México: 258.000 niños «ni de aquí ni de allá»
Al menos 258.000 niños sin ciudadanía, que no son "ni de aquí ni de allá", como la canción de Facundo Cabral, hijos de mexicanos deportados a su país, viven como seres "invisibles" sin presente ni futuro, de acuerdo con un documento oficial.
01/12/2017 EL MUNDOAl menos 258.000 niños sin ciudadanía, que no son «ni de aquí ni de allá», como la canción de Facundo Cabral, hijos de mexicanos deportados a su país, viven como seres «invisibles» sin presente ni futuro, de acuerdo con un documento oficial.
«No cuentan con documentos que acrediten su nacionalidad mexicana, a pesar de que viven dentro del territorio nacional», según el Prontuario sobre Migración Mexicana de Retorno 2017, publicado por el ministerio de Gobernación.
Los «niños binacionales», como se les denomina eufemísticamente, son hijos de la migración del sur empobrecido al norte próspero y de la reintegración familiar, resultado «del constante flujo transfronterizo entre ciudades de la frontera norte de México y sur de Estados Unidos», explica el documento.
Cerca de 60% de estos menores de edad residen en los cinco estados del norte, y el resto en cuatro provincias que son tradicionales expulsoras de «braceros»: Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, en el centro del país.
En teoría, los niños cuentan con la nacionalidad estadounidense, y por ser hijos de al menos un mexicano, tienen derecho a la nacionalidad de este país.
En la práctica sin embargo no cuentan con documentos por lo menos para poder realizar las gestiones más elementales en México, el país donde ahora radican.
Otro problema es que este grupo de «niños invisibles» amenaza con aumentar ante «la difícil situación económica que ha atravesado la economía de Estados Unidos y la reciente implementación de políticas migratorias», que se han endurecido bajo la gestión del presidente Donald Trump.
«Cada vez es más frecuente el retorno de los mexicanos migrantes, acompañados por sus hijos», expone el documento.
Para obtener la denominada «Clave Unica de Registro de Población (CURP)», una suerte de carné de identidad, o un pasaporte, es preciso obtener primero la doble nacionalidad ante el ministerio de Relaciones Exteriores.
Los «niños binacionales» representan en suma «un desafío importante para el gobierno federal y los gobiernos estatales, en términos de creación de políticas públicas para su atención», señala el ministerio de Gobernación.
En el ámbito educativo se precisan estrategias para revalidar estudios, campañas para evitar la deserción escolar, programas de becas y de incorporación laboral para los alumnos de bachillerato, entre otros.
El tema es todavía más complejo y tiene numerosas aristas, porque por ejemplo en el aspecto sanitario, los niños «invisibles» no tienen acceso a los servicios públicos, para atenderse física y mentalmente y menos cuidado especializado cuando son víctimas de la violencia, o tratamientos si sufren adicciones.
«El mayor reto como sociedad y gobierno es la integración de la población binacional que conoce muy poco o nada de la vida cotidiana de un país que le puede resultar ajeno y que, sin embargo, es parte de sus raíces», expone el reporte.
La cifra de 258.000 «niños binacionales» es considerada una estimación conservadora pues hay otras fuentes que creen que podría ser mucho mayor.
Por ejemplo, José Luis Gutiérrez, titular de la Secretaría del Migrante del estado de Michoacán, considera que serían unos 600.000, cuyos padres han retornado «de manera voluntaria o forzada» en los últimos años.
El funcionario señala que «mitos y costumbres que persisten ante el desconocimiento en torno a los derechos y obligaciones de las familias mexicanas en retorno desde Estados Unidos han impedido o limitado» que estos niños y adolescentes «tengan una adecuada integración a nuestro país».
Para ello, las autoridades de Michoacán iniciaron una campaña llamada «Documéntate» a fin de ayudar a las familias a registrar a los niños.
La iniciativa pretende que «los niños binacionales» adquieran su documentación mexicana y estadounidense, para ejercer sus derechos derivados de la doble nacionalidad, «desde asistir a la escuela hasta trabajar y votar al llegar a adultos», señala Gutiérrez.