Los números Pinocho de Macri
El manoseo de las estadísticas públicas, como la del déficit fiscal heredado y el actual, está al servicio de construir el relato de la economía macrista, maquillando el descalabro productivo y social de las medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva del ingreso.
02/08/2019 OPINIÓNEl manoseo de las estadísticas públicas, como la del déficit fiscal heredado y el actual, está al servicio de construir el relato de la economía macrista, maquillando el descalabro productivo y social de las medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva del ingreso.
Por Alfredo Zaiat
El precandidato a Presidente Alberto Fernández le explicó a Joaquín Morales Solá que el déficit fiscal de 2015 fue de 1,8 por ciento, que no es la cifra que publicita el macrismo pero sí figura en documentos oficiales (por ejemplo, en el prospecto de venta del bono a 100 años). El periodista le dijo que economistas que concurren a su programa de TN informan que era de 7 u 8 por ciento. Fue un cruce que se viralizó en las redes dejando en una posición incómoda a Morales Solá , quien en su columna del domingo en La Naciónbuscó recomponer su posición, repitiendo la versión oficial para concluir que Fernández le mintió. Lo que uno y otro no mencionaron en este intercambio, y que es fundamental para abordar la cuestión fiscal con rigurosidad, es que el macrismo ha manipulado la metodología de medición del déficit fiscal, no una vez, sino en dos oportunidades a lo largo de estos tres años y medio de gestión. Manipulación para ocultar el descalabro provocado en las cuentas públicas por la inicial pérdida de recursos al bajar impuestos y por el crecimiento explosivo del pago de intereses por el endeudamiento desaforado.
Como se sabe, en estos años de debate acerca de las estadísticas, existen manipulaciones «malas», que corresponden a los gobiernos kirchneristas, y manipulaciones «buenas», las que realizó el macrismo sin ningún costo político ni simbólico. Para reflexionar acerca de la crisis del Indec durante el kirchnerismo se acaba de publicar un ilustrativo libro “Claroscuros. 9 años de datos bajo sospecha” de Sol Minoldo y Diego Born, que ofrece varios matices para el análisis de ese período.
El Gobierno ha tenido una prolija estrategia de manipulación de las estadísticas, subestimando las negativas, sobreestimando las positivas y alterando metodologías de indicadores y de balances. El Indec, los ministerios de Trabajo y Hacienda y el Banco Central han estado acomodando la elaboración y difusión de estadísticas públicas para fortalecer el relato económico macrista. Aquí van algunos casos –no todos- de manipulación:
· El Indec de Macri dispuso de un inédito apagón estadístico en el primer semestre de 2016 de todos los indicadores -no sólo de los que estaban cuestionados- para entorpecer la comparación de variables que expondría el ajuste regresivo de la política económica.
· El titular del Indec, Jorge Todesca, despidió a quien se había convertido en un emblema de resistencia al período de administración del Instituto durante el kirchnerismo, Graciela Bevacqua, técnica que había cuestionado la tarea y los tiempos de elaboración del nuevo Índice de Precios al Consumidor de Macri . Este subestima la inflación al medirla con una canasta de consumo desactualizada, que minimiza el impacto de los tarifazos .
· Se realizó una revisión de la serie del PIB de los años del kirchnerismo, sobre la cual existían pequeñas discrepancias en las cifras, pero ninguna tan pronunciada como la realizada para el 2009. En esa tarea de revisionismo histórico, el Indec fue más lejos que cualquier estimación privada (que indicaba retrocesos del 2 al 3 por ciento) para ese año y calculó una caída del 6 por ciento. Para alcanzar esa cifra, se eliminaron los subsidios a los servicios públicos en el cálculo y se utilizaron índices alternativos para mostrar que no hubo tanto crecimiento económico en el ciclo kirchnerista. La obviedad que expone la dimensión de esa manipulación es que una caída del 6 por ciento del PIB en 2009 hubiera derivado en un descalabro social y laboral, lo que no sucedió .
· El Indec sobreestimó la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza , siendo más elevada en comparación a otros países de la región y a cualquier estudio privado. Determinó así que la cantidad de pobres era 32,2 por ciento de la población –en línea a lo que marcaba la UCA- cifra que le permitió al macrismo decir que el kirchnerismo dejó una cantidad enorme de pobres.
· El Banco Central también hizo su aporte. Modificó las normas de elaboración de su balance para ocultar la debilidad patrimonial de la gestión Sturzenegger. En el informe Política Monetaria, en uno de sus anexos, se descubre la manipulación: descuenta las Letras Intransferibles del Tesoro y los Adelantos Transitorios al Tesoro, activos no negociables en el mercado, para encubrir que Sturzenegger recibió un Banco Central con un patrimonio neto equivalente a 14 mil millones de dólares y que lo hizo descender a la mitad.
· Cuando había un Ministerio de Trabajo, esa cartera modificó la forma de contabilizar el empleo privado registrado para subestimar la destrucción de empleo, porque pasó a tomar en cuenta la persona ocupada y no la cantidad de puestos, ya que una persona puede tener más de un trabajo o, en otros términos, la destrucción de un puesto puede no significar necesariamente que esa persona quede desocupada.
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· El macrismo también metió mano en los datos de la evolución de la deuda externa –nueva serie de la Balanza de Pagos- para reducir la contabilidad del endeudamiento vertiginoso de los dos primeros años de gestión, al imputar la emisión y pago a fondos buitre como “atrasos” en la cuenta del 2015. Así no la sumaron a la cuenta del macrismo.
· Finalmente, el Ministerio de Hacienda modificó en dos oportunidades el método de medición del déficit fiscal , primero con Alfonso Prat Gay y luego con Nicolás Dujovne. Lo alteraron para abultar el déficit de 2015 correspondiente al último año del gobierno de CFK; y lo volvieron a modificar para disminuir el desequilibrio de 2017, incluyendo ingresos tributarios extraordinarios del blanqueo y sumando nuevamente los ingresos primarios de las rentas del FGS-Anses (Prat Gay los había excluido).
Estos cambios en la metodología de medición de ingresos y egresos fiscales provocó que economistas con simpatías con el oficialismo, como Oscar Cetrángolo y Julián Folgar, escribieran que “creemos conveniente que la información oficial siga los criterios aceptados internacionalmente y evite frecuentes innovaciones metodológicas” (blog Alquimias Económicas).
El manoseo de las estadísticas públicas, como la del déficit fiscal heredado y el actual, está al servicio de construir el relato de la economía macrista , maquillando el descalabro productivo y social de las medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva del ingreso.