Ni la mínima responsabilidad democrática  

Nos pasamos años advirtiendo del riesgo de un gobierno de turistas, de dolarizados y offshore, y la crisis actual lo patentiza: sin pellejo en juego, la estrategia final óptima es la tierra arrasada, total siempre habrá Punta del Este y el patrimonio en el exterior no se devalúa.

Nos pasamos años advirtiendo del riesgo de un gobierno de turistas, de dolarizados y offshore, y la crisis actual lo patentiza: sin pellejo en juego, la estrategia final óptima es la tierra arrasada, total siempre habrá Punta del Este y el patrimonio en el exterior no se devalúa.

La responsabilidad, en cuanto hacerse cargo de las consecuencias de los propios actos, no es producto de la voluntad o una concesión graciosa del ego. Es el resultado de situaciones que obligan a las personas a cuidarse de no hacer daño, porque ese daño les puede repercutir.

Es la historia del vendedor ambulante del tónico milagroso del lejano oeste. Un día llega al pueblo, embauca con su brebaje a sus habitantes y cuando éstos se dan cuenta que no es más que un preparado hueco, el vendedor cuenta sus dólares a decenas de kilómetros para nunca volver.

Parecía un chiste pero fue real. El ministro de Economía incrementó su patrimonio mientras la economía del país se contrajo. Es decir, las decisiones que tomó en su carácter de administrador de la economía de todos no repercutieron en su economía personal. Mecanismo perverso.

Este gobierno llevó al paroxismo esta brecha entre las decisiones de sus funcionarios y la posibilidad que tales decisiones les repercutan. No solo porque fueron acomodados que generaron millones de pobres sino porque muchos ni siquiera mantenían su patrimonio dentro del país.

A pocos les pareció grave que el ministro de Energía y mentor de la dolarización interna de los combustibles, exejecutivo de la Shell, dijera muy suelto de cuerpo que no traía su dinero del exterior porque no confiaba en el país. Cada uno hace lo que quiere con su plata, decían.

Claro que cada uno hace lo que quiere con su plata. Pero si estás a cargo del dinero público, de decisiones que afectan el bienestar de los habitantes, lo que hagas con la tuya deja de ser un tema personal para ser un ejemplo, un signo de la importancia que le das a tu cometido.

La irresponsabilidad de este gobierno, la ausencia de voluntad para hacerse cargo de los resultados de la gestión, la sistemática búsqueda de culpables fuera de sus filas, son el producto de una liberalidad que siempre les evitó tener que padecer en carne propia sus repercusiones.

El último grito de este a mí no me importa nada porque tengo la vaca atada es haber perdido por más de 15 puntos las primarias y sin embargo insistir que lo pueden dar vuelta mientras culpan al ganador de todo lo malo que pasa en el país. Ni la mínima responsabilidad democrática.

Fuente: Página 12