Macron lanza por decreto la reforma laboral más drástica en varias décadas
Da prioridad a las pymes, que eliminan a los sindicatos en las negociaciones laborales. Se busca dinamizar una economía muy estática
01/09/2017 EL MUNDODa prioridad a las pymes, que eliminan a los sindicatos en las negociaciones laborales. Se busca dinamizar una economía muy estática
El presidente francés Emmanuel Macron firmó cinco decretos que contienen su drástica reforma laboral. Como preveía el riesgo de un bloqueo de la reforma en el Parlamento, Macron recurrió a los decretos. Estos prevén flexibilizar el mercado de trabajo y dejar en manos de las empresas asuntos como la fijación de las horas de trabajo y los procedimientos de despido. Macron pone el acento en las pymes y busca dinamizar una economía que desde hace décadas sufre de bajo crecimiento, desempleo en torno al 10 por ciento y una extrema rigidez normativa, no sólo en el campo de las relaciones laborales.
La reforma fue presentada a los sindicatos y a los empleadores por el primer ministro, Edouard Philippe. Es sin dudas uno de los pasos políticos más audaces de Macron, cuya popularidad viene en caída desde que asumió el 14 de mayo pasado. La reforma laboral es también la primera gran prueba del mandatario en sus intentos por reformar la economía gala, la segunda más grande de la zona euro y una de las menos dinámicas de la Unión Europea. El rígido derecho laboral francés es culpado por esta falta de dinamismo, junto con una maraña de reglamentaciones de la actividad económica.
El premier Phillippe dijo que la iniciativa tiene por objetivo «curar» y no «tratar los síntomas» de las altas y prolongadas tasas de desempleo que afectan a Francia. «Probablemente hubiera sido más fácil y menos riesgoso tratar los síntomas que curarlos», señaló Philippe antes de subrayar que Macron fue elegido en mayo para realizar cambios que tengan «un profundo impacto» en el derecho y las relaciones laborales. Efectivamente, nadie puede alegar que Macron ocultó sus intenciones en la campaña presidencial que lo llevó al Elíseo.
Las cinco medidas que componen la reforma serán aprobadas a través de un procedimiento especial en el Parlamento para evitar largos debates y el riesgo de un bloqueo, algo que ya les ocurrió a presidentes anteriores. La reforma trata de auxiliar a las pymes. Las empresas con menos de 50 empleados son 9 de cada 10 en Francia y para el gobierno fueron hasta hoy «olvidadas» y ahora se las pone «en el centro». La norma divide a los trabajadores según el tamaño de las empresas y reduce el peso de los sindicatos. Aquellos trabajadores de empresas con menos de 50 empleados deberán negociar a través de un delegado, pero sin apoyo sindical. Los patrones de pymes con menos de 20 empleados tendrán manos libres para negociar directamente, en forma individual, con cada uno de sus empleados. Además, se recorta de 24 a 12 meses el plazo para presentar una demanda contra un despido y se abaratan las indemnizaciones, que oscilarán entre un mes de salario para los que tienen menos de dos años de antigüedad, y veintidós meses de salario para los treinta años de antigüedad. Recortada la influencia y el poder sindical, está previsto ofrecer a las centrales sindicales otro tipo de actividades no reivindicativas, como nuevas reglas que faciliten la reconversión mediante formación profesional.
Durante décadas, gobiernos de distinto signo político intentaron reformar las normas laborales de Francia, pero estas siempre se diluyeron ante la contundente respuesta de los sindicatos en las calles. Pero hoy las cosas son diferentes. Los franceses eligieron a Macron como presidente sabiendo muy bien que proponía una agenda de reformas, incluida la laboral. Ayer, el diario Le Figaro dio a conocer un sondeo que ratifica este respaldo popular. Según el sondeo, la mayoría de los franceses cree que la reforma tendrá efectos beneficiosos sobre el empleo. Seis de cada diez incluso piensan que Macron «irá hasta el final» y que el presidente tenía razón al decir que «los franceses odian las reformas». Los decretos permitirán adaptar el tiempo de trabajo, el salario y la movilidad en el lugar de trabajo a «las condiciones del mercado», en base a acuerdos alcanzados por mayoría simplificada entre empleadores y trabajadores. Los inversores extranjeros y los vecinos europeos observan de cerca el proyecto que tendrá grandes efectos en la poderosa economía gala donde el desempleo es crónico en torno al 10 por ciento.
Sindicatos divididos
El gobierno consultó a los sindicatos durante semanas mientras redactaba la reforma. Sólo la CGT, el segundo sindicato más grande del país, dijo desde el principio que iba a celebrar una protesta, prevista para el 12 de septiembre. Pero el sindicato más grande de Francia, el CFDT, dijo que no convocaría una huelga, aunque la describió como una oportunidad perdida. Los empresarios ven con optimismo la transformación, entre ellos el presidente del Movimiento de Empresas de Francia (Medef), Pierre Gattaz, quien dijo que «el costo del trabajo es muy elevado en Francia», y los cambios permitirán «ganar en simplicidad».