Mar de excusas de la política rionegrina frente al drama de la fruticultura
El gobernador Weretilneck no tuvo la voluntad para cambiar la inercia que arrastraba el sector desde hace décadas. Ni siquiera peleó por la eliminación de las retenciones.La electa gobernadora, Arabela Carreras, no quiere involucrarse en el tema.
09/05/2019 PROVINCIASEl gobernador Weretilneck no tuvo la voluntad para cambiar la inercia que arrastraba el sector desde hace décadas. Ni siquiera peleó por la eliminación de las retenciones.La electa gobernadora, Arabela Carreras, no quiere involucrarse en el tema. Productores y empresarios, en soledad, buscan alternativas para sortear la crisis.
Es llamativa la inacción del Estado provincial ante la crítica situación que atraviesa la fruticultura regional. Sus funcionarios actúan como meros burócratas que no resuelven los problemas de fondo ni generan las condiciones para que se produzcan mejoras en el sistema. Sólo se encargan de contener situaciones conflictivas, de neto corte coyuntural, y entregar un rosario de excusas contando por qué no pueden hacer lo que se debe hacer.
La corta historia de los últimos años muestra que existe una relación lineal entre la decadencia de ideas y la crisis productiva que está sufriendo el sistema del Valle. Quien dio los primeros argumentos fue el ministro de Agricultura de Río Negro, Alberto Diomedi, asegurando que los medios y los actores involucrados en la producción frutícola no debían hablar de crisis ya que eso termina impactando negativamente en los mercados. Escuchar este tipo de comentarios de un funcionario, que lleva varios años al frente de cargos con responsabilidad ligados a la actividad productiva, genera una sensación extraña y difícil de definir. Fue en la gestión de Diomedi que las exportaciones frutícolas tocaron sus mínimos de los últimos 25 años, cuando se cerraron las fronteras con Brasil por problemas sanitarios, el período en el que más 1.000 productores terminaron por abandonar sus chacras y el momento donde se manifiesta la mayor concentración comercial de toda la historia de la actividad. Su fracaso en el cargo es elocuente. Pero en política no hay premios y castigos. Cuando un funcionario no reconoce un problema y no toma decisiones, el resultado es la inacción pública con los costos que esto trae aparejado al sistema productivo.
El gobernador Alberto Weretilneck también es parte de este problema. En estos ocho años al frente de la provincia nunca tuvo la voluntad política de torcer la inercia de los acontecimientos. El único esbozo de cierto compromiso con el sector fue el “Libro Blanco”, un resumen de propuestas para tratar de corregir los desvíos del sistema. El presidente Mauricio Macri apoyó la iniciativa y se comprometió a conseguir el financiamiento internacional para hacer una reconversión estructural en el Valle que iba a llevar no menos de cinco años. Pero la estrechez política hizo que nada de eso pueda cristalizarse en las chacras y galpones de empaque de nuestra región. “Nunca se pusieron de acuerdo los sectores de la actividad para llevar adelante este proyecto”, justificó así Weretilneck el fracaso del “Libro Blanco”. No es excusa. El gobernador debería haber trabajado para conseguir el crédito internacional y poner a disposición de los empresarios y productores los fondos que se requieren para tener una fruticultura competitiva. Son los gobiernos los que deben impulsar este tipo de proyectos y el sector privado decidir si quiere tomarlo. Weretilneck reconoció que existe un problema con la fruticultura, y a partir de ello hizo un diagnóstico para definir objetivos y estrategias, pero nunca tuvo la voluntad política para modificar ese estatus quo de crisis que arrastra el sector desde hace ya décadas.
La tercera excusa sobre la inacción de las políticas públicas la dio la gobernadora electa, Arabela Carreras, que no quiso dar una entrevista a este medio para no interferir con lo que estaba haciendo el gobernador en materia frutícola. ¿Interferir en que? Llamativa su respuesta. Por otro lado, las preguntas que los periodistas de “Río Negro” le iban a hacer estaban orientadas a las ideas que tenía para impulsar a esta actividad que está tan golpeada. Para Carreras la fruticultura es un tema en el que no se quiere involucrar y menos aún meter sus manos en el barro para encontrar soluciones. Esto quedó demostrado días atrás cuando salió a opinar sobre lo que quería hacer en Bariloche en relación al polo tecnológico que quiere impulsar tras su visita a Silicon Valley. Opina de algunos temas y de otros prefiere callar. Un mal comienzo.
La inacción de estos tres actores clave de la vida política de todos los rionegrinos lleva a cuestionar también cómo es que no se opusieron en forma enérgica a los derechos de exportación que el gobierno nacional introdujo el año pasado. El sistema frutícola languidece y ninguno tuvo la valentía de levantar la voz contra los más de 2.500 millones de pesos que anualmente se transfieren desde el sector privado a las arcas nacionales.
Y la fruticultura sigue dando pelea en total soledad.
Datos clave
2.500 Son los millones de pesos que anualmente el sector privado transfiere a las arcas de Nación por las retenciones.
18% Es lo que se exporta de manzana sobre el total que se produce en el Valle de Río Negro. Una señal más de la pérdida de competitividad que esta sufriendo el sector.