania puso obstáculos al desenvolvimiento internacional de la política argentina y también lastimó las cuentas y proyecciones públicas del gobierno. El efecto de la guerra se hizo sentir por mayores gastos de gas, fertilizantes, logística y fletes. Obstáculos que restaron unos 5.000 millones de dólares a las reservas del Banco Central.

En lo que respecta a la disponibilidad de dólares, el Ministerio de Economía utiliza un mix herramental. Por un lado, aplica un ajuste fiscal ortodoxo y devalúa el peso a un ritmo que se circunscribe a los márgenes de las valuaciones inflacionarias, y por otro lado, recurre al instrumental heterodoxo para administrar la escasez de dólares.

El Programa de Incremento Exportador (PIE), padre del dólar soja, es consecuencia de la escasez crónica de divisas que el país enfrenta. El programa, en su primera edición, fue catalogado de exitoso por el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo. El triunfalismo del funcionario se debe a que se logró destrabar los granos retenidos, maquiavélicamente, por el sector.
El dólar soja consiguió así exportaciones récord por 8.123 millones de dólares. El gobierno espera que, en esta segunda edición, con fecha de cierre en los últimos días de diciembre, las liquidaciones se encuentren un escalón por debajo de su antecesora, se aguardan negocios alrededor de los 3.000 millones de dólares.

La sequía preocupa, el costo de la falta de lluvias se mide en dólares. La Bolsa de Comercio de Rosario estima para el periodo enero-diciembre del próximo año una fuerte caída en la liquidación de divisas con tres escenarios posibles, en el mejor de los escenarios esbozados las pérdidas serán de 9.570 millones de dólares.

La falta de divisas pone en peligro el crecimiento económico, o al menos tiende a desacelerarlo. El desarrollo productivo consume divisas, y tarde o temprano la restricción externa volverá a decir “presente.

Amén de estos escollos, la creación de empleo en el sector privado reflejó el incremento productivo de la post pandemia. De acuerdo al análisis sobre la situación del empleo registrado privado realizado por CEPA, en los últimos meses de este año se ha recuperado gran parte de los puestos de empleos destruidos en la crisis del gobierno de Cambiemos. De los 292 mil puestos eliminados a febrero de 2020 se lograron recomponer 245 mil. Resta, aún, recuperar 47 mil puestos para alcanzar los niveles de empleo previos al desastre cambiemita.

En cuanto al salario, el “combate” a la inflación parece ser la principal política de ingresos encarada por el ministro. Este abandonó el dogma de no intervención en el mercado de productos de consumo masivo y apostó a fortalecer el programa de Precios Justos en busca de desacelerar la inercia. El 4,9 por ciento de inflación en noviembre pareciera avalar esta decisión.

En términos de distribución las prenociones mainstream se hicieron valer y él bisturí perdió su filo. Se congelaron las propuestas de subir el piso de ingreso a través de una suma fija y dejó que las paritarias sectoriales dirijan la suerte del ingreso y a los bonos acotados y excepcionales. Los últimos meses de elevada inflación pegaron en todos los segmentos del mercado laboral, pero su impacto en los no registrados fue, como siempre, el más significativo. Estos perdieron un 15 por ciento desde marzo del 2021.

(****) Economista CEPA.

Fuente: Página 12