Más de la mitad de los trabajadores mendocinos tendrían recortes en sus ingresos

Caída de oferta y demanda, sumada a un contexto nacional y mundial negativo, podrían conducir a más desempleo, inflación y recesión.

Caída de oferta y demanda, sumada a un contexto nacional y mundial negativo, podrían conducir a más desempleo, inflación y recesión.

El coronavirus no sólo significa una amenaza para la salud de los argentinos, sino que vino a dar un duro golpe a una economía que ya se encontraba resentida. Aunque el escenario futuro dependerá de por cuánto tiempo se extiendan las medidas de restricción, en el horizonte se perfilan un aumento en el desempleo y la pobreza, ligados al cierre de empresas (sobre todo pymes), inflación en ascenso y recesión acentuada.

Economistas del Ieral (Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana), de la Fundación Mediterránea, elaboraron un informe de coyuntura que analiza el impacto que la pandemia tendrá en la economía mendocina. Para entenderlo, se trata de lo que Gustavo Reyes y Jorge Day, autores del documento, denominan un “shock negativo integral”.

Esto implica un problema de oferta, porque menos personas trabajan y disminuye la productividad; de demanda, porque la gente compra menos; interno, porque la economía argentina está en problemas; y externo, debido a que todo el mundo está afectado en alguna medida.

Reyes y Day plantean que “al menos la mitad de las personas que trabajan tendrán un problema de ingresos durante la cuarentena”. Es que menos de la mitad de los mendocinos tiene un empleo formal (28% en el sector privado y 18% en el público), mientras un 22% trabaja por cuenta propia, 18% está empleado en negro y 7% son empleadas domésticas. En principio, estos tres últimos grupos son los más vulnerables, pero los economistas advierten que las empresas y el Estado podrían empezar a tener problemas para pagar los salarios y la vulnerabilidad podría alcanzar también a los asalariados.

Para Reyes y Day, lo fundamental es que todos los habitantes cuenten con un ingreso, en un contexto que impide que cada uno busque alternativas. También consideraron clave evitar el quiebre de las empresas, para que no se resienta el aparato productivo y para minimizar los despidos.

Las empresas se ven afectadas, en este contexto, por tres problemas principales: venden menos (o nada), cobran menos y tienen altos costos que no pueden reducir (pago de salarios, alquileres, impuestos y seguros, entre otros). En esto influye mucho el rubro del que se trate y la cantidad de trabajadores que tenga una compañía.

Crisis, dentro de la crisis
Si bien esta situación es común a varios países que se han visto impactados por la pandemia, en Argentina se agrava “porque el país venía de ocho años de estancamiento y de recesión”. Esto causó, plantean los economistas del Ieral, que las empresas no hayan podido ahorrar lo suficiente para afrontar este shock que produce el coronavirus. En contraposición, la crisis financiera global de 2008/9 encontró a los argentinos con cinco años de fuerte crecimiento y un cierto “colchón”.

En opinión de Reyes y Day, se podría asistir a las empresas, particularmente las pymes, con una prórroga de impuestos -sin cobrarles intereses punitorios- y el acceso de financiamiento para hacer frente al pago de salarios.

Para complicar aún más el panorama, en situaciones de crisis el Estado puede aplicar políticas contra-cíclicas. En este caso, para lograr que la gente cuente con ingresos suficientes y las empresas no quiebren. Sin embargo, el coronavirus encuentra a la provincia con un 2019 recesivo, en que la recaudación estuvo por debajo de la inflación.

Además, la lucha contra la pandemia elevará el gasto público en salud y en asistencia a los sectores más vulnerables, y hará caer la recaudación por menor actividad y mayor mora. A eso se suma la amenaza del default, con las complicaciones que podría acarrear para acceder a financiamiento. Esto ocurre en otras provincias y a nivel nacional.

Reyes y Day señalan que, en comparación con la media nacional, Mendoza está mejor preparada porque no es tan dependiente de los precios internacionales (como las provincias petroleras) y las cuentas están relativamente ordenadas. Como contracara, se encuentra por encima del promedio en informalidad laboral, lo que hace que mayor cantidad de la población dependa de ingresos diarios.

Un factor que es determinante para el escenario futuro es cuánto se extenderán en el tiempo la pandemia y la cuarentena total. De acuerdo a los economistas, una duración total de hasta dos meses es razonable para reducir contagios y muertes, acompañado de ingresos para la población y medidas de apoyo a las empresas, para reducir quiebras y despidos.

Si en cambio se extiende mucho más allá de lo esperado, advierten, se debe delinear un plan para retomar la actividad económica y minimizar el impacto del virus, con una fuerte inversión en elementos de seguridad y cambios en los hábitos.

Freno generalizado
El economista José Vargas, de la Consultora Evalecuon, comentó que si bien en un primer momento el aislamiento preventivo afectó a sectores como turismo, gastronomía y comercio, su extensión en el tiempo ha hecho que casi toda la economía esté paralizada, con la excepción de supermercados y comercios minoristas de alimentos y limpieza. “Incluso el sector público está afectado”, indicó, porque ha caído la recaudación.

En cuanto a las medidas adoptadas por el gobierno, opinó que han intentado sostener a los sectores más perjudicados, como jubilados y pensionados que cobran el haber mínimo, beneficiarios de la AUH y monotributistas, pero el financiamiento a las pymes aún no se termina de reflejar en la realidad y, por otra parte, créditos con un 24% de interés pueden ser inaccesibles para una empresa que no vende.

Vargas planteó que la pandemia encontró a los argentinos muy mal parados, porque hay otros países que ya están trabajando para que la economía empiece a resurgir en cuanto disminuyan los contagios y las restricciones. En cambio, aquí no había un plan económico y hasta marzo la nueva gestión nacional sólo había implementado algunas medidas parciales de asistencialismo.

“Hoy, el gobierno no tiene otra fuente de financiamiento que no sea la emisión monetaria, lo que nos va a llevar a una inflación por encima de la del año pasado”, estimó. “Ayer el presidente estableció un default para la deuda local, en beneficio de la que está bajo legislación extranjera, lo que permite avizorar hasta qué punto la situación será compleja, agregó.

Daniel Garro, economista de Value International Group, subrayó que previo a la pandemia la situación económica argentina y global no era buena, ya que el mundo iba a entrar en una recesión antes de 2022 y esto sólo aceleró los plazos.

Pero en nuestro país el problema se acentúa, porque mientras otros emiten dinero y la gente lo demanda, aquí los argentinos no quieren el peso. Chile, por ejemplo, emite un 10% anual y los chilenos demandan 7%, lo que genera una inflación de 3% (no es tan directo el efecto, pero se aproxima). En cambio Argentina tiene una tasa anual de expansión monetaria de 40% y la demanda de dinero cae entre 15% y 20%, lo que explica la inflación de 55% a 60%. A esto se suman un alto déficit fiscal, el endeudamiento, la mencionada inflación y la recesión.

Para Garro, las empresas no deberían pagar impuestos en este contexto, porque no están facturando. De lo contrario, va a haber algunas que, cuando la pandemia termine, no van a poder volver a abrir. “Es como si no le doy de comer a una persona durante la cuarentena y quiero que cuando termine, salga a ejercitarse”, ilustró.

El economista también resaltó que el Gobierno Nacional aún no presentó un plan económico y opinó que este sería un buen momento para hacerlo, de modo de tener una hoja de ruta para cuando todo esto termine.

Fuente: Los Andes