Marginadas de los espacios de poder

Apenas el 5 por ciento de los directorios de las 1.000 empresas que más facturan en el país tienen una presidenta mujer.

Apenas el 5 por ciento de los directorios de las 1.000 empresas que más facturan en el país tienen una presidenta mujer.

Pasa en la política, en la justicia y en la lista de milmillonarios que publica cada año la revista Forbes. Las mujeres están subrepresentadas en los espacios de poder y esta secuencia se profundiza a medida que aumenta la jerarquía del puesto a ocupar. Las estadísticas hablan solas: apenas el 5 por ciento de los directorios de las 1.000 empresas que más facturan en el país tienen una presidenta mujer. Son 50 mujeres con posibilidad de liderar el máximo órgano de decisión de las compañías, de definir las estrategias y propósitos corporativos, de determinar las inversiones de una pieza fundamental que conforma el poder económico de Argentina.

Habían pasado ya cuatro meses después de asumir la presidencia de una firma industrial, y Karina tuvo un deja vu. En una reunión con la Cámara empresaria del sector volvió a pedir por favor que también se dirijan a ella, que ella era la presidenta y no el asistente que la acompañaba. Pidió por favor que le manden las invitaciones a eventos a su nombre y no a los de su asistente hombre. Karina es una excepción: forma parte del selecto grupo de mujeres que ocupan un cargo jerárquico en una compañía de un sector mayormente masculino. Cómo lo vivió es una norma: «Somos pocas y pasamos por experiencias similares. Siempre teniendo que demostrar para que nos hagan un lugar. Eso a los varones no les pasa», explica en diálogo con PáginaI12.

El directorio donde se define el camino de una empresa puede estar conformado por una o varias personas. La estructura más común es la de un presidente, un vicepresidente, directores titulares y suplentes. En los de las 1.000 empresas que más venden en el país, hay 6.186 miembros designados de los cuales el 86,3 por ciento son hombres. De las 846 mujeres, solo 50 ocupan el máximo puesto, a las que se le suman las 94 vicepresidentas, 388 directoras titulares y 314 suplentes.

La mayoría de los organismos de decisión de estas empresas cuentan con tres o más miembros. En casi la mitad, todos los integrantes son hombres. Son 470 conformados íntegramente por varones y solo 3 en los que la participación femenina es total, Colcar Merbus concesionaria Mercedes Benz, la química Danisco y la compañía de seguros Mapfre. «Son particularmente llamativos los casos de directorios relativamente numerosos con 7,10,15, 20 personas o más en los que la participación femenina es inexistente», explica el estudio Las 1.000 empresas que más venden en el que la revista Mercado junto con la consultora KPMG analizan y registran la constitución de los directorios de las compañías que más facturan en el país.

Apenas 8 de los directorios tienen una presidenta y una vicepresidenta mujer. El Correo Oficial de la República Argentina es uno de ellos. «Entre las dos trabajamos muy bien. Yo soy más del barro y ella tiene una gran experiencia desde la actividad legislativa y gestión, y nos complementamos mucho. Sería distinto con un hombre porque tenemos otra sensibilidad y somos más detallistas y minuciosas», cuenta a PáginaI12 Vanesa Piesciorovski, presidenta de Correo Argentino.

Piesciorovski asumió su cargo en 2020 y sabe perfectamente qué lugar ocupa cada una de las mujeres que integran la compañía. Fue la primera mujer integrante en el directorio del Correo cuando fue vicepresidenta entre 2011 y 2015. En ese momento tenía 32 años y estaba recién casada. Recuerda el comentario de un «histórico del correo» que le pidió que no vaya a quedar embarazada ahora que recién había asumido el cargo directivo. «De hecho estaba embarazada y mi hija nació y aprendió a caminar en el correo. No fue un impedimento para mi», responde. En 2011 además de ser mujer, joven y estar embarazada, se vestía de jean: «Tenía todo el estereotipo de alguien que no podía estar en la conducción. Pero la verdad es que lo sintieron mucho más los otros que yo», asegura Piesciorovski.

Que la herencia no sea un mandato
«Si desde el feminismo existe la visión de que las mujeres movemos el mundo, en el mundo productivo las mujeres en entidades gremiales, empresas, pymes y sectores de la economía social, están intentando mover una pared de concreto en términos de liderazgo», resume la situación Paula Basaldúa, coordinadora del gabinete de género del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.

Las conquistas del movimiento feminista en distintos aspectos de la vida social y económica no pudieron aún derribar este muro. Van cuatro años de la publicación del estudio y la estadística prácticamente no cambia: desde 2019 el aumento de mujeres en la alta conducción empresaria fue de sólo el 2 por ciento sumando a directoras titulares y suplentes: «A este ritmo los números nos indican que si se aspira a alcanzar un 30 por ciento de mujeres en directorios deberían pasar alrededor de 120 años”, alerta una de las responsables del informe Tamara Vinitzky, de KPMG y agrega: «Hoy ya con cuatro años de estadísticas concretas vale la pregunta: ¿qué vamos a hacer como comunidad de negocios para generar un cambio real más acelerado y pasar a acciones concretas?”.

La comunidad de negocios es apenas uno de los eslabones del problema. Pasa también en el ámbito estatal, en los sindicatos, en la justicia. El caso más reciente fue el fallo que dictó la Cámara Comercial e intenta dejar sin efecto la resolución de la IGJ que impone a las sociedades anónimas y otras figuras comerciales la obligación de designar igual cantidad de mujeres que de hombres en sus órganos de administración y fiscalización.

Hay un consenso entre las especialistas consultadas para esta nota y tiene que ver con la exigencia de cupos femeninos, un debate instalado que torna cada vez más incómodo ante el escrutinio público el no contar con mujeres en altos cargos directivos o en los directorios. «Primero generan una resistencia, pero con las bancas del  Congreso tras la ley de paridad de género funcionó y es un clarísimo ejemplo de que aceleran los procesos ¿Por qué vamos a esperar 20 o 30 años si lo podemos hacer ahora? Podría ser sacando una ley, pero lo importante es discutirlo e imponerlo como un tema de agenda para que vaya mejorando», asegura Piesciorovski y remata: «Vamos a tener que pelear porque la herencia no sea un mandato».

Fuente: Página 12